"Bolivia arde, no perder la calma", recomienda el prelado Monseñor Castellanos: "Nuestros políticos se están jugando el futuro de Bolivia, la gobernabilidad del país y el bienestar y felicidad de nuestro pueblo"
"Llevo 28 años en Bolivia, en el Plan 3000, intentando reducir las fronteras de la pobreza, mediante la educación y la evangelización"
"En esta situación de violencia, de confrontación, la única vía de solución es sentarse las dos partes a dialogar, buscar una salida política, pactada, pacífica, democrática, valiente"
"Con humor y sabiduría aceptar la verdad de las urnas y sacrificarlo todo por asegurar el bien establecido, no hacer sufrir al pueblo ni a los pobres"
"Con humor y sabiduría aceptar la verdad de las urnas y sacrificarlo todo por asegurar el bien establecido, no hacer sufrir al pueblo ni a los pobres"
Me duele Bolivia. Esta Bolivia convulsa, perturbada, violenta, enfrentada en las calles, con motivo de las elecciones generales del pasado 20 de octubre. Llevo 28 años en Bolivia, en el Plan 3000, intentando reducir las fronteras de la pobreza, mediante la educación y la evangelización. Y ciertamente, la Bolivia que yo encontré y en la que he vivido feliz, era una Bolivia acogedora y no excluyente, hospitalaria y no discriminatoria, comunitaria y no enfrentada, dialogante y no impositiva, fraternal y no resentida, trabajadora y menos corrupta, emprendedora y no sumisa.
Y ahora de repente, se levanta, se enfrenta, bloquea, se mete en un paro indefinido. De repente aparecen las dos Bolivias que se enfrentan. ¿Por qué? ¿Qué es lo que ha sucedido? ¿Quién ha preparado este tempero favorable a la violencia y la confrontación?
Los hechos están ahí, conocidos por todos ¿Pero dónde está la verdad? No podemos renunciar a la vedad de los resultados de las elecciones generales. El voto del pueblo es soberano, intocable, respetado, no se puede alterar. En caso contrario se rompe la democracia y desaparece el estado de derecho y de las libertades. Y lo peor, es que corremos el riesgo de caer en la dictadura, el peor mal social, que perturba el orden legal, constitucional y el bienestar de los ciudadanos.
En esta situación de violencia, de confrontación, la única vía de solución es sentarse las dos partes a dialogar, buscar una salida política, pactada, pacífica, democrática, valiente, que solo busque el bien común del pueblo y, sobre todo, de los pobres, de los más vulnerables.
No perder la calma. Con humor y sabiduría aceptar la verdad de las urnas y sacrificarlo todo por asegurar el bien establecido, no hacer sufrir al pueblo ni a los pobres. No puede ser que una parte del pueblo boliviano aplaste a la otra parte del mismo, que la democracia se haga pedazos para entrar en la noche oscura de la dictadura, de tan infeliz y trágico recuerdo en la historia reciente de nuestra Bolivia.
Nuestros políticos se están jugando el futuro de Bolivia, la gobernabilidad del país y el bienestar y felicidad de nuestro pueblo boliviano que merece mejor suerte.