"La infancia es una bendición. Que haya niños en la Iglesia es una bendición" Monseñor Acero: “Proteger la niñez es un mandato divino y requiere de adultos sanos”
"A partir de los pasajes evangélicos recogidos en los libros de san Marcos y san Mateo, evidenció que en la Biblia es posible constatar la enorme importancia que las niñas y los niños tienen para Dios"
"Debemos ser apóstoles de la prevención” que apunte a la “defensa del interés superior del niño”, lo que requiere trabajar en la 'cultura del buen trato'"
El prelado cuestionó que muchos sacerdotes estén más preocupados por las formas que por los contenidos
"Dios se entristece, cuando se descuida a los niños, se les abandonan o se les niegan sus derechos y cuando no son aceptados, amados y protegidos"
El prelado cuestionó que muchos sacerdotes estén más preocupados por las formas que por los contenidos
"Dios se entristece, cuando se descuida a los niños, se les abandonan o se les niegan sus derechos y cuando no son aceptados, amados y protegidos"
| Carlos Zapata
(Desde la Fe).- Psicólogo de profesión y Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México, monseñor Francisco Javier Acero brindó luces acerca de las claves para asegurar la protección de los niños que exige la Iglesia Católica, con base en el modelo de Jesús.
El obispo ofreció una conferencia en el marco de la “Semana del Buen Trato” organizada por la Arquidiócesis Primada de México con el ánimo de promover que las infancias “sean bien tratadas por los adultos que cuidan de ellas”.
Tras analizar diversos pasajes bíblicos, monseñor Acero mostró el comportamiento de Jesús con los niños, así como los argumentos usados por Él para responder a los cuestionamientos de los apóstoles.
De igual modo, Obispo acompañante de la Comisión para la Protección de Menores, delineó diversos elementos clave para el cuidado responsable de la niñez en entornos de la Iglesia.
Lo hizo en función de una visión cristiana en la que los catequistas y los agentes de pastoral necesitan trabajar también en su propia formación.
A partir de los pasajes evangélicos recogidos en los libros de san Marcos y san Mateo, evidenció que en la Biblia es posible constatar la enorme importancia que las niñas y los niños tienen para Dios.
Bajo esa óptica, recordó las revelaciones sobre la necesidad de parecerse a ellos para entrar al Reino de los cielos, así como las duras advertencias para quienes atenten en su contra.
“Que las parroquias sean lugares seguros”
Vinculado a la vida religiosa en el seno de los Agustinos Recoletos, con un amplio trabajo de apoyo a los jóvenes y en diversos centros de recuperación y albergues, monseñor Acero destacó la importancia de que “las parroquias sean lugares seguros”.
Además, consideró necesario que los niños disfruten de espacios donde “puedan desahogarse sobre aquello (negativo) que les pasa” en el hogar o la escuela, lo que exige una elevada “preparación de los catequistas”.
En este aspecto, dijo que “debemos ser apóstoles de la prevención” que apunte a la “defensa del interés superior del niño”, lo que requiere trabajar en la “cultura del buen trato”.
De igual forma, argumentó que “servimos a un Dios cuyo corazón se interesa por los niños”, y siente “un amor tierno, protector e incesante por ellos”.
Monseñor Francisco Javier Acero hizo votos por la construcción de relaciones sociales de convivencia naturales que brinden seguridad, y recordó que diversos gestos son importantes en esa sana vinculación: “Bendecir a los niños, estar cercanos con ellos, chocar las palmas”.
Por otra parte, el Obispo Auxiliar de México se refirió a las quejas de sacerdotes que discriminan a los padres que llevan a sus hijos pequeños a Misa: “A mí me gusta el ruido de los niños cuando estoy en un sermón, porque quiere decir que hay vida”.
“A otros les interrumpe, les aleja, hay que chequearse” y preguntarse: “qué pasa que cuanto me interrumpe un niño y me pongo mal”.
