Brilla el lucero de la mañana



¡Feliz jueves! Ya le queda muy poco tiempo al Adviento y vamos a disfrutar de música relacionada con este tiempo litúrgico antes de sumergirnos en el mar de la Navidad. Y me gustaría hacerlo con una melodía muy característica de la liturgia luterana que Bach usó muchas veces (por ejemplo, en su cantata BWV 1). No es música de este maestro la que te traigo pero sí es para órgano, instrumento que era la debilidad del maestro alemán... hoy de la mano de otro alemán.



Se trata de Max Reger (1873-1916), compositor alemán nacido en la localidad bávara de Brand. Precisamente en sus tiempos de juventud se vio influido por Bach y también por Wagner, que casi fundió para conseguir un estilo que ya era bastante personal. En su estilo más maduro añadió elementos traídos desde el barroco para alcanzar no solo un contrapunto denso sino una armonía opulenta que se nutría de elementos románticos. A mitad de la década de 1890 se hizo amigo de Eugène d'Albert y Feruccio Busoni y ya componía poderosas obras para órgano. Por esa época también ganó reputación como pianista dando muchos conciertos e interpretando sus obras. El crítico Rudolf Louis se atacaba ferozmente y condenaba su música. Tras una feroz crítica de su sinfonietta, Reger escribió: «Estoy sentado en la habitación más pequeña de mi casa. Tengo su crítica delante de mí. ¡En un momento la tendré detrás!».

Si hay algo por lo que destaca la música de Reger es por sus obras para órgano. Hoy te traigo su Fantasía sobre «Wie schön leuchtet uns der Morgenstern», op. 40 n.º 1. Fue compuesta en 1899 y publicada un año más tarde. Describió esta obra como una música programática con un carácter totalmente sinfónico y que requiere de un organista de lo más hábil. Se abre con un preludio para órgano pleno, con unos sonidos poderoso y en el andante siguiente aparece la melodía del coral en las voces intermedias. La composición se va haciendo cada vez más densa y la compleja estructura melódica va adquiriendo cada vez más grosor hasta termina, como empezó, con una serie de acordes que casi ponen a prueba no solo al organista sino al propio instrumento.

La partitura de la composición puedes conseguirla aquí.

La interpretación es de Arjen Leistra al órgano Van Vulpen de la Hoflaankerk de Róterdam.

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