"La Madre mestiza vino para acompañar al pueblo americano en este camino de pobreza, explotación y colonialismo" El Papa clama: "No permitamos que el mensaje de Guadalupe se destile en pautas ideológicas. A la madre no se la ideologiza"
"El Señor quiso transformar la conmoción que suscitó el encuentro entre dos mundos diversos en recuperación de sentido y de dignidad, en apertura al Evangelio"
"Llegó a las benditas tierras de América nuestra Señora de Guadalupe, presentándose como la “Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive” (cf. Nican Mopohua), para consolar y atender las necesidades de los más pequeños"
"Este año celebramos Guadalupe en un momento difícil para la humanidad. Es un período amargo, repleto de fragores de guerra, crecientes injusticias, carestías, pobreza y sufrimiento"
"Exhorto, pues, a todos los miembros de la Iglesia que peregrina en América, pastores y fieles, a participar en este camino celebrativo que se propone promover el encuentro con Dios a través de Nuestra Señora de Guadalupe, para la renovación del tejido social y eclesial de esos pueblos y comunidades"
"Este año celebramos Guadalupe en un momento difícil para la humanidad. Es un período amargo, repleto de fragores de guerra, crecientes injusticias, carestías, pobreza y sufrimiento"
"Exhorto, pues, a todos los miembros de la Iglesia que peregrina en América, pastores y fieles, a participar en este camino celebrativo que se propone promover el encuentro con Dios a través de Nuestra Señora de Guadalupe, para la renovación del tejido social y eclesial de esos pueblos y comunidades"
“El Señor quiso transformar la conmoción que suscitó el encuentro entre dos mundos diversos” (España y América) y envió “a María, su Madre”. “Así llegó a las benditas tierras de América nuestra Señora de Guadalupe”. Al Papa Francisco, como a casi todos los latinoamericanos, se le enciende con fuego de amor el corazón ante la Guadalupana, la patrona de la Patria Grande. A juicio de Bergoglio, si la conmoción de la colonización española fue grande, la actual coyuntura no se queda atrás, porque estamos en “un período amargo, repleto de fragores de guerra, crecientes injusticias, carestías, pobreza y sufrimiento”, pero aún así “este es un tiempo propicio de salvación, en el que el Señor, a través de la Virgen Madre, sigue dándonos a su Hijo”.
Y Francisco termina recordando que hoy “se inicia en el continente americano la Novena Intercontinental Guadalupana, camino que prepara a la celebración del V Centenario del Acontecimiento Guadalupano en 2031” e invita a todos , “pastores y fieles, participar en este camino celebrativo que se propone promover el encuentro con Dios a través de Nuestra Señora de Guadalupe, para la renovación del tejido social y eclesial de esos pueblos y comunidades”. Y, sobre todo, pide que Guadalupe no caiga en la ideologización: "A la madre no se la ideologiza"
Texto íntegro de la homilía del Papa
Nuestro Dios conduce la historia de la humanidad en todo momento, nada queda fuera de su poder, que es ternura y amor providente. Se hace presente a través de un gesto, de un acontecimiento o de una persona. No deja de asomarse a nuestro mundo, necesitado y herido, para asistirlo con su compasión y su misericordia. Su modo de intervenir, de manifestarse, siempre nos sorprende, y nos llena de gozo.
La lectura de la carta a los Gálatas nos ofrece una indicación precisa que nos ayuda a contemplar, con agradecimiento, su plan para redimirnos y hacernos sus hijos adoptivos: «cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer» (Gal 4,4).
Sí, la venida del Hijo en carne humana es la suprema expresión de su método divino en favor de nuestra salvación. Dios, que tanto amó al mundo, nos envió a su Hijo, «nacido de una mujer», para que «todo el que crea en él no muera, sino tenga Vida eterna» (Jn 3,16). Así, en Jesús, nacido de María, el Eterno entra en la precariedad de nuestro tiempo, se hace para siempre, de forma irreversible “Dios-con-nosotros” y camina a nuestro lado como hermano y compañero. Vino para quedarse. Nada de los nuestro le es extraño porque es “uno de nosotros”, cercano, amigo, consubstancial con nosotros en todo, menos en el pecado.
