Este octubre Roma está que arde... pacíficamente. El incendio de Nerón y otros que padeció la Ciudad Eterna a lo largo de lo siglos afortunadamente han quedado atrás; y bastante violencia hay ya hoy por estos mundos de Dios, particularmente el ultimo -aunque viejo- conflicto de Oriente Medio, en el que la violencia desatada desde hace décadas por el estado de Israel contra el pueblo palestino al que expulsó de sus tierras ha llevado al actual enfrentamiento con un balance de muertos y un futuro inmediato aún más terrible por la espiral de violencia y los odios engendrados. El fuego que arde estos día en Roma es el fuego del Espíritu en los corazones ilusionados.

Seguramente, el Espíritu se está moviendo inquieto en el aula sinodal vaticana, entre tanto clero exclusivamente varón, y algunos/as laicos/as. El mismo Francisco ha pedido al comienzo del sínodo que se escuchara al Espíritu. El tiempo dirá, sobre todo cuando sepamos las conclusiones y se tomen decisiones para los cambios reales que necesita esta Iglesia en franca decadencia.

Pero, honestamente, creo que el Espíritu está más activo y se le escucha más libremente en otros encuentros que se están dando fuera de lo muros vaticanos (altiiisimos!) y los muros (no menos altos) de las instituciones eclesiásticas que controlan totalmente esta Iglesia patriarcal. Veamos.

Nada más empezar, el día 3, la WOC (Concilio para la Ordenación de las Mujeres) organizó una velada de oración con el lema Deja sonar su voz, y fue dedicada a las vocaciones y voces de las mujeres que no son escuchadas en la Iglesia.

Esta organización organizó el día 4, cerca del Vaticano, junto con la WOW (Red Mundial para la Ordenación de la Mujeres) y con la participación de la ARCWP (Asociación de Presbíteras Católicas Romanas), una manifestación para pedir la igualdad de las mujeres en la Iglesia con el lema: Ampliemos nuestra tienda.

El Catholic Woman’s Council (Concilio de la Mujeres Católica, que en distintas partes del estado español es la Revuelta de la Mujeres en sus respectivas lenguas, y en otros países tiene nombres semejantes en sus distintos idiomas, como en Francia el Comité de la jupe) tuvo su encuentro los días 9 y 10 en la Casa Internazionale delle Donne para hablar del discipulado de iguales en la Iglesia.  Participaron mujeres de todo el mundo; escuchamos el balance que hizo su presidenta, la teóloga india Virginia Saldanha, y se hicieron aportaciones al sínodo desde los grupos de debate formados allí mismo fundamentalmente por lenguas. Estaban presentes tres de las mujeres designadas para participar en el sínodo, venidas de Japón, Irak y suiza.

Y la ARCWP, con participación de la RCWP (Presbíteras Católicas Romanas) la otra asociación de presbíteras, tuvo su encuentro para hablar de su identidad y presentar su actividad en America y Europa, el día 11 en la Casa Bonus Pastor. No solo exigieron una igualdad real en la Iglesia entre mujeres y varones, con los mismos derechos para acceder a los puestos de servicio pastoral y de responsabilidad en ella, sino manifestando que ya lo están haciendo ordenando mujeres que sirven a distintas comunidades. La obispa norteamericana Bridget Mary Mehan, junto con la presbítera Mary Theresa strck y la presbítera española Christina Moreira y otros testimonios, manifestaron la rica realidad de esta asociación en EEUU, Canadá, América Latina y países de Europa.

Este encuentro concluyó con una celebración de estas y  otras presbíteras presentes, junto con las mujeres  del Woman’s Council. La celebración comenzó por un Lamento a modo de rito penitencial: Por cada mujer prohibida de presidir la mesa eucarística, prohibida de partir el pan sagrado y prohibida de ofrecer el cáliz sagrado, luto y misericordia…

Finalmente, Human Rights in the Emerging Catholic Church. Spirit Umboundeed WorldWide ecumenical, evento, del que hablé aquí hace unos días, que está teniendo un encuentro on line desde el domingo 8, tendrá su encuentro presencial los días 13-14 en la misma Casa Bonus Pastor, con numerosas ponencias y debates internacionales.

El Espíritu sigue soplando libremente en la Iglesia; ojala no sea reprimido una vez más, por el bien de todos lo que aun formamos parte de ella, especialmente los más pobres.