"Querido papa Francisco, el Señor está contigo, tanto en tus múltiples aciertos como en tus errores" Frente al cinismo de eclesiásticos y laicos ultraconservadores, yo también estoy con Francisco
"Aunque creo que los que necesitan más ser defendidos son los más débiles de este mundo, que nunca serán ni los jerarcas vaticanos ni los de cualquier institución poderosa, me sumo a esta campaña"
"Por otro lado, la contrapartida de este pontificado a lo largo de esta década, fue la poca evolución en la necesaria transformación interna de la Iglesia; por falta de decisiones en cambios vinculantes canónicos u organizativos para toda ella, y la lentitud de los avances en la modernización, democratización y transparencia de ésta"
"Constantemente se dice que “el Papa hace lo que puede” y tiene mucha gente en contra de algunos cambios que le gustaría hacer. Y seguramente es verdad. Pero seguimos echando en falta más decisión en esos cambios"
"Constantemente se dice que “el Papa hace lo que puede” y tiene mucha gente en contra de algunos cambios que le gustaría hacer. Y seguramente es verdad. Pero seguimos echando en falta más decisión en esos cambios"
| Victorino Pérez Prieto, teólogo
Religión Digital me ha pedido participar en la campaña que ha lanzado en apoyo del papa Francisco, junto con los colaboradores de esta web y los miles de personas, católicos y no católicos, que defienden a este papa que llegó hace una década como una primavera para la Iglesia. Aunque creo que los que necesitan más ser defendidos son los más débiles de este mundo, que nunca serán ni los jerarcas vaticanos ni los de cualquier institución poderosa, me sumo a esta campaña. Y apoyo esta campaña especialmente por haber nacido a raíz del ataque de un grupo de jerarcas y laicos reaccionarios a un texto vaticano que, aunque salido de un Dicasterio romano, había tenido su origen en la respuesta de Francisco a las “dudas” de algunos cardenales con ocasión del último sínodo pretendiendo “favorecer la recepción de la enseñanza del Santo Padre”.
Traigo en primer lugar a estas líneas una anécdota significativa que ya he contado en alguna ocasión. Cuando ya estaba en proceso de edición mi libro La búsqueda de la armonía en la diversidad. El diálogo ecuménico e interreligioso desde el Vaticano II, poco tiempo después de ser elegido papa, Francisco hizo unas declaraciones que me obligaron a parar la edición y hacer un pequeño, pero fundamental, cambio en el texto. En el capítulo inicial titulado “El Concilio Vaticano II, un nuevo comienzo para la Iglesia, sin anatemas ni descalificaciones, sino en diálogo con todos los cristianos y las demás religiones”, tras hablar del espíritu dialogal del Concilio, venía el apartado “Un diálogo ralentizado tras el post-concilio: de la primavera al invierno eclesial”, y un subapartado titulado “De la primavera de Juan XXIII al invierno de Juan Pablo II y Benedicto XVI”.
Cuando leí las palabras de Francisco en las entrevistas de dos personas tan diversas como el jesuita A. Spadaro (Razón y fe) y el periodista ateo E. Scalfari (La Repubblica), concluí inmediatamente que el apartado debía llevar otro título: “De la primavera de Juan XXIII a la primavera de Francisco”, por el radical compromiso para el diálogo del nuevo pontífice. Pocos antes, el papa argentino había escrito que la globalización debía tener “la figura de un poliedro donde todos se integran, pero cada cual mantiene su peculiaridad, que, a su vez, va enriqueciendo a las otras” (Sobre el cielo y la tierra, 2010). No podría decir nada mejor sobre el diálogo interreligioso como “armonía en la diversidad”. Poco tiempo después se lo comenté agradecido a Spadaro en un congreso de teología en Bogotá en el que coincidimos; y me dijo –con grata sorpresa por mi parte- que ya había leído mi libro… y el papa Francisco también.
Pronto vería la luz la encíclica Laudato si’, que sería –a mi juicio- la más innovadora escrita jamás por un papa; tuvo de inmediato un impacto mundial al que solo se puede comparar la Pacem in terris de Juan XXIII. La encíclica colocó a Francisco en la vanguardia de la apuesta ecologista, no sólo por la denuncia ecológica y las soluciones propuestas, sino también por su innovadora concepción de la Realidad como relación (puede verse al respecto mi último libro Hacia una ecoteología, Fragmenta).
