A los 100 años de su nacimiento Guillermo Schefer, sacerdote casado: "La acción pastoral de monseñor Jerónimo Podestá favoreció la inserción del sacerdote en la comunidad"
"Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de septiembre de 1946. Posteriormente fue enviado a Europa a estudiar Derecho Canónico, contra su deseo de estudiar Sagradas Escrituras"
"Participó como obispo en el Concilio Vaticano II"
"La respuesta del sistema se hizo escuchar inmediatamente: una bomba explotó en el frente de la Curia"
"La respuesta del sistema se hizo escuchar inmediatamente: una bomba explotó en el frente de la Curia"
| Guillermo Schefer, sacerdote dispensado
Jerónimo Podestá nació el 8 de agosto de 1920 en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires, fue el tercero de nueve hijos en el marco de una familia de buena posición económica.
Su niñez y juventud transcurrieron felices, guiadas por dos metas: evitar el pecado y triunfar pero haciendo el bien a los demás. Por eso, terminado el bachillerato siguió la carrera de medicina como su padre.
En el secundario y en la Facultad cumplió con una activa militancia católica, tomando conciencia clara del desfase existente entre la vida real y el ideal cristiano... En su juventud realizó estudios en la Facultad de Medicina (1937-1939), abandonando los mismos para ingresar al Seminario.
Tras abandonar su carrera de médico en el tercer año, entra al Seminario Mayor de La Plata en el año 1940, repleto de sueños e inocencia, y se ordenó en 1946.
Recibe la ordenación sacerdotal el 15 de septiembre de 1946. Posteriormente fue enviado a Europa a estudiar Derecho Canónico, contra su deseo de estudiar Sagradas Escrituras. Se recibió en Derecho Canónico en la Universidad de Comillas (España) y Teología Dogmática en la Gregoriana (Roma) y a su regreso en 1950 fue profesor de Teología y Prefecto en el Seminario Mayor de La Plata y en 1958 pasó a ser Canciller y Secretario del Arzobispado, y en 1961, Vicario General en dicha Arquidiócesis hasta el año 1962.
Designado obispo de Avellaneda por Juan XXIII el 27 de setiembre de 1962, recibió la ordenación episcopal el 21 de diciembre de ese año y tomó posesión como segundo obispo de Avellaneda, una zona de población obrera, el 23 de diciembre de 1962. Participó como obispo en el Concilio Vaticano II en el II, III y IV periodo de sesiones.
Por su acción pastoral de hondo contenido social y a favor de la inserción del sacerdote en la comunidad, es lo que llevó a la aparición de los curas obreros que influirían decisivamente en una generación de curas que abrazó el llamado Movimiento del Tercer Mundo con su compromiso por la "opción por los pobres" y que siempre mantuvieron un contacto fluido con él.
Presionado por el Nuncio Apostólico Humberto Mozzoni y por el Presidente de la Conferencia Episcopal Adolfo Tortolo, fue obligado a renunciar el 4 de diciembre de 1967. Fallece en la Ciudad de Bs. As. En su casona de la Av. Gaona del barrio de Villa Luro el 23 de junio del 2000, recibiendo los sacramentos de manos del Arzobispo de Bs. As. Cardenal Jorge Bergoglio.
Su compromiso como obispo cercano al mundo obrero y la opción por los pobres
El trabajo que comenzó a hacer en el Obispado llamó la atención desde el primer momento. Su cercanía a los pobres y con los sacerdotes obreros no era el que muchos imaginaban para un Obispo.
Algunos documentos periodísticos de la época dan cuenta de la cercanía de Podestá al mundo obrero al relatar que los obreros dialogaron con el obispo sobre la actualidad gremial y el «plan de lucha» ante la desocupación y los jornales insuficientes…” (Portal Diario www.laciudadavellaneda.com.ar).
Unos de los primeros encuentros con los representantes de los trabajadores fue para convocar a la misa por el funeral de Juan XXIII en la Catedral de Avellaneda con Regional la de la CGT en Junio 1963.
Entre el 28 y 29 de junio del año 1965 se hicieron unas de las reuniones más importantes de los Sacerdotes del Tercer Mundo en el Hogar Sanford, en Quilmes, distrito que pertenecía a la Diócesis de Avellaneda. En el mismo participaron dos obispos, Jerónimo Podestá y Antonio Quarracino, obispo de 9 de julio, en lo que la historia recuerda como el "Concilio de Quilmes".
La convocatoria había surgido de los equipos sacerdotales que venían trabajando desde el año 1964 en Capital Federal, Gran Buenos Aires, La Plata, San Nicolás, Mercedes, Azul, Nueve de Julio y Mar del Plata; el principal objetivo era el "compromiso activo con los pobres", en un trabajo más organizado que respondiese a los postulados del Concilio Vaticano II.
