Inaugura 'El vuelo de Ícaro. Una visión espiritual del paisaje' Ikella Alonso: "Cuando miras desde tan alto, no hay fronteras. Todos somos iguales ahí abajo"
"La idea de la exposición es la interpretación del paisaje visto desde satélite relacionado con la tierra natal de los pintores. En 'Soledad de altura' trabajo el último cuadro de la vida del pintor y en 'El vuelo de Ícaro' su mejor cuadro"
"De pequeño me interesaban muchísimo los mapas porque eran una manera de viajar. Una manera de moverte por el mundo y de explorar nuevos territorios"
"Yo creo que todo está conectado, y descubrir esas conexiones es lo que me interesa"
"Yo creo que todo está conectado, y descubrir esas conexiones es lo que me interesa"
| Lucía López Alonso
Hoy estamos en Religión Digital con el artista madrileño Ikella Alonso, que lleva ya tres décadas dedicado a la pintura y dando a conocer su obra en instituciones tanto públicas como privadas, nacionales e internacionales. Viene a presentarnos su última exposición, que va a poder verse en el Espacio O_LUMEN para las artes y la palabra que tienen los dominicos en la Calle Claudio Coello de Madrid. Es una exposición individual que recoge sus trabajos más recientes y que se llama 'El vuelo de Ícaro. Una visión espiritual del paisaje'.
Cuéntanos, ¿qué vamos a encontrarnos en la exposición?
En la exposición voy a presentar dos series que están separadas en siete años en el tiempo. La primera se llama 'Soledad de altura' y la segunda 'El vuelo de Ícaro'. Ambas series tratan el tema del paisaje, pero con una mirada especial: una mirada vertical. La idea es la interpretación del paisaje visto desde satélite relacionado con la tierra natal de los pintores. En un primer lugar (en la serie 'Soledad de altura'), lo que hacía era cruzar la tierra natal del pintor con el último cuadro en vida de ese pintor. Por ejemplo, en el caso de Mondrian, Amersfoort, en Holanda, relacionado con su último cuadro, que dejó sin terminar, Broadway Boogie-Woogie. Y ahí se da una especie de simbosis entre el paisaje real, físico, que yo busco en Google Earth, con la parte pictórica del cuadro, que recuerda al plano... Ése fue el inicio. Y en esta segunda serie, 'El vuelo de Ícaro', voy un paso más allá en el formato ('Soledad de altura' eran formatos más pequeños), llevándolo a algo mucho más grande, y al mismo tiempo no me he quedado sólo con el último cuadro del pintor, sino que he buscado su mejor cuadro. Digamos que la línea de investigación sigue siendo la misma: el paisaje, la pintura, el pintor... pero con un formato cambiado y ofreciendo la que yo considero que es la mejor pieza de ese pintor.
"Entiendo el arte como suma. Mi dirección, mi idea, es dejar que estas herramientas me ayuden a mirar, como antes lo hacían los atlas"
Hablas, entonces, de un homenaje a figuras de la Historia del Arte y a sus obras más relevantes a través de la interrelación de cada pintor o pintora con su lugar de nacimiento, o con el paisaje que, de alguna manera, les ha influido.
Sí. Ésa es la idea. De hecho, no son solamente pintores históricos, sino que también trabajo sobre pintores actuales. Hay una pieza, por ejemplo, que parte de lo que llamó mi atención encontrarme en el mapa de Sevilla unas cabezas, que me remitieron a la pintura de Luis Gordillo, sevillano. Mezclo eso: lo que descubro en el mapa que encaja con la pintura de ese artista, y la pintura de ese artista. Llega a haber conexiones muy grandes. En el caso de Mondrian, los campos de cultivo holandeses me recordaban a sus retículas, por ejemplo. Investigo de esa manera tanto a los pintores históricos como a artistas vivos, importantes, que son pintores que a mí me interesan mucho, que han dejado una huella importante en mi pintura.
