De ahí la invitación dirigida a todos los funcionarios públicos y líderes del país para que se comprometan en cuatro puntos. El primero es "asegurar elecciones libres y justas en las que todos los americanos elegibles puedan votar con seguridad sin interferencias, presiones o miedo a la intimidación". A los líderes y funcionarios electorales se les insta a "contar cada voto" según la ley antes de anunciar los resultados de las elecciones, aunque "este proceso lleva más tiempo debido a las precauciones del Covid-19 contra el contagio". Este - es el razonamiento implícito - para evitar lo que ocurrió en las controvertidas elecciones presidenciales de 2000, cuando el recuento de votos en Florida fue interrumpido por la declaración de victoria de George Bush tras un fallo del Tribunal Supremo. También deben "compartir información oportuna y precisa" sobre los resultados de la votación y resistir la tentación de difundir la desinformación. Por último, se pide a los dirigentes políticos que "apoyen activa y públicamente una transición pacífica del poder y la continuidad del gobierno" basada en resultados electorales legítimos. Una referencia implícita a las repetidas declaraciones del presidente Donald Trump sobre el riesgo de fraude y su aceptación de los resultados si estaban a favor de su rival Joe Biden.
Según los líderes religiosos, estos cuatro principios son fundamentales para el buen funcionamiento de las instituciones republicanas y son apoyados por la gran mayoría de los estadounidenses, aunque -señalan- este año "han sido desafiados como nunca antes". "América es tan fuerte como el compromiso de su pueblo con nuestra democracia y las libertades y derechos que garantiza", recuerda en conclusión el llamamiento firmado también por varios representantes de la Iglesia Católica.