"No hay una JMJ. Hay tantas como participantes" Un millón y medio de JMJotas
Es maravilloso ver que hay mucha gente joven que cree en Jesús, que se siente orgulloso de ser cristiano y para ello van a la JMJ y no es octogenaria. Pero se corre el peligro del creerse más que nadie y presumir de nuestros triunfos con los números. No somos un partido político. Somos los seguidores de un fracasado que murió en una cruz
Los Obispos se dan baños de multitudes y de afecto, coreados y aplaudidos por unos chavales que les aguantan sus prédicas muchas veces aburridísimas e interminables
¡Bendito Papa Francisco que habla 10 minutos y dice cuatro ideas importantes! En un mundo de videos de segundos de tik-tok e instagram estrategia equivocada llevan los obispos con sus cartas pastorales de 40 hojas que casi nadie, ni los curas, leen
Nuestro mundo es de mensajes cortos y directos, no de la teología escolástica de la antigüedad. Y eso Francisco lo sabe. Francisco estaba feliz, con una sonrisa radiante, encantado de hablar en español, y fuerte como un roble
¡Bendito Papa Francisco que habla 10 minutos y dice cuatro ideas importantes! En un mundo de videos de segundos de tik-tok e instagram estrategia equivocada llevan los obispos con sus cartas pastorales de 40 hojas que casi nadie, ni los curas, leen
Nuestro mundo es de mensajes cortos y directos, no de la teología escolástica de la antigüedad. Y eso Francisco lo sabe. Francisco estaba feliz, con una sonrisa radiante, encantado de hablar en español, y fuerte como un roble
Estos días voy a escribir tres artículos sobre mi experiencia y reflexiones sobre la JMJ de Lisboa. La primera de hoy, sobre el fondo y la vivencias. La Segunda sobre la música. Y la tercera sobre "la escenografía y el vestuario", la estética visual de un evento tan internacional.
Me gusta caminar entre la multitud observando los grupos, escuchando los cantos, cruzándome con miles de monjas y curas variados y multicolores como los bombones, "colarme" en ceremonias de distintos ritos y estilos, observar a los jóvenes en las distintas celebraciones, escuchar al Papa sonriente y a muchos obispos interminables...
No hay una JMJ. Hay tantas como participantes. Unos grupos y personas que viven con gran profundidad los momentos, les ves silenciosos y concentrados en medio de la multitud. Otro juegan a las cartas mientras suena el texto desgarrador del Viacrucis. Jóvenes llenos de polvo y sudor durmiendo sobre piedras y tierra apiñados uno al lado de otro como una inmensa lata de sardinas, felices y arropados por el amanecer. Otros perfectos, vestidos y peinados como si estuvieran en las terrazas de mi barrio de Salamanca, servidos por camareros que les llevan refrescos en bandejas. Los que viven y duermen perdidos en medio de la autovía, sin pantalla, sin altavoces, solo con sudor, sol y fe verdadera. Y los del sitio reservado rodeados de luz, con bus privado. Hábitos de todos los tipos y colores, de los que hablaré próximamente, chicos sin camiseta, banderas y orgullo patrio, cantos nacionales, danzas, los neocatecumenales incombustibles con sus darbukas, guitarras y cantos en lam hasta el infinito,... Cientos, no se si decir miles, de posibles actividades, conciertos, misas, charlas, catequesis, conciertos,... que hacen de la JMJ un inmenso estallido de posibilidades, incluida la de quedarte en la terraza bebiendo cerveza como si no hubiera un mañana...
Pero la gente, en general, estaba feliz. Lipotimias, estrecheces, colas, dormir en polideportivos, duchas imposibles... pero yo les veía maravillosamente cansados y felices.
La JMJ es como una inmensa fiesta de cumpleaños de la fe católica. Los Obispos se dan baños de multitudes y de afecto, coreados y aplaudidos por unos chavales que les aguantan sus prédicas muchas veces aburridísimas e interminables. ¡Bendito Papa Francisco que habla 10 minutos y dice cuatro ideas importantes! En un mundo de videos de segundos de tik-tok e instagram estrategia equivocada llevan los obispos con sus cartas pastorales de 40 hojas que casi nadie, ni los curas, leen. Nuestro mundo es de mensajes cortos y directos, no de la teología escolástica de la antigüedad. Y eso Francisco lo sabe. Francisco estaba feliz, con una sonrisa radiante, encantado de hablar en español, y fuerte como un roble. Por algo lo eligió el Espíritu Santo.