Estoy, en ese sentido, en un proyecto nuevo, que se presentará en enero, que va a ir relacionado con artistas que he encontrado en redes sociales.
¿Emergentes?
Sí, son todos más jóvenes que yo y los he encontrado en Instagram. Ahí va a haber un nuevo paso, porque voy a ver cómo me relaciono yo con la pintura de otros, todos más jóvenes, siempre sin perder de vista el tema del paisaje.
Dinos algo más de ese proceso creativo que, como estás comentando, empiezas en el mapa.
Tendríamos que remontarnos, curiosamente, a mi infancia. Porque desde pequeño he utilizado el mapa. Había algo en él que me fascinaba. De hecho, hace poco he encontrado una caja con dibujos de cuando tenía yo unos diez años, más o menos, y ya estaba dibujando mapas. Me interesaban muchísimo porque eran una manera de viajar. Una manera de moverte por el mundo y de explorar nuevos territorios. En el fondo, viajar siempre ha sido investigación. Abre la cabeza. Es conocimiento. Entonces, por un lado empiezo en mi infancia, con esa presencia de los mapas, y por otro lado me encontré casualmente con un libro de vistas aéreas de Ibiza. Yo llevaba tiempo interesado en ese tipo de trabajo, de mirada vertical. La verticalidad como patrón me ha funcionado bien y pasarla al paisaje me atraía. Eso fue el antecedente, digamos. Y, a partir de ahí, el proceso de trabajo empieza con búsquedas en la herramienta de Google Earth, que lo que me permite es viajar por el mapa mundi. Al principio, lo que hacía era buscar zonas de cultivo: regadíos, retículas de labranza... zonas geométricas. Inmediatamente después, pegué el salto a su interrelación con la pintura. Pintores y su mapa de ciudad natal.
Pero nunca trabajo en ciudades, sino que lo que hago es buscar los alrededores. Me interesa mucho más la geografía física que la humana, por el hecho de que hay menos fronteras y no está tan manipulada por el hombre como lo que puede ser el callejero de una ciudad. La idea es buscar una parte del terreno y vincularla a algo orgánico. En mi pintura todo crece de forma orgánica, de la unión de las partes nace la pintura.
Una vez que localizo el territorio (lo hago directamente en el ordenador, en Google Earth), lo siguiente es marcar bien la zona. Esa zona que a mí me interesa como vínculo con el pintor. Estoy pensando, por ejemplo, en Zurbarán. En Fuentedecantos, lo que encontraba eran unas zonas rurales que se asemejaban a los pliegues de los monjes que él pintaba. O, por ejemplo, investigando sobre Soledad Sevilla, que viene de Valencia, tierra de cultivo de naranjos, de repente aparecen retículas en el mapa que se asemejan a las telas de los secaderos de tabaco de Granada, otra ciudad que aparece en su carrera pictórica. Yo creo que todo está conectado, y descubrir esas conexiones es lo que me interesa.
Una vez que tengo el territorio definido, lo que hago es seleccionarlo, llevarlo al dibujo marcando una serie de cotas, para traspasar de un modo muy real la información que me ha dado Google al dibujo, para luego llevarlo al lienzo. Es un trabajo topográfico: estaría estupendo que hubiera una herramienta que me marcase todas las cotas, pero yo lo hago manualmente. Luego paso el dibujo a la escala del lienzo y, a partir de tener el dibujo en el lienzo, empiezo con lo que es la pintura. Esa mezcla de los cuadros que me interesan del pintor y la estructura de su terreno natal. Imbricando unas cosas con otras, nunca sé dónde voy a llegar, cómo va a terminar el cuadro.
Combinas en la serie el uso de esas herramientas digitales como las de Google con una elaboración casi artesana del color, por ejemplo, porque tú sigues haciendo tus mezclas en tu taller. ¿Puede ser que en esa fusión de lo antiguo con lo moderno esté tu obra actualmente?
