Durante el Encuentro Nacional de Evangelización y Catequesis 2019 Mons. Gustavo Carrara: “Hay que gustar ser amigos de los pobres”
El obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario episcopal para las villas de emergencia desarrolló una de las ponencias principales
"No sólo hay que ser generosos con los que menos tienen, sino que hay que entrar en comunión con los más pobres, hay que gustar ser amigos de los pobres", expresó
"Cristo vive. Este es el kerigma, es el primer anuncio"
"Cristo vive. Este es el kerigma, es el primer anuncio"
| AICA
(AICA).- Durante el Encuentro Nacional de Evangelización y Catequesis 2019 (ENEC) que se realizó del viernes 12 al domingo 14, el obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario episcopal para las villas de emergencia, monseñor Gustavo Carrara, desarrolló una de las ponencias principales.
Titulada “¡Cristo vive! Y nos invita a tender puentes de misericordia…”, la conferencia del prelado comenzó hablando sobre la catequesis “kerigmática” y “mistagógica”, expresada en la encíclica Evangelii Gaudium del papa Francisco, y la última exhortación apostólica Christus vivit. “Dios te ama, Cristo es tu salvador, Él vive. Este es el kerigma, es el primer anuncio por dos razones: porque es el más importante y porque hay que empezar por allí. Todo lo demás viene después”.
“Cristo vivo y resucitado no ha querido que desaparecieran de su cuerpo sus llagas santas y gloriosas. Sus manos, sus pies, su costado. Solo podemos entrar en el corazón de Dios a través de las llagas de Cristo. Y sabemos que hoy Cristo está llagado en los niños, niñas y adolescentes que sufren la pobreza, en los ancianos olvidados, en los enfermos, en aquellos padres de familia que han perdido el trabajo”, expresó.
El vicario episcopal para las villas de emergencia propuso organizar las comunidades en torno “al principio de la misericordia”, “trabajando por la cultura del encuentro”, porque “abrirnos al dolor humanizará nuestras comunidades de fe”. Y señaló que “no sólo hay que ser generosos con los que menos tienen, sino que hay que entrar en comunión con los más pobres, hay que gustar ser amigos de los pobres”.
"Abrirnos al dolor de los demás humanizará nuestras comunidades de fe"
“Si como creyentes hemos experimentado realmente la misericordia de Dios, no podemos dejar de conmovernos ante las injusticias sociales. Y ante un ser humano que sufre y que llega a la puerta de nuestras comunidades; no deberíamos preguntarle si tiene un nombre que lo recomiende, o qué nacionalidad tiene, o qué religión tiene, sino tan solo preguntarle: ¿Cuál es tu dolor? ¿Cuál es tu sufrimiento?”.
Enseguida, monseñor Carrara instó a volver sobre el Evangelio de San Mateo en el capítulo 25: “Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a verme” (Mt 25, 35-36). Y resaltó recordando las palabras de Francisco: “Este texto no es una simple invitación a la caridad: es una página de cristología, que ilumina el misterio de Cristo”.
Y luego animó a releer San Lucas en el capítulo 14: “Cuando des una comida, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos, no sea que ellos a su vez te inviten y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos, y serás dichoso, porque ellos no te pueden corresponder. Y se te recompensará en la resurrección de los justos” (Lc 14, 12-14), el Evangelio que habla de “la fuerza que tienen los encuentros en torno a la mesa para Jesús”.
“Aquí no se habla de un momento de generosidad, sino de entrar en comunión, se trata de amistad”, exclamó monseñor Carrara y volvió sobre la necesidad de “permanecer cerca del pueblo, especialmente de aquellos que están solos, débiles y necesitados”, y de acrecentar la “capacidad de hospitalidad”.
Al concluir, monseñor Carrara manifestó: “Como comunidad cristiana estamos llamados frente a tantos muros visibles e invisibles, a tender puentes de misericordia. Muchas veces en la gran ciudad nos preguntamos ¿dónde vive Dios? Si nos acercamos a las llagas de nuestros hermanos, nos encontraremos con Dios que ya estaba allí antes que nosotros llegáramos”.