"La cuestión laboral reclama la responsabilidad del Estado" Jorge Lugones sj: "Después de la pandemia, no debería continuar la preeminencia del mundo financiero sobre el productivo"
"Ante el hecho de no poder cuidar a la gente en situación de vulnerabilidad en los barrios populares o en las villas, lo que hemos visto es la toma de conciencia de la organización comunitaria"
"Confiamos en la reserva de nuestro pueblo, teniendo siempre presente que 'si no hay esperanza para los pobres no la hay para nadie'"
"Necesitamos mejorar nuestro rumbo, un rumbo que, para ser sostenible, necesita colocar en el centro del sistema económico a la persona"
"Tendremos que superar esta brecha, a pesar de la influencia que ejercen los que se benefician con la 'grieta', por ejemplo los comunicadores sociales de los medios hegemónicos, cuando distorsionan la información"
"Necesitamos mejorar nuestro rumbo, un rumbo que, para ser sostenible, necesita colocar en el centro del sistema económico a la persona"
"Tendremos que superar esta brecha, a pesar de la influencia que ejercen los que se benefician con la 'grieta', por ejemplo los comunicadores sociales de los medios hegemónicos, cuando distorsionan la información"
"Es que Francisco es un pionero, un gran precursor de la “projimidad”, como le gusta decir, y esta projimidad entendida a nivel global encuentra en su persona un líder mundial, que por serlo, es criticado y agredido dentro y fuera de la Iglesia, pero a la vez es reconocido, valorado por su intuición, su capacidad de encuentro, su lucidez, su don de discernimiento espiritual, que lo pone siempre un paso adelante, no porque lo planee así, sino porque el Espíritu lo motiva"
El obispo argentino y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social Jorge Lugones reflexiona en RD sobre la Semana Social de la Iglesia argentina y otros retos tras la pandemia. Apostando por el diálogo y la ecología para la reconstrucción social, Lugones reivindica acompañar "a los pobres no por un momento cargado de entusiasmo, sino con un compromiso que se prolonga". Cree que, después de la pnademia "no debería continuar la preeminencia del mundo financiero sobre el productivo" y asegura que Francisco es un gran líder "criticado, pero también valorado", porque va siempre un paso por delante, en alas del Espíritu.
Una Semana Social atípica y marcada por la pandemia, ¿verdad?
Como ya lo expresamos en el mensaje final, y a pesar de que no pudimos realizarlo como todos los años presencialmente con toda la riqueza de lo interpersonal, la tecnología permitió, por primera vez para nosotros, llegar a mayor número de personas de todo el país y del exterior, que de otra manera no hubieran podido participar de los paneles en simultáneo.
¿Ha sido un éxito, a pesar de todo?
Creemos que sí ya que sólo el primer día (recordamos que fueron cinco encuentros en cinco días consecutivos), tuvimos 5.843 visualizaciones, y casi 900 participantes en simultáneo. Además del interés que suscitó el sistema de chat que permitió hacer preguntas a los panelistas cada día.
Un triple llamamiento en el mensaje final. Primero, a la unidad. ¿Por qué?
El lema de esta semana Social fue “Nadie se salva solo” pues hace referencia a la necesidad de unirnos por encima del conflicto. Creo que la unidad tiene como finalidad la necesidad de cuidar y cuidarnos, y cuidarnos para cuidar a otros. El tema del cuidado creo que es muy importante. Para englobarlo diría que tenemos tres ejes que no podemos perder de vista y que debemos fortalecer si queremos consolidar la unidad, que son: el encuentro, el diálogo y el cuidado.
