No habrá Navidad en la casa-palacio del patriarca de Rusia.
| Edit. Salvador GARCÍA BARDÓN
Cirilo y los suyos, con su esposa, hijos, hijas, nietos y nietas, en este año, y de por vida, están condenados a no poder participar en Navidad de ninguna clase y condición, con la plena convicción de que a Putin, su dirigido “espiritual”, le acontecerá exactamente lo mismo
Es dramático, grave, lesivo y ofensivo para la humanidad entera y más para los cristianos, que el color rojo del día de la Navidad no lo sea de fiesta en el calendario, sino de sangre, de dolor y de lágrimas
24.12.2022 Antonio Aradillas
En la casa-palacio de “Su Santidad, el décimo sexto patriarca de Moscú y de todas las Rusias”, al menos este año, no hay Navidad. No puede haberla. Es imposible. Constituiría una blasfemia. El mismo san Jorge en persona, presente en el escudo de armas, revestido de impecable e inviable caballero, patrono imperial, impediría que cualquier atisbo de felicidad “divina y humana” se colara por las rendijas de todos y cada uno de los portales de Belén que se aposentaran en las “Rusias”, aún con la mejor de las intenciones.
Cirilo y los suyos, con su esposa, hijos, hijas, nietos y nietas, en este año, y de por vida, están condenados a no poder participar en Navidad de ninguna clase y condición, con la plena convicción de que a Putin, su dirigido “espiritual”, le acontecerá exactamente lo mismo.
Sobre las espaldas -conciencia- jerárquicas (¡¡) de Cirilo, haciendo además uso blasfemo del nombre de Dios, del bien de la Iglesia y del respeto al santo Evangelio de Jesús, nacido en Belén, pesará por los siglos de los siglos el pecado del genocidio que enmarca la vida-la muerte- de los mismos rusos, de los hermanos de Ucrania y, de alguna manera, del resto del mundo. Cirilo y los suyos están incapacitados para ser y ejercer de hijos, de padres, de hermanos, abuelos, nietos y de cristianos y humanos en general y, de esta forma y manera, adorar a Jesús.
Cirilo y los suyos se han condenado a sí mismos a no poder soportar, ni representar figuras y símbolos navideños, como la Virgen, san José, los pastores, los ángeles, la comadrona, ovejas y corderos, vacas yademás, las estrellas. Los mismos mulos, nacidos del cruce de burro y yegua y que por su fuerza y resistencia se utilizan como animales de carga, rechazarían encarnarse en monstruos tales como el patriarca Cirilo, cuyo nombre de procedencia helenística, significa “El Gran Rey “ o “Rey Absoluto”. El mismo Herodes urgiría a sus esbirros a desterrar allende las fronteras de su reino, siempre a las órdenes y a la subordinación humillante de los procuradores romanos de turno
Es dramático, grave, lesivo y ofensivo para la humanidad entera y más para los cristianos, que el color rojo del día de la Navidad no lo sea de fiesta en el calendario, sino de sangre, de dolor y de lágrimas. La cruz ortodoxa- rusa, en forma de balanza con la que se pesan los pecados, es hoy signo veraz e inequívoco que suplanta cualquier otro que fuera portador de alegría, de felicidad, de amor y de paz.
Sobre Cirilo – Kyrill- y los suyos, recaerá inmisericordemente la excomunión universal, de seguir empeñados en mantener su soberbia jerárquica, con rendición y culto reverenciales al tirano Putin. Las crónicas aseveran desde el santuario mariano de Fátima, en su aparición a los videntes el día 13 de julio del año 1917, que “pidieran por la conversión de Rusia, y así impedir que diversas naciones desaparecieran del mapa”
En la casa-palacio del “Su Santidad, Cirilo, el patriarca de Moscú y de las Rusias”, ni hay nipuede haber Navidad. Queda la esperanza desesperanzadora, frágil, falaz y dramática de que a ello contribuyan los misiles “Patriot”, “Atuemns, o los drones de gran alcance norteamericanos.
No obstante, la solución humana y cristiana no está en los instrumentos de destrucciones y muertes masivas, sino en la capacidad de organizar, a la orden del patrono san Jorge, batallones de ángeles portadores de gritos, súplicas y órdenes de ¡PAZ¡, ya desde el mismo portal de Belén con sabor a “pan” y al calor de hogar, en medio de tanta desolación y tantísimo frío.
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