Era impresionante ver a la multitud. Multitud en las calles de Lisboa, como una colorida y ruidosa invasión. Multitud como un inmenso torrente de lava humana que avanzaba por las autovías hacia el Campo de Gracia que se quedó pequeño. Ahí si que reabundó la gracia de tanta gente, jejee... Es maravilloso ver que hay mucha gente joven que cree en Jesús, que se siente orgulloso de ser cristiano y para ello van a la JMJ y no es octogenaria. Pero se corre el peligro del creerse más que nadie y presumir de nuestros triunfos con los números. No somos un partido político. Somos los seguidores de un fracasado que murió en una cruz y solo le seguían una pequeña pandilla de inconstantes y miedosos. Nuestra fuerza es una cruz, no una estrella brillante de diamantes. Somos quienes somos, pecadores y frágiles. Y somos unos cuantos, es verdad.
Quitando a los de la jet set, que van a la JMJ de turismo católico, la inmensa mayoría vive unos días intensos pero muy duros. Además del esfuerzo económico, aguantan largos viajes, colas a todas horas, esperas interminables, sol, suelo, y tantos imprevistos que surgen... pero eso no les quita la sonrisa a los tipos. Estarán llenos de polvo y sudor, pero se mantienen en pie y viven fuertes experiencias. Porque están con tus amigos, con su parroquia, con su movimientos, sus curas y catequistas, muchos días pasando penurias y alegrías. Y es posible que, si abren los oídos y dejan las cartas escuchen muchos mensajes interesantes que les haga profundizar en su fe.
Es impresionante la armonía que surge de la vivencia del Evangelio. En la Vigilia no hay ni una pelea, ni una borrachera, ni un porro, ni unos ahí liándose (todo esto es lo habitual en todos los festivales a los que los jóvenes suelen ir). Porque esos chavales vete a saber cómo vivirán las fiestas del pueblo la próxima semana, pero ahí, con sus curas y monjas en general "se portan bien". Es un auténtico milagro.
Impresionante el silencio en la Vigilia, tanto rezando como escuchando al Papa. Los voluntarios como un gran ejército de 25 mil limones amarillos "de 10". Portugal para quitarse el sombrero. Un evento gigante, y no "pasó nada", malo de consideración, quiero decir.
Y ahora, tras la fiesta de cumpleaños, pues hay que vivir la vida normal de la fe como pan de cada día. Porque sino pasará como con la parábola del sembrador: zarzas, pájaros y piedras del camino se tragarán los entusiasmos de la Jmj. Hacen falta grupos que acojan a los jóvenes, donde puedan vivir su fe, con su estilo y su alegría, muy frágil ante la aridez de tantas parroquia y templos. Tras la fiesta debe llegar el recuerdo, la reflexión, y seguir en procesos de fe y vida que también tienen que ser alegres y cercanos. La pastoral no debe reducirse a "fiestas de cumpleaños": pascuas, retiros efettás, Jmj... En la vida cotidiana se puede y se debe encontrar la manera de acoger y acompañar la fe de los jóvenes.
Frente a los que se quedaron en cosas superficiales como el curita, maravilloso por cierto, del tecno, o los copones de Ikea, veamos una Iglesia joven que es casa para TODOS, TODOS, TODOS, hospital de campaña para este mundo herido. Los fariseos y jueces de cara amargada andan de malas pulgas porque piensan que les están quitando la silla, y se les están colando las ovejas negras o rosas en la Iglesia. Jesús trae a todas la ovejas perdidas sobre sus hombros. Así es nuestro pastor.
Lo imaginaba contemplando a a aquella multitud, y a toda la multitud de sus hijos e hijas del mundo y de la historia, muchos extraviados y perdidos, ahogados, asesinados, abusados y rotos... Jesús nunca en rendirá de rescatarnos, en rescatarnos a todos.
Bendita JMJ y bendito Papa Francisco que nos lo recordó. En una gran fiesta de cumpleaños donde todos soplamos las velas y no sentimos el hijo pródigo y sobrepasado por tanto amor de Padre.
Gracias a todos los jóvenes, a los curas y monjas, a los obispos, que les quiero eh, al Papa y a Portugal. Obrigado. Maravilla de pasteles que tienen, ¡Santa María!
Próximamente "LA MUSICA DE LA JMJ".
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