Yo pienso que sí. Creo que no se puede perder de vista la realidad. Hoy vivimos en un mundo en el que la tecnología, como herramienta, ha cambiado profundamente al arte. A mí me gusta sumar: no hay por qué sustituir o eliminar. Entiendo el arte como suma. Mi dirección, mi idea, es dejar que estas herramientas me ayuden a mirar, como antes lo hacían los atlas. Hoy esta herramienta de Google te permite escrutar cualquier rincón. Cualquiera. Y te encuentras cosas increíbles, imágenes fascinantes.
A mí no me interesa traspasar estas imágenes al lienzo como tal; eso lo cumple una fotografía. Lo interesante es cómo se relaciona eso tecnológico con la pintura de mis cuadros, que están hecho al óleo. Utilizo el pigmento preparándolo yo, dándole la dosis justa, porque la materia me importa. Me interesa conseguir veladuras. Al final es un amor por el procedimiento, el procedimiento plástico.
Hay un aspecto que es interesante en estos paisajes, porque yo una de las cosas que quiero con ellos es confrontar esa visión cenital con la visión frontal. Confrontar esos dos planos y analizar cuál de las dos vistas pesa más. A veces es el dibujo cenital: lo que son las marcas en el terreno es lo que más afuera sale. A veces desaparecen por completo, y creo una masa informe. Nunca sé dónde me puede llevar el proceso... Y es muy potente porque en esta serie estamos hablando de pintores que conocemos, occidentales. Pero imagínate que nos vamos a pintores africanos, australianos... Ya el paisaje cambiaría fuertemente, y su pintura también.
Otro aspecto relevante es que cada artista es completamente distinto. No es una exposición consecutiva, en la que se ve una serie de variaciones sobre un mismo modelo, sino que cada pieza es nueva. Partir de cero con ese pintor. Tiene algo de peligroso, ya lo decía Armando Montesinos en el catálogo de la exposición, donde ha escrito un texto: es peligroso estar haciendo una interpretación de un artista muy conocido. Te la estás jugando en cierto sentido con ese trabajo. Puedes haber expresado claramente tu idea, o puedes no haber llegado ni a la mitad de lo que pensabas.
¿Y por qué ese título, 'El vuelo de Ícaro'?
'El vuelo de Ícaro' representa mi situación actual, en la cual hay una decisión de saltar a la pintura desde cero. El creador siempre tiene ese problema: el lienzo en blanco, o la nada en el soporte que sea. A partir de ahí, el pintor o cualquier artista debe empezar a construir. De ahí Ícaro, el del mito, que al final no hace caso a su padre y se empeña en seguir su rumbo. Se arriesga a acercarse al sol y, claro, esos riesgos tienen su precio. 'El vuelo de Ícaro', en síntesis, es el salto que tiene el creador que dar frente al lienzo, en el caso de la pintura. El tema de la nada.
"'El vuelo de Ícaro' hace referencia a la valentía de apostar por lo que uno quiere (en mi caso, la pintura), asumiendo los riesgos que conlleva"
¿Y de la valentía de apostar por la pintura?
La valentía de apostar por lo que quieres. En mi caso, la pintura. Apostar por nuestros deseos asumiendo los riesgos que conllevan.
¿En el catálogo vemos una selección de obras?
Sí, no están todas. Hay una selección que enfrenta la serie 'Soledad de altura' con 'El vuelo de Ícaro'.
El espacio O_LUMEN os ha dado mucho juego. ¿Qué destacarías de la museografía de la exposición? ¿Cómo está pensada y organizada?
Creo que el espacio O_LUMEN es uno de los mejores espacios que he visto aquí en Madrid.
¿Es una iglesia desacralizada?
Sí, una iglesia que los dominicos han convertido en un espacio contemporáneo, abierto al arte, a que haya un diálogo entre las artes contemporáneas y la parte religiosa del espacio. Sigue albergando algunos símbolos: un cristo, el altar, cuatro pilares... que ofrecen posibilidades a un espacio magnífico, que se ha mantenido como estaba la iglesia a excepción de unos paneles que se mueven por el espacio y que hacen que cada exposición pueda ser completamente diferente, dependiendo de cómo se plantee.
