Piden que se persiga la corrupción y que la Hacienda pública sea justa Obispos de Costa Rica: "Desigualdad, pobreza y desempleo son consecuencias de un modelo económico que no pone en el centro al ser humano"
El episcopado comenta en un mensaje “la presentación de lo que sería un nuevo Ajuste Fiscal por parte de las autoridades del Poder Ejecutivo de nuestro país”
Demandan que no se hagan recortes en los programas sociales destinados a los más pobres
(Agencia Fides).- “Costa Rica es víctima de la falta de decisiones dirigidas a una reforma estructural del Estado, a reactivar verdaderamente la economía, a contener el gasto público y fomentar la producción. Si de sacrificios se trata, ya hubo una reforma de ajuste fiscal a finales del año 2018. En décadas pasadas, el país se ha sometido a distintos arreglos, producto de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, y otro tipo de ajustes estructurales. Como pastores de la Iglesia costarricense, pedimos encarecidamente que se proteja a los más vulnerables y a los sectores productivos; solicitamos particularmente que se mejore la recaudación fiscal, con mecanismos eficientes y transparentes; que se combata la evasión fiscal, evitando así la corrupción y la irresponsabilidad”.
Así lo ha expresado la Conferencia Episcopal de Costa Rica, en su reciente mensaje del 21 de septiembre en el que comenta “la presentación de lo que sería un nuevo Ajuste Fiscal por parte de las autoridades del Poder Ejecutivo de nuestro país”.
Los obispos ciertamente no desconocen las graves consecuencias que ha dejado la pandemia provocada por el COVID-19, pero llaman a los gobernantes en el poder, en los últimos treinta años, a asumir la responsabilidad de decisiones y acciones que tenían al país en condiciones sumamente precarias ya antes de la pandemia, y señalan: “Desigualdad, pobreza y desempleo son tan solo consecuencias de un modelo económico que no pone en el centro de su desarrollo al ser humano”.
Luego el mensaje subraya: “una reducción del gasto público”; los impuestos, “deben ser progresivos y no en propuestas que incluyan impuestos regresivos, afectando a los más vulnerables”; además de indicar que no se hagan recortes en los programas sociales destinados a los más pobres y necesitados.
En este sentido citan el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (numeral 355): «Una Hacienda pública justa, eficiente y eficaz, produce efectos virtuosos en la economía». Se requiere «rigor e integridad en la administración y en el destino de los recursos públicos», afirma el mismo numeral.
La Conferencia episcopal también pone de relieve que a “la clase media de nuestro país, con el paso de los años, ha quedado con poquísimas oportunidades de un mayor progreso, de tener mejor acceso a vivienda o de posibilidades de crecimiento, precisamente porque se han cargado sobre esta clase media algunos de los impuestos creados en los últimos años, y según los nuevos planes de ajuste, este sector sufrirá de nuevo un duro golpe”. Los obispos por tanto exhortan a un diálogo auténtico, “que se tomen en cuenta los diferentes aportes de grupos sociales, para suscitar una sana discusión con el único fin de buscar el bien común, la justicia social y el desarrollo integral de las personas”.
Por último concluyen recordando las palabras del Papa Francisco en su Encíclica Laudato Si’ (n. 189): «La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana».