"Nuestra universidad cree en formar profesionales exitosos en una sociedad exitosa" José Virtuoso sj: "Si Venezuela quiere dejar de ser un Estado fallido, toca salir de este régimen"
Para el rector de la Universidad Católica Andrés Bello, en la comunidad universitaria "el tema de la lucha por el cambio político en Venezuela, la inclusión, la atención a las víctimas, la defensa de la democracia... es fundamental"
"La gran ventaja que tenemos en Venezuela es que no padecemos todavía el mal de la indiferencia religiosa"
"Venezuela no me deja dormir. Veo esta sociedad en peligro, porque aquí la pobreza es multidimensional"
"Intentamos seguir el aliento profético de los obispos, que ha sido muy claro, y denunciar esta situación"
"Venezuela no me deja dormir. Veo esta sociedad en peligro, porque aquí la pobreza es multidimensional"
"Intentamos seguir el aliento profético de los obispos, que ha sido muy claro, y denunciar esta situación"
Rector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el jesuita José Virtuoso la ha llevado a estar entre las 100 mejores de América Latina, pese a la dificultad de este esfuerzo en el contexto de la actual Venezuela, en el que "se están desmoronando" muchas cosas. Le entrevistamos para conocer los éxitos de la universidad y su postura ante la crisis venezolana, a la que ve "una salida electoral" mediante la esperanza y "la presión pacífica".
¿La suya es la mejor universidad de Venezuela?
Decir eso es demasiado en estos tiempos, en los que hacemos un esfuerzo por sobrevivir en medio de las circunstancias del país, pero yo creo que sí. La Andrés Bello ocupa un lugar importante en el ránking de las universidades de América Latina, está entre las 100 mejores. Antes, este era un dato que yo no tomaba demasiado en cuenta, pero ahora soy consciente de que reconocer a la universidad como recinto de calidad en la formación universitaria es fruto de un esfuerzo que hacemos en medio de múltiples carencias. Esforzándonos, además, en que sea una universidad inclusiva, no solo para un grupo, sino accesible para todos. ¿Por qué inclusión? Aproximadamente el 43% de los estudiantes tiene alguna forma de ayuda económica. Estas ayudas por nuestra parte son un gran esfuerzo en una universidad de 12.000 estudiantes, que agradecemos a mucha gente solidaria: particulares, instituciones... que ciertamente ayudan con este tipo de becas.
Una universidad con mucha incidencia en el entorno
Para nosotros hay dos líneas. Una es la de todo lo que tiene que ver con la universidad en sí misma, que responda a los retos educativos de la sociedad del siglo XXI. Retos que están muy asociados a la diversificación del curriculum, a la innovación educativa, al uso de la tecnología, a la comprensión de nuestros estudiantes como ciudadanos del mundo que, como tales, quieren ser capacitados, combinando su tradicional formación universitaria con otros muchos saberes, que les posibiliten diversas competencias.
"Desde nuestro Centro Social Padre Manuel Aguirre, los estudiantes y profesionales universitarios ofrecen espacios de servicio -sanitario, jurídico, administrativo...- a los desprotegidos de la sociedad"
Además de esa línea de trabajo, la otra gran preocupación es que, como bien decía Ignacio Ellacuría, no se puede formar profesionales exitosos para sociedades fracasadas. Para nosotros, la idea es profesional exitoso en una sociedad exitosa. El tema de la lucha por el cambio político en el país, por la inclusión, por la atención a las víctimas, por la defensa de la democracia... es fundamental.
Las necesidades del país
Sí. En esa línea, nos servimos de varias áreas. Una es la que tiene que ver con todo el área de investigación. La universidad sigue desarrollando investigaciones muy importantes en el área social, humanística, del Derecho, de los Derechos Humanos... Tratamos de construir, desde la potencia de lo que somos, desde la academia, propuestas para el país. Actualmente la universidad es abanderada de todos los estudios sobre la realidad social del país especialmente en materia de pobreza y de empobrecimiento de las condiciones de vida. Trabajamos prospectivamente cuáles son los grandes retos en salud, en alimentación, etc.
Otro área de acción en esa línea tiene que ver con la concepción de la universidad como un espacio de encuentro. Esta es una sociedad que necesita debatir, encontrarse, orientarse. Y nada mejor que la universidad como un gran aforo público para la discusión pública.
El último gran tema es nuestra defensa de las víctimas, de los desprotegidos de toda esta tragedia social. Esto incluye la defensa de todo derecho humano, pero también todo lo que podamos hacer desde la labor asistencial. Tenemos un Centro Social importante, el Padre Manuel Aguirre, que es una iniciativa que nació hace algo más de 20 años en la universidad, con la idea de construir un parque social. Donde los profesionales y los estudiantes pudieran ofrecer, desde sus conocimientos, espacios de servicio a toda la comunidad.
¿Servicios de salud, de educación...?
Acompañamiento en todas las cuestiones, también jurídicas, de asesoría psicológica... Es algo así como una proyección de lo que es el saber de la universidad puesto al servicio de la comunidad. Realmente no conozco en América Latina una experiencia como ésta.
¿Es la vocación de su universidad?
