AMOR  son cuatro letras muy usadas. Infinitas canciones de amor, películas románticas, frases que se escribían en aquella carpetas de los 80 que ahora se han vuelto coreografías de tik-tok, nuestra frase hecha de “hacer el amor” para referirse a las relaciones de alcoba que pueden tener amor o ser todo lo contrario, “amor, amor, amor, nació de mí, nació de ti, de la esperaaanza” (canción de Luis Miguel, prodigioso cantante mexicano…)

Y sin embargo, y a pesar  de los tópicos, el Amor es el centro de nuestras vidas y de nuestra religión para los que somos cristianos. Dios no es un teorema matemático, ni una propiedad secreta de los teólogos o de la Iglesia misma, Dios no es una celebración o un sermón aburridos. Dios no es un juez fiero e implacable, ni un niño que quema a las hormigas con su lupa, contemplando impasible el continuo combate de la humanidad contra sí misma. DIOS ES AMOR. Y quien ama conoce a Dios, aunque no lo explicite o no sea consciente de ello.

Por amor, Dios nos llama a la existencia entre miles de estrellas y miles de siglos. Cada uno surgimos como un maravilloso milagro lleno de luz y contradicciones. Y somos amados desde el comienzo de los siglos, como únicos, como hijos, como seres ungidos por el beso del Dios que nos llamó a la vida. Y Dios nos trae al mundo no para ser unos desgraciados, no para morir en las cunetas, no para apagarnos solitarios en la barra de un bar o en la pantalla de un teléfono. Dios nos llama a ser felices y vivir esta vida como un gran don.

Eso nos lo enseñó Jesús. Porque Jesús no solo hablaba del amor como centro de su mensaje, sino que Él mismo es todo el amor del universo y del tiempo condensado en una persona, el hijo de María, un chico de Nazaret con una fuerza expansiva de misericordia, curación y perdón que atraía y atrae a todos hacia Él, como las polillas a la luz, pero sin chamuscarnos.  Jesús que da la vida por nosotros, sus amigos. Porque es que somos sus amigos, eres su amigo. Jesús nos reparte espetos en la playa, se sienta en las escaleras del templo a contarnos historias, camina a nuestro lado por nuestros Emaús tristes, enciende nuestro corazón con sus palabras, besa nuestros pies después de lavarlos y se reparte en un Pan y un Vino que es el mismo. Porque su amor es tan grande que después de dar su vida en una terrible cruz por la felicidad de cada uno de nosotros, decide convertirse en cosa, un mendrugo de pan que se reparte, un poco de vino que se suele beber el cura ante la envidia general de los fieles.

Y ese es “el secreto” para la felicidad de nuestras vidas: amar es el camino. Y no el amor como un sentimiento cambiante que se marchita y se cae como las hojas tristes cuando llega el otoño. El amor es una actitud y un trabajo, una habilidad que se ejercita. En estos tiempos en que los gimnasios están tan de moda, tendríamos que hacer tablas de ejercicios de amor todos los días: levantar pesas de perdón 5, besos y abrazos a familiares 5, agradecimientos y saludos 5, llamadas y mensajes para cuidar a otros 5, ayudar a desconocidos lejanos o cercanos 5. Y así seremos fuertes, todos unos cachas del Amor Verdadero.

En estos tiempos en que los gimnasios están tan de moda, tendríamos que hacer tablas de ejercicios de amor todos los días: levantar pesas de perdón 5, besos y abrazos a familiares 5, agradecimientos y saludos 5, llamadas y mensajes para cuidar a otros 5, ayudar a desconocidos lejanos o cercanos 5. Y así seremos fuertes, todos unos cachas del Amor Verdadero

En este mes de Mayo, de flores y de alergia recordamos especialmente a María, la Madre de Jesús, experta en dificultades y en querer a su hijo, al que no entendería muchas veces, pero al cual quería con amor infinito. Como el que nos tiene ella a cada uno de sus hijos, que ya firmó Jesús el acta de adopción a la sombra de la cruz. “Ahí tienes a tu Madre, ahí tienes a tu hijo”. Pues aquí estamos juntos sabiéndonos una  gran familia en la que la Madre mantiene nuestra esperanza y nos enseña como es el amor incondicional.

Amar a veces es difícil, pero es maravilloso también. Porque dar la vida a los otros, dar la vida por los demás te puede convertir en aquel príncipe feliz del cuento que lo perdió todo por deshacerse por los pobres de la ciudad. Solo quedó un corazón de plomo al lado de una golondrina muerta . Pero Dios rescató ese corazón roto y lleno de nombres y lo llevó a su cielo para brillar por siempre. (Te recomiendo el cuento si aún no lo leíste).

Perdona, ayuda, corrige, calla, habla, canta, baila, besa, acaricia, escribe, reparte comida, aconseja, visita, ten paciencia, se amable, construye, escucha, se agradecido, repártete aunque te duela. AMA. Y serás feliz. Solo el Amor nos salva.

AVISILLOS.

Esta semana te regalo un MIX DEL MUSICAL DOMINGO SAVIO, una obra muy divertida sobre un chico que vivió su fe con alegría y valor. En youtube la tienes.

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