De igual modo, consideró algo natural el ruido “en un ambiente público y en una iglesia”, e insistió: “¡Qué bueno que estén corriendo!… incluso en la iglesia. Es algo natural”.
Así mismo, cuestionó que muchos estén más preocupados por las formas que por los contenidos.
“Que haya niños. Yo voy a seguir rezando por ellos, por mi comunidad y personalmente. ¿Por qué echamos a la gente de las iglesias? La iglesia tiene que estar abierta a todos”.
Tres agresiones contra la niñez
El Obispo enumeró algunas de las acciones del hombre que entristecen a Dios y muchas veces ocurren de forma silenciosa. Dijo que deben ser señaladas y erradicadas:
1.Cuando se descuida a los niños
Ese descuido comienza en casa. “Los teléfonos móviles intervienen nuestras conversaciones” y nos desconectan. “Pregúntese cómo comparto con la familia y con mis padres”.
También ocurre en la iglesia: “La catequesis es más que un lugar de nociones, es también de experiencias, no sólo de la mente. Los niños tienen derecho a conocer a los catequistas y platicar con ellos”.
2.Cuando se abandona a los niños o se les niegan sus derechos
“Hay menores no acompañados en nuestros albergues. Muchas veces somos muy indiferentes”. Además, “se les niegan sus derechos cuando somos indiferentes a sus realidades”.
3.Cuando no son aceptados, amados y protegidos
Se presenta todo tipo de maltrato… “en la escuela, en el deporte”. Y la realidad es que “a todos se les tiene que aceptar, amar y proteger”. No en vano, “Jesús les impone las manos y los bendice”, al tiempo que enfatiza con autoridad: “Dejen que se acerquen a mí: no se los impidan…”.
Jesús invita a ser como los niños
Posteriormente, monseñor Acero mencionó cómo podemos conectarnos con Jesús desde la ingenuidad de los niños, pues “para Jesús el ser pequeño es necesario”, pero una “pequeñez”, no el sentido de una versión inmadura de nosotros mismos, sino a la luz de una profunda humildad y la constante búsqueda de aprender y crecer.
Advirtió, asimismo, que “nos hemos llenado tanto de grandes teologías que no hemos sabido llegar al mensaje de Jesús: abre tu corazón a un encuentro con un Jesús vivo, lo que va más allá de un retiro, pues es mucho más profundo”.
“Hacerse como niños es estar de la mano con Él, quien nos dice: aunque hayas caído, levántate porque estoy contigo”, agregó
E insistió en que a la niñez hay que protegerla y custodiarla. Aclaró también que “¡es un mandato del evangelio!” en el que “no se trata de fiscalizar, sino de cuidar con amor”.
Una adultez sana es fundamental
Otro elemento que analizó monseñor Francisco Acero fueron las consecuencias de las heridas de una infancia que inciden en la vida adulta. Citó los comportamientos asociales y la excesiva búsqueda de atención.
Por ello, consideró un riesgo a los adultos con infancia no trabajada:
“Para poder trabajar la niñez debo revisar mi propia niñez, trabajarla y reconciliarla… ¡Qué bueno que los catequistas sanen sus heridas!”.
Y sugirió que el perfil de un buen catequista debería apuntar a personas muy sanas que sepan leer las emociones, “porque en las emociones está Jesús”.
Finalmente, dejó claro que los niños “no son un reducto más dentro de la catequesis”, sino seres imprescindibles que “nos ocupan y nos preocupan”.
En efecto, reiteró que “la infancia es una bendición. Que haya niños en la Iglesia es una bendición” y señaló que los formadores no deben improvisar ni subestimar, pues “los niños lo perciben”.
Igualmente, estimó fundamental la revitalización del valor de la familia: “¿Estamos abrazando? Somos muy indiferentes ante niños que sufren… ¿Somos valientes para defender la vida de los nacidos y de los niños por nacer?”.
Etiquetas