¡Muy feliz día de la #VirgenDeGuadalupe y un saludo fraterno a toda #AméricaLatina! Esta tarde, a las 18 hora de Roma, @Pontifex_es preside la santa misa en la Basílica de San Pedro. La podrán seguir a través de las distintas plataformas de Vatican News. @comisionamlatinpic.twitter.com/w22OyBXVSZ
— Vatican News (@vaticannews_es) December 12, 2022
Hace casi cinco siglos, en un momento complicado y difícil para los habitantes del nuevo mundo, el Señor quiso transformar la conmoción que suscitó el encuentro entre dos mundos diversos en recuperación de sentido y de dignidad, en apertura al Evangelio. Transformarla en encuentro. Y lo hizo enviando a María, su Madre, en la lógica que el Evangelio de hoy nos recuerda: después del anuncio del ángel, «María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña» (Lc 1,39). La Virgen apresurada. Así llegó a las benditas tierras de América nuestra Señora de Guadalupe, presentándose como la “Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive” (cf. Nican Mopohua), para consolar y atender las necesidades de los más pequeños, sin excluir a nadie, para arroparlos como madre solícita con su presencia, su amor y su consuelo. Es nuestra madre mestiza.
En las muchas y dolorosas encrucijadas de nuestra historia actual no estamos solos. Dios continúa mandándonos a la Madre de su Hijo, que se encamina también hoy, del mismo modo que entonces, «sin demora» ―presurosa― «en el tiempo establecido» por la divina bondad. Nuestra Señora de Guadalupe nos invita a dejar de lado todos los prejuicios y los temores que pueblan nuestro corazón y confiar en “el verdadero Dios por quien se vive”, orientándonos, con alegría y confianza, a reafirmar nuestra pertenencia al Señor.
Este año celebramos Guadalupe en un momento difícil para la humanidad. Es un período amargo, repleto de fragores de guerra, crecientes injusticias, carestías, pobreza y sufrimiento. Y aunque este horizonte aparezca sombrío, desconcertante, con presagios de mayor destrucción y desolación, el amor y la condescendencia divinas nos dicen que también este es un tiempo propicio de salvación, en el que el Señor, a través de la Virgen Madre mestiza, sigue dándonos a su Hijo, que nos llama a la fraternidad, a dejar de lado el egoísmo, la indiferencia y el antagonismo, invitándonos a hacernos cargo «sin demora» los unos de los otros, e ir al encuentro de los hermanos y hermanas olvidados y descartados por nuestras sociedades consumistas y apáticas. Nuestros hermanos dejados de lado. Es la madre solícita.
En esta celebración, aquí en la Basílica de San Pedro, Santa María de Guadalupe quiere encontrarse también con nosotros, como un día con Juan Diego en el cerrito del Tepeyac. Quiere quedarse con nosotros. Nos suplica que le permitamos ser nuestra madre, que abramos nuestra vida a su Hijo Jesús y acojamos su mensaje para aprender a amar como Él. Ella vino para acompañar al pueblo americano en este camino de pobreza, explotación y colonialismos…
Hoy, 12 de diciembre, se inicia en el continente americano la Novena Intercontinental Guadalupana, camino que prepara a la celebración del V Centenario del Acontecimiento Guadalupano en 2031. Exhorto, pues, a todos los miembros de la Iglesia que peregrina en América, pastores y fieles, a participar en este camino celebrativo que se propone promover el encuentro con Dios a través de Nuestra Señora de Guadalupe, para la renovación del tejido social y eclesial de esos pueblos y comunidades. Me preocupan las propuestas de tinte ideológico y espiritual que quieren desestimar, y maquillar a la madre. No permitamos que el mensaje se destile en pautas ideológicas. Y a la madre no se la ideologiza.
Agradezcamos al Señor el inmenso cariño que nos ha demostrado al enviar a nuestro continente americano a su Madre Santísima. Ella sigue velando por nosotros y manifestándonos su ternura maternal, consuelo y auxilio. Quiere recordarnos que ha sido el Evangelio el que ha modelado el alma de América Latina, y que como creyentes en Cristo es nuestra responsabilidad ser testigos creíbles del amor de Jesucristo y protagonistas decididos en la construcción de una nueva cultura que cuide, incluya y rehabilite.
Que Jesucristo, el deseado de todas las naciones, por intercesión de Nuestra Madre de Guadalupe, nos conceda días de alegría y serenidad, para que la paz del Señor habite en nuestros corazones y en el de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
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