El encuentro, porque si no hay encuentro y cada uno va a seguir particularizando su sector político o social, no aportando al bien común, vamos a tener un problema. Diálogo porque si no hay encuentro no hay diálogo. Para que haya diálogo nos tenemos que encontrar. Ahora, ¿pero qué diálogo queremos? ¿Un diálogo en el que voy a dejar que el otro hable pero yo estoy pensando en otra cosa? ¿O realmente respeto la opinión del otro y además a lo mejor empezamos por las coincidencias y no por las diferencias? Si empezamos por las diferencias después se hace todo muy difícil. Finalmente el tema del cuidado. Es fundamental para el futuro. Cómo cuidamos el planeta pero, además, cómo cuidamos a la persona humana. Ante el hecho de no poder cuidar a la gente en situación de vulnerabilidad en los barrios populares o en las villas, lo que hemos visto es la toma de conciencia de la organización comunitaria, social, solidaria y fraterna.
Entonces, estas cosas son de una sensibilidad social muy profunda y nos tiene que llamar la atención cómo el ser humano está cuidando a las otras personas. Cuidar al otro es el gesto más humano que podemos encontrar. Por eso, la comunidad toma conciencia, se hace fraterna y crece la unidad en la diversidad.
En segundo lugar "a la esperanza para los pobres". ¿La tienen, la necesitan?
Hoy enfrentamos, en Argentina, una crisis sanitaria que se sumó a la crisis económica preexistente, cuyas principales víctimas son los sectores más vulnerables. La Iglesia, estando cercana de los pobres, se reconoce como un pueblo extendido entre tantas naciones cuya vocación es la de no permitir que nadie se sienta extraño o excluido, porque implica a todos en un camino común de salvación. La condición de los pobres obliga a no distanciarse de ninguna manera del Cuerpo del Señor que sufre en ellos y los sostiene con su providencia. La esperanza se comunica a través de la consolación, que se realiza acompañando a los pobres no por un momento cargado de entusiasmo, sino con un compromiso que se prolonga en el tiempo. Los pobres obtienen una esperanza verdadera no cuando nos ven complacidos por haberles dado alimento, abrigo, o un poco de nuestro tiempo, -como expresa LS- sino cuando reconocen en nuestro sacrificio un acto de amor gratuito que no busca recompensa.
La virtud de la esperanza se nutre de la confianza. Una de las notas de la esperanza es la “espera confiada”, por ello confiamos en la reserva de nuestro pueblo, teniendo siempre presente que “si no hay esperanza para los pobres no la hay para nadie”.
Y en tercer lugar, a "una economía con rostro humano". ¿Es posible, cuando el sistema parece rearmarse?
Más que nunca es necesario repensar la economía con rostro humano para el escenario post pandemia. Una economía que ponga el centro de la atención en las personas, en la dignidad del trabajo, en el diálogo como factor articulador de las diferencias políticas y sociales. En una economía de la producción y el consumo antes que en una economía de la especulación.
Por eso Laudato Si no habla de crisis laboral ni económica, sino de “crisis ecológica”, porque lo engloba todo: la diversidad del ambiente y de la persona, la cuestión de la “tres T” (tierra-techo-trabajo). La crisis ecológica es un problema cultural antes que económico y su resolución -según nos dice el Papa- es la conversión de las estructuras culturales mediante la política, entendida esta como “la forma más alta de caridad”.
Necesitamos mejorar nuestro rumbo, un rumbo que, para ser sostenible, necesita colocar en el centro del sistema económico a la persona humana -que siempre es un trabajador y una trabajadora-, integrando la problemática laboral con la ambiental.
La cuestión laboral reclama la responsabilidad del Estado, al cual compete la función de promover la creación de oportunidades de trabajo, incentivando para ello al mundo productivo tanto como al científico-tecnológico y cultural, que se debe corresponder con un mundo de acceso social a los bienes y el consumo. Para eso, como tarea primordial, consideramos que se debe estimular y garantizar el diálogo entre organizaciones de trabajadores y de empresarios tanto como entre estos dos sectores y los partidos políticos, los movimientos sociales y populares, las asociaciones civiles, los organismos internacionales, las universidades y centros de investigación, lo que han intentado realizar hace ya más de dos años los laicos de distintos sectores del trabajo y la producción con la “Mesa de Encuentro, Diálogo por el Trabajo y la Vida Digna”.
