La brillantez de la trompeta
¡Feliz miércoles! Trompeta es sinónimo de música brillante. Es cierto que el compositor tiene que ser muy hábil para que no le salga algo estentóreo, y el maestro de hoy lo consigue. Vamos a disfrutar de una música no demasiado conocida de un compositor no demasiado conocido.
Es André Jolivet (1905-1974), compositor francés nacido y fallecido en París. En su música hay casi un perfecto equilibrio entre experimentación y asequibilidad. Con cuatro años empezó a tocar el piano que había aprendido de su madre; luego lo perfeccionó con Casadesus. Tenía unos trece años cuando comenzó a componer y unos años más tarde pasó por el conservatorio, aunque no dejó de formarse de forma independiente. Estudió composición y orquestación con Edgard Varèse y este le enseñó música atonal e interrumpió su formación cuando su maestro se marchó a Estados Unidos. Su estilo se fue haciendo cada vez más sencillo, pero más refinado, usando frecuentemente tonalidades modales y melodías líricas.
Disfrutemos de su Concertino para trompeta, piano y orquesta de cuerdas. Es una pieza compuesta en 1948 por encargo de Claude Delvincourt. Está escrita en un único movimiento aunque dividido en varias secciones que llegan a dar la impresión de que tiene una estructura clásica (rápido-lento-rápido). En realidad, lo que escuchamos es un tema seguido por cinco variaciones bastante libres. Además de la trompeta, el piano ocupa un lugar relevante ya que a veces casi también parece otro solista. «A veces refuerza al bajo, pero más a menudo tiene la tarea esencial de aportar cierta "brillantez" al opaco sonido de las cuerdas. También apoya a la trompeta en sus entradas». Es lo que nos dice el compositor de esta bella y curiosa composición.
La interpretación es de Selina Ott (trompeta) y la Orquesta Sinfónica de la WDR dirigidos por Andris Poga.