En mi caso, por ejemplo, hay una idea que me interesaba mucho: dar mucha ligereza al espacio. Como el espacio de por sí tiene mucha presencia, prefería eliminar paneles, dejar los justos, para que cuando la gente entre en el espacio lo vea lo más diáfano posible y pueda sentir esa sensación de levedad que busco con la exposición.
Pero ya digo que el espacio como tal es interesantísimo: está dotado de sonido y tiene proyector de cine y capacidad para que puedan sentarse 150 personas. Tiene una serie de recursos con los que otras salas no cuentan. En este caso, la exposición va acompañada de este catálogo y va a ir acompañada de un documental sobre el proceso de creación. Son 600 metros de espacio y las zonas están muy definidas; da un juego enorme.
Creo que en la forma de que las obras ocupen la sala vas a hacer un guiño a esa vista de pájaro, colocando algunos cuadros en horizontal, desde el techo.
Sí, va a haber cuadros que van a estar flotando en lo que yo llamo el patio, la parte central del espacio. Ahí van a flotar 12 cuadros en total, para que la gente pueda circular en torno a ellos, mientras visualizan otras piezas en vertical, en la pared. Va a haber distintos montajes conviviendo en la exposición.
¿...Y códigos QR?
Eso fue idea de un amigo. Habíamos estado hablando sobre la posibilidad de introducir unas fotografías pequeñitas para que se relacionase el paisaje de Google con la imagen después creada. Pero no me convencía eso de que se viesen dos imágenes juntas, y él me propuso la idea de crear unos códigos QR, de tal manera que la presencia de la tecnología vuelve: con el móvil, puedes llegar y hacer una lectura e, inmediatamente, saber de dónde he sacado yo esa imagen. Es para quienes quieran tener más datos. No los va a haber en todas las piezas, pero en las que haya código se podrá ir más allá y entender la relación mejor. Se podría, por ejemplo, haber hecho también que el código QR conectara con el mapa, para que se vieran los tres niveles: el mapa, el boceto del que viene la imagen y la imagen colgada en la sala. Lo hago por primera vez... A ver cómo funciona.
Estamos viendo que la exposición toca conceptos como el nacimiento a la vida, la muerte, la vocación artística (que es casi más vital que profesional), la verticalidad de la que nos has hablado... que al final tienen que ver con esa dimensión espiritual de las personas. ¿Crees que el arte nos despierta a la espiritualidad?
Yo creo que sí, que la parte espiritual está siempre ahí. Yo no me imagino un mundo sin arte, porque el arte pone en cuestión las cosas fundamentales. Pone sobre la mesa las cosas fundamentales de la vida. Por eso me gustaba el sobretítulo de 'Una visión espiritual del paisaje'. Porque, en el fondo, cada uno se aproxima de una manera muy especial al paisaje. Basta ver la potencia de la pieza de Friedrich, del monje contemplando el mar, por encima del mar de nubes, frente al horizonte... Esa sensación de encontrarte frente a la naturaleza con mayúsculas, que nos supera y nos redimensiona. Otra cosa muy interesante que pensaba con las vistas tomadas por satélite, es la de que, cuando miras desde arriba, cuando miras desde tan alto, no hay fronteras. Todos somos iguales ahí abajo. Pequeños puntos iguales. Esa pérdida de fronteras impone la igualdad y la unidad entre nosotros. Me interesan ambas cosas: por un lado esa confrontación con la vastedad de la naturaleza (una fuerza que nos supera muchísimo) y por el otro esa pérdida de individualidades. Convertirnos en un colectivo donde estamos todos. Son dos aspectos que me parece que subrayan la parte espiritual de este trabajo.
"Yo no me imagino un mundo sin arte, porque el arte pone en cuestión las cosas fundamentales"
Eres profesor también. Das clases de pintura a niños y adolescentes. No sé si es difícil enseñar a mirar (una exposición como ésta, por ejemplo) a esos niños que dedican más tiempo a las pantallas que a fijarse en su entorno.