"Laudato Si no habla de crisis laboral ni económica, sino de 'crisis ecológica', porque lo engloba todo: la diversidad del ambiente y de la persona, la cuestión de la 'tres T' (tierra-techo-trabajo)"
Fortalecer la realidad de los trabajadores de la economía popular con sus unidades productivas, y diseñar, en diálogo con todos los involucrados, políticas que contemplen las diferentes necesidades del sector y las modalidades de integración a la sociedad y al aparato productivo nacional.
Por último, la economía en sus diferentes facetas desde la deuda externa, la preeminencia del sistema especulativo financiero, la economía popular o la subsistencia, con todo lo que implica en cooperativas, movimientos populares y el desarrollo con sus dificultades regionales de monopolios, de precios y de salarios. Será un desafío que deberíamos asumir con inteligencia y decisión, el camino de acompañar a las empresas en situación crítica, incluyendo a las unidades productivas de la economía popular, para que no se pierda trabajo; ya que resulta más reparador, en última instancia, financiar el trabajo con políticas activas que el desempleo.
Ya referimos a los Programas de cómo recuperar el trabajo en la economía popular, toca además atender el rediseño impositivo que plantea el gobierno actual, para ver si al realizar un justo reparto en las cargas, también se puede ayudar al financiamiento del déficit del Estado. También ayudaría a un rediseño; de la producción y el trabajo en este contexto excepcional, es decir una suerte de nuevo pacto social.
Nada parece será igual, después de la pandemia, la armonía entre los diferentes sectores sociales y políticos debe aportar para realizar los cambios necesarios. No debería continuar la preeminencia del mundo financiero sobre el productivo.
¿Es posible superar, en concreto, la 'brecha' argentina?
Entendiendo que estamos en una coyuntura donde la creatividad de todos debe poder ayudarnos recíprocamente, será posible con la participación de todos los sectores, como podremos encontrar los mejores caminos de salida, ya que -como dice el Papa Francisco- “estamos todos en la misma barca” y sólo saldremos juntos.
Tendremos que superar esta brecha, a pesar de la influencia que ejercen los que se benefician con la “grieta”, por ejemplo los comunicadores sociales de los medios hegemónicos, cuando distorsionan la información o nos impiden entrar en la realidad gravísima de los problemas, los operadores judiciales que manipulan y condicionan la independencia del poder judicial, el intento del neoliberalismo y del sistema financiero para seguir imponiendo condiciones que nos empujan hacia el individualismo y la exclusión. Necesitamos deponer en nuestra sociedad odios que nos despersonalizan, distanciamientos ideológicos y acusaciones constantes que no hacen más que generar enemistad, descalificación, mediocridad y culpabilizaciones sin solución.
¿La Iglesia argentina está siendo suficientemente samaritana durante la pandemia?
Nuestras comunidades se han destacado a través de la caridad operativa de voluntarios y voluntarias, sacerdotes, religiosas, diáconos, catequistas, animadores de pastoral comprometidos en la ayuda a comedores, merenderos en barrios periféricos, enfermos y sufrientes, personas en situación de calle… han puesto una gran entrega y amor para servir a la sociedad toda. Muchos jóvenes asistieron con su sabiduría y destreza para poder llegar a miles con la comunicación digital, además de cocinar para ambulantes o a otros jóvenes en situación de vulnerabilidad, también se comprometieron a acompañar, cuidar, hacer mandados y otros servicios a los adultos mayores.
La soledad ha sido muy difícil para muchos. La pérdida de amigos y familiares sin poder despedirlos como acostumbramos nos ha generado una tristeza, desilusión y angustia mayor, pero a su vez muchos hemos sentido el consuelo de la Iglesia, que es madre, que acompaña y no abandona, que ofrece y reza, que confía y se une como pueblo de Dios confesando su amor por Jesucristo Resucitado.
¿Qué cambios visibles y concretos debe arbitrar la Iglesia después del coronavirus?