Exacto, es lo que somos, algo muy nuestro. Todo esto lo hacemos desde una identidad, muy claramente marcada, de seguir a Jesús. Para nosotros, la fe en Jesús tiene que mostrarse con coherencia, tratando de vivir conforme a sus valores y haciendo del mensaje cristiano un mensaje, una palabra, acompañado de las obras. La inspiración cristiana está ahí y, dentro de ella, la profunda inspiración de la Compañía de Jesús.
¿Logran transmitirle esos valores cristianos a la gente joven de ahora, que no se muestra muy receptiva?
La gran ventaja que tenemos en Venezuela es que no padecemos todavía el mal de la indiferencia religiosa. Frente al mal del ateísmo, en Venezuela la religión católica todavía es muy practicada. Es prioritaria para aproximadamente el 76% de la población, que se declara católico. Si hablamos de cristianismo, mucho más: estaríamos hablando casi de un 86%. Lo que hay menos, como en otros países, es el cultivo de esa fe. En la universidad, el mensaje cristiano, sus valores, sí que encuentran mucha acogida. No nos encontramos esa resistencia de la que hablas en el mundo joven. Lo que nos encontramos son las dificultades propias del tiempo moderno, para asimilar ese mensaje entre otros mensajes y distracciones.
¿Le duele Venezuela?
Muchísimo. No me deja dormir. Veo esta sociedad en peligro. Cada día se convierte en una sociedad de mayor dolor y tragedia. En Venezuela la pobreza es multidimensional y alcanza a más de la mitad de la población. Estamos hablando de familias que no solamente tienen problemas para conseguir el ingreso necesario para vivir, sino que poseen varios problemas que agudizan esa pobreza: no tienen vivienda, están enfermos, el tema educativo... Dentro de todo ello, por estar metido, me duele mucho la educación. Este es un país donde el sistema educativo se está desmoronando cada vez más.
Cuando el sistema que había era bueno y gratuito
Las universidad del país están viviendo un momento muy malo. Por eso para nosotros pensar en la Universidad Católica como un espacio de calidad abierto a todos, es fundamental.
¿La denuncia profética que hacen ustedes, como Iglesia Católica, les expone demasiado? ¿Tienen miedo?
Sí, porque nos pone en el foco. Intentamos seguir el aliento profético de los obispos, que ha sido muy claro. La Compañía de Jesús, como orden, también se caracteriza por esa claridad... Y, en lo personal, como rector universitario me toca asumir esa bandera y llevarla adelante. Lo hacemos con todos los temores y dificultades propias de asumir posturas críticas. Nos sentimos, efectivamente, bajo riesgo y amenaza constante. Pero no puedo decir que yo haya recibido una amenaza personal y directa, como por ejemplo pasa con nuestro rector en la universidad de Nicaragua, la Católica de Managua. No he llegado a esta situación, gracias a Dios. Pero evidentemente estamos lejos de celebrar nuestra situación.
¿Qué salida propone? Los obispos hablan de elecciones libres...
En Venezuela la democracia se bloqueó. Digamos que somos una sociedad sin instituciones, sin Estado de Derecho protegido por la Constitución. Una sociedad en donde un grupo, a su propio arbitrio, controla el Estado. Somos un buen ejemplo de lo que significa un Estado fallido, donde el gobierno no hace lo que tiene que hacer.
Eso, en Europa, suena muy fuerte.
Es así. Es un Estado que, más bien, promueve el delito y vive del delito abiertamente. Entonces, en definitiva, si Venezuela quiere avanzar, toca salir de este régimen. Nuestra propuesta es que sea bajo una solución democrática. Será muy difícil, pero el arte de la política consiste en negociar, persuadir al otro, y presionar protestando. Nuestra sociedad se ha manifestado en las calles y lo sigue haciendo a pesar de la frustración y el desencanto. Hay que construir las condiciones para que haya una salida electoral. Será por etapas... Un largo camino. Pero es la tarea que tenemos hoy día en la sociedad venezolana.
¿Evitando, por encima de todo, la violencia?
Claro: el camino de la violencia no nos lleva a ninguna parte. Ese camino no lo podemos buscar... Otra cosa es que se presente, pero nosotros no podemos pretender salir de la violencia con más violencia. Tampoco son factores exógenos los que nos van a sacar de esta crisis: los venezolanos seremos protagonistas. Pero construyendo una salida política sin violencia, a través de la presión ciudadana y la presión externa (creo que el mundo, en este sentido, se ha portado bien con Venezuela). Creo que este sería un proceso que podría funcionar. Por supuesto, con el empeño de todos nosotros.
Entonces, al final, ve cierta esperanza.
Yo sí. Soy un convencido de que esta lucha nos traerá luz. Porque en este camino hay mucha buena voluntad comprometida, muchos venezolanos que quieren el cambio y muchos países de fuera acogiendo estas propuestas. Soy optimista y tengo esperanza, aunque también soy consciente de que es un proceso difícil, que llevará su tiempo.
¿Qué le dice al padre Sosa?
Que nos siga acompañando con la ilusión de su apoyo y de sus grandes orientaciones. Que siga siendo ese líder inspirador que fue en Venezuela.
¿Y al Papa Francisco?
Que nos dé su bendición, que nos anime a seguir luchando.