La verdad es que hoy nos hace falta pararnos un poco. Tengo yo la sensación de que hoy y siempre ha sido fundamental el hecho de pararse. Te pongo algunos ejemplos: cuando he viajado a Marruecos, he visto que la gente se sienta en un café y puede echar horas sentada, simplemente mirando, sin hacer absolutamente nada. O la sensación de viajar en un tren e ir mirando por la ventana, viendo un paisaje sin hacer nada. El problema es que hoy estamos en una situación en la que parece que el tiempo hay que aprovecharlo al máximo. Y, como hay que hacerlo así, creemos que mirar por la ventana o sentarnos en un café es perder el tiempo, cuando es algo maravilloso que te da un poso que no te lo da otra cosa. Me parece importante que los chavales (y no sólo ellos, todo el mundo) aprendan la práctica de poder sentarse y mirar.
Por ejemplo la pintura, ya lo decía Matisse, tiene mucho de sillón. Sentarte y ponerte a observar porque lo que vas a crear, al final, va a ser una ventana. Ponerte a mirar esa ventana es algo que no consigues de una sola pasada. Cualquiera que tiene un cuadro en casa, lo sabe: el cuadro va proponiendo, proponiendo, cada vez que lo contemplas. Y, en la medida en que pasan los años, deja huella. De hecho, cuando lo quitas de la pared, ha dejado una marca física de su presencia. Pero, bueno, la tecnología nos hace ir muy deprisa... Te levantas por la mañana, enciendes el móvil y ya estás repasando mensajes, los whatsapps que tienes... La pintura, por el contrario, te da un poquito de sosiego. Para el ritmo vital me parece que es importante parar. Y por último, de cara a que los niños puedan ir a ver una exposición, pienso simplemente en permitir que se dejen llevar. Dejarles sorprenderse. Lo normal es que a veces no entiendan las cosas de las exposiciones. A mí me pasaría si alguien hablase de física: es obvio que se me escaparían muchos conceptos... Pero, con esfuerzo, iría entendiendo. Esto es un poco parecido: algunos niños entran más fácilmente en el mundo de la cultura; el arte, la música. Otros lo hacen más lentamente pero terminan por disfrutar de ello con intensidad.
"Para el ritmo vital me parece que es importante parar. Y para pintar. Sentarte y ponerte a observar porque lo que vas a crear, al final, va a ser una ventana"
Para terminar, déjanos los datos prácticos de la exposición. De cuándo a cuándo vamos a poder ir a visitarla, si nos quieres comentar algo más del catálogo o de alguna actividad paralela... Y también recomiéndanos alguna o varias obras delante de las que debamos pararnos especialmente cuando vayamos a la sala de la exposición.
Empezando por el final, diría que cada uno se pare en lo que realmente le llame la atención, porque la pintura entra por los ojos, nunca mejor dicho. Cuando de repente algo entra por los ojos, uno lo sabe. Es como cuando te enamoras. Esto es algo parecido a ver una persona y que te guste: un cuadro te llama, aunque no sepas por qué, y te paras en él. No espero en absoluto que todos los cuadros entusiasmen. A cada uno lo hará alguno.
Sobre el catálogo, decir que en él ha participado muchísima gente. Ha sido un trabajo en equipo con un resultado bueno.
¿El catedrático Armando Montesinos?
Y el pintor Rufo Criado, Lucía López, Ángel Cuevas, Carmen Maestro, Phil Trout... Maquetación, fotografía, traducciones... Ha pasado por montón de manos, espero no haberme olvidado ninguna.
La exposición va a estar a partir del día 20 de septiembre al 20 de octubre en la calle Claudio Coello, 141, en el espacio O_LUMEN, que merece muchísimo la pena.
Ikella Alonso, 'El vuelo de Ícaro'. Un acercamiento al paisaje de los pintores que admiramos.
Más información en la web del proyecto O_LUMEN.