A lo largo de esta década pudimos oír sus críticas al orden mundial injusto, excluyente, cada vez más desigual y armado… Y sus constantes llamadas en diversos comunicados, entrevistas, y sobre todo en sus documentos Evangelium gaudium y Fratelli tutti, a que la Iglesia volviera a sus apuestas evangélicas, y fuera más inclusiva e igualitaria, más radicalmente comprometida con los derechos aplastados de los más pobres, etc. Apuestas que había ido perdiendo esa Iglesia a la largo de los siglos, por sus componendas con el poder establecido, y estar demasiado al lado de los poderosos, en una perspectiva opuesta al proyecto de Jesús de Nazaret, el Cristo. En fin, su valiente denuncia de los abusos de la Iglesia.
Por otro lado, la contrapartida de este pontificado a lo largo de esta década, fue lapoca evolución en la necesaria transformación interna de la Iglesia; por falta de decisiones en cambios vinculantes canónicos u organizativos para toda ella, y la lentitud de los avances en la modernización, democratización y transparencia de ésta. Un ejemplo de ello es lo referente a los cambios necesarios en el ministerio ordenado, a pasar de cosas que fue diciendo y luego desdiciéndose: ordenación de curas casados, celibato opcional para los curas y recuperación para el trabajo pastoral y docente en la Iglesia de los que han roto con esa norma canónica injusta; así como el acceso a la ordenación sacerdotal de las mujeres.
De hecho, a pesar de los múltiples encuentros que ha tenido con personas y colectivos diferentes del modelo vaticano y aún católico, Francisco nunca ha accedido al encuentro con representantes de colectivos como el MOCEOP (Movimiento por el Celibato Opcional) o la ARCWP (Association of Roman Catholic Women Priests/ Asociación de Presbíteras Católicas Romanas), a pesar de haberlo solicitado ambos por escrito.
Constantemente se dice que “el Papa hace lo que puede” y tiene mucha gente en contra de algunos cambios que le gustaría hacer. Y seguramente es verdad. Pero seguimos echando en falta más decisión en esos cambios, para que su sucesor no pueda revertir fácilmente todas las buenas intenciones y buenas palabras manifestadas por Francisco; de modo que a esta primavera no le suceda un nuevo invierno, sin pasar por los buenos frutos del verano.
La última polémica a raíz del documento Fiducia supplicans, es simplemente penosa. Sin que en el texto se reconozcan claramente los derechos canónicos o simplemente públicos para la unión de las parejas homosexuales, lesbianas o diversas en cualquier forma, pero que basan su relación en el amor y en la fidelidad honesta a su particular identidad, sólo por el hecho de bendecirlas en su búsqueda, porque son hijos e hijas de Dios como el resto de los y las católicos, no católicos o no religiosos/as.
Es demencial ver que un texto escrito con la retórica vaticana, que busca solamente una simple bendición de estos hermanos y hermanas, sin formas rituales, litúrgicas y canónicas, solamente reconociendo que Dios los/las ama como diferentes, en lugar de enviarlas irremisiblemente al infierno eterno… haya tenido un rechazo tal en sectores laicos e institucionales. Hasta el punto de que un prelado como Rogelio Cabrera, presidente del episcopado mexicano, manifestando su adhesión al Magisterio del Papa, tuviera que llegar a decir a sus hermanos en el episcopado algo evidente: “Las personas que estén contra el Papa Francisco se ponen en riesgo de no vivir en comunión eclesial”.
Querido papa Francisco, el Señor está contigo, tanto en tus múltiples aciertos como en tus errores. Sabes que El te ama incondicionalmente, como nos recuerdas constantemente con tus palabras. Sigue siendo valiente, no desfallezcas, sigue adelante sin miedo, si mirar atrás. Y recuerda con tu amado poverello de Asís, del que tomaste el nombre, aquellas palabras de otra santa valiente, Teresa de Ávila, que sufrió incomprensiones como él: “La humildad [auténtica] es andar en la verdad” (Las moradas, VI.10.7). Aunque este intentar ser consecuente te suponga críticas y descalificaciones. Sobre todo los más pobres y marginados, los preferidos de Jesús, te lo agradecerán especialmente.
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