Sinfonía con salmos



¡Feliz jueves! El maestro que te presento hoy es uno de los grandes nombres del pasado siglo XX. Si ahora hiciésemos una lista de ellos obligatoriamente tiene que estar él, con su música primero sugerente y colorista y luego no menos colorista pero rompedora. Podemos decir que la obra más famosa del pasado siglo fue compuesta por él, es cuyo estreno fue todo un escándalo, de tamaño descomunal. Seguro que sabes a cuál y a quién me estoy refiriendo, ¿verdad?

Efectivamente es Igor Stravinsky (1882-1971), compositor ruso nacido en Oranienbaum. Realmente puede calificarse como innovador y podemos afirmar que no hay otro compositor en el siglo XX que haya ejercido tanta importancia durante el tiempo que vivió. Como comenté en la introducción, su estilo fue adquiriendo diversos estilos ya que partió de la música rusa más nacionalista y terminó convirtiéndose en dodecafonista. Su obra destaca por su ritmo y una armonía muy especial, que sobre todo reflejó en su famosa y escandalosa en su tiempo «La consagración de la primavera». En sus últimos días, su discípulo Robert Craft fue quien le impulsó en adquirir la técnica dodecafónica y con ella también compuso obras muy atractivas. Precisamente Craft, quien también fue su biógrafo, presentó al público estadounidense las obras más característicos de Stravinsky, quien incansablemente continuó componiendo hasta su muerte.

Disfrutemos hoy de su Symphonie des Psaumes, es decir, la «Sinfonía de los salmos». Fue compuesta para coro y orquesta en 1930 en su periodo neoclásico y se titula así porque usa textos latinos de los salmos bíblicos. Fue un encargo de Serge Koussevitzky para celebrar el quincuagésimo aniversario de la Sinfónica de Boston. El término sinfonía es usado en su etimología primigenia, es decir, como sonidos juntos, no como la forma clásica. Una de las intenciones de Stravinsky fue crear un balance entre las voces y la orquesta de forma que ninguna prevalezca sobre la otra. Los salmos usados (38, 49 y 150) son presentados de forma homofónica y le dan a la sinfonía un toque solemne muy especial. Se trata de una obra austera pero llena de religiosidad, directa al corazón y que nos deja con un regusto muy especial en nuestros sentidos.

La interpretación es del Coro y la Orquesta Sinfónica de Chicago dirigidos por Georg Solti.

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