De igual manera, Podestá impulsó desde su inicio pastoral a sacerdotes miembros de la Misión de Francia, uno de ellos era Paco Huidobro, un asturiano, cuya familia se exilió en Francia durante el franquismo siendo él adolescente aún.
Los curas obreros en realidad se denominaban “en fábrica” y aunque vivían separados y trabajaban en distintos lugares, se reunían todas las semanas para celebrar la misa, hacer revisión de vida e intercambiar experiencias.
Este fue el primer Equipo constituido oficialmente como Misión Obrera en la Argentina. Simultáneamente, ya habían surgido algunos curas que también habían comenzado individualmente a trabajar como operarios: tal es el caso, por ejemplo, de Luis Sánchez, obrero gráfico, Párroco en Avellaneda; y de Eliseo Morales, que fue mucho tiempo pintor de albañilería, fundó un hogar de menores en situación de calle con una imprenta, también en una zona de Avellaneda.
En 1966 tuvo una participación destacada junto a Helder Camara, Arzobispo de Recife, Brasil a la X Asamblea Extraordinaria del C.E.L.A.M. realizada en Mar del Plata, Argentina del 11 al 16 de octubre de 1966, teniendo como tema central “la presencia activa de la Iglesia en el desarrollo e integración de América Latina”. A la misma asistieron 90 obispos de América Latina.
Este hecho eclesial que muchos teólogos pastorales señalan como la estructura de las líneas directrices del Documento de Medellín, a partir de aquella Asamblea del CELAM se forma una profunda amistad que perduró hasta los últimos días del Arzobispo Helder Camara.
Podestá y el conflicto con el gobierno militar de Onganía
En 1966 el General Onganía da un golpe de estado, esto produce los primeros encontronazos de Podestá con el presidente de facto. Un encontronazo fue por la prohibición del festejo del 1º de mayo, día de los trabajadores y el diario La Opinión publicó una nota de protesta del obispo Podestá: “prohibir el acto de los trabajadores es como decir que no se puede festejar el día de la madre..." decía Podestá. Llamó la atención ese pronunciamiento pero a Onganía lo que más le molestó fue que un obispo se pronunciase públicamente en su contra.
Ni bien se publica la Encíclica en 1967, el episcopado le encarga la difusión de la encíclica. Podestá se sintió plenamente identificado con el texto y dio su primera Conferencia en el Teatro Roma de Avellaneda.
La respuesta del sistema se hizo escuchar inmediatamente: una bomba explotó en el frente de la Curia comenzando a incendiarse las cortinas. Terminado el acto al regresar al obispado encuentran en las paredes del frente escrito en aerosol dos frases: "Pablo VI traidor!" y "Podestá comunista!". Ese día comenzó la persecución. Podestá relataba a su esposa y amigos que "Onganía me citó un día para enrostrarme: el principal enemigo de la Revolución Argentina es Usted…”. Evidentemente estaba muy molesto conmigo, decía Podesta.
El Obispo de Avellaneda en el año 1967 fijó una posición frente a la Encíclica Populorum Progressio y analiza qué debe hacer el Gobierno, qué los Empresarios y las expectativas obreras: "...Estas premisas plantean el orden de los planteos económicos sociales: el cambio de estructuras. Ahora no son los pueblos sojuzgados, ni las elites revolucionarias quienes lo postulan, es la Iglesia misma por la voz de su más alta autoridad. Ya no queda lugar a dudas: es la Iglesia que viene paulatinamente bregando por la justicia; no se contenta con afirmar que la riqueza está mal distribuida y propone otras reformas en el orden social. La Encíclica postula el cambio profundo de estructuras…".
Si bien existen antecedentes de Semanas Sociales en Chile y Argentina, producto del catolicismo social a partir de 1891, en el contexto posconciliar es de destacar que la figura de Podestá sigue fuertemente invisibilizada cuando se trabaja en muchos espacios eclesiales (reseña de referentes históricos, paneles, jornadas y encuentros de pastoral social etc.) el acompañamiento de la iglesia al mundo obrero, movimientos populares, ámbitos políticos y sociales.
Podestá fue silenciado en su figura debido a que la relación con Clelia Luro hizo que la iglesia solo focalizara su vida en el hecho de haber incurrido en el incumplimiento de la norma del celibato, haciendo que su desempeño como obispo en la difusión y puesta en práctica en su diócesis de su pastoral social, no sea valorada como corresponde. En la actualidad los obispos se resisten a nombrarlo y mucho menos a hablar sobre su pasado como colega. El episcopado católico nunca reconoció el acompañamiento de Monseñor Podestá al movimiento obrero, a sus curas obreros y a su arduo trabajo en difundir la encíclica social a través de sus conferencias y actividades con los trabajadores dentro su diócesis durante su ministerio episcopal.
"El episcopado católico nunca reconoció el acompañamiento de Monseñor Podestá al movimiento obrero, a sus curas obreros y a su arduo trabajo en difundir la encíclica social a través de sus conferencias y actividades"