Hemos sido sorprendidos por el hambre de Dios de nuestra gente, la iglesia doméstica se ha visto fortalecida, la oración en familia, la vida espiritual robustecida por la participación masiva a través de los actos religiosos y de piedad por la web es un signo del valor intangible de la fe en nuestro pueblo. Como pastores hemos corroborado la paciencia y el amor con que los fieles han demostrado su confianza en Dios, en su Madre la Virgen y en el fructuoso hábito de compartir la Palabra de Dios. Sólo crecemos cuando dejamos atrás nuestro pesimismo, nuestra forma nostálgica y amarga de mirar la vida, y nos animamos a buscar a Dios que está siempre delante nuestro para guiarnos, para orientarnos.
"Hemos sido sorprendidos por el hambre de Dios de nuestra gente, la iglesia doméstica se ha visto fortalecida, la oración en familia, la vida espiritual"
Decididamente el Discernimiento Social de la Iglesia insta a encontrar maneras de poner en práctica la fraternidad como un principio regulador de orden económico. Donde otras líneas de pensamiento sólo hablan de la solidaridad, el Discernimiento Social de la Iglesia habla también de fraternidad. Reconocer al otro en forma personal implica visibilizarlo con bondad, implica no prejuzgarlo, y con lucidez, es decir con discernimiento, percibir, descubrir cuál es la urgencia, la necesidad o la situación particular de mi prójimo.
La situación vivida nos invita a repensar nuestros proyectos pastorales, a cuestionar nuestra escala de valores, a pensarnos como personas interdependientes, a unir voluntades, a repensar nuestras catequesis desde la dimensión social de la fe y de una Iglesia cercana, abierta, samaritana, encarnada y arraigada en del mandamiento del amor. Como expresa el Papa Francisco: No sería correcto interpretar este llamado al crecimiento exclusiva o prioritariamente como una formación doctrinal. Se trata de «observar» lo que el Señor nos ha indicado, como respuesta a su amor, donde se destaca, junto con todas las virtudes, aquel mandamiento nuevo que es el primero, el más grande, el que mejor nos identifica como discípulos… La exigencia ineludible del amor al prójimo.
¿La Conferencia Eclesial Amazónica es un signo de hacia dónde quiere Francisco que camine la Iglesia?
Sí, creemos que es el gran paso para reunir una pujante y vital región que genera en la Iglesia toda esta impronta de fe testimonial vivida en el sufrimiento, la constancia, la solidaridad, la alegría del Evangelio en medio de tantas desigualdades, persecuciones y opresión.
Como dice Francisco en “Querida Amazonía” en el momento actual la Iglesia no puede estar menos comprometida, y está llamada a escuchar los clamores de los pueblos amazónicos para poder ejercer con transparencia su rol profético… La lucha social implica una capacidad de fraternidad, un espíritu de comunión humana. Entonces, sin disminuir la importancia de la libertad personal, se evidencia que los pueblos originarios de la Amazonia tienen un fuerte sentido comunitario. Ellos viven de ese modo el trabajo, el descanso, las relaciones humanas, los ritos y las celebraciones. Todo se comparte…el desafío consiste en asegurar una globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar nadie al margen.
¿Sigue estando demasiado solo el Papa argentino en su intento de reformar el mundo y la Iglesia?
Es que Francisco es un pionero, un gran precursor de la “projimidad”, como le gusta decir, y esta projimidad entendida a nivel global encuentra en su persona un líder mundial, que por serlo, es criticado y agredido dentro y fuera de la Iglesia, pero a la vez es reconocido, valorado por su intuición, su capacidad de encuentro, su lucidez, su don de discernimiento espiritual, que lo pone siempre un paso adelante, no porque lo planee así, sino porque el Espíritu lo motiva, le imprime este carácter y esta sensibilidad por los más vulnerados del planeta junto a la valentía profética de no callar la verdad del Evangelio, pero a la vez no atropellar, respetando la opinión de los demás, acompañando, concertando, cuidando, sin renunciar a la “parresía” desafiante del anuncio en una realidad cambiante, epocal que implica una gran libertad de espíritu.