El día 10 de diciembre se cumple un año de la toma de posesión del nuevo Arzobispo de Valencia, D. Enrique Benavent. Un nombramiento inesperado, en cierto modo, pero por otro lado repleto de expectativas muy positivas ya que era un joven-viejo conocido de la Archidiócesis, dado su paso como obispo auxiliar de la misma. Evidentemente no es lo mismo arzobispo que obispo auxiliar, pero su buen hacer quedó patente con toda claridad. Así me lo cuentan algunos amigos…

Por supuesto, en estos momentos, hay mucha gente que está a la espera de cambios de mayor calado y profundidad en la Diócesis. Otros, por el contrario prefieren que no haya demasiadas marejadas por si acaso. El mundo del clero valentino, como es normal, es variopinto. De todo hay en la vida del Señor. El carácter reflexivo de D. Enrique le lleva a una cierta lentitud en sus decisiones, una mezcla de prudencia y sabiduría. En cierto modo para el Arzobispo el texto de la segunda carta de San Pedro es muy válido: ”para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”. No pasarán los mil años, pero un tiempo más…Esto no es inseguridad, sino luces largas.

Escucha y diálogo

Sin embargo, hay una constante que aparece con claridad, D. Enrique es un hombre que escucha, dialoga, pero no impone o, en todo caso, intenta convencer al otro de sus argumentos. Durante todo este año su agenda ha estado repleta de visitas, reuniones y encuentros, como no podía ser de otra manera, con todas las instituciones vivas de la Iglesia y de los sacerdotes que han deseado compartir con el sus alegrías, dificultades y esperanzas. Una conclusión me ha llegado, su cercanía y su afabilidad en la distancia corta. Así como su tenacidad cuando tiene las cosas claras. Otros más malévolos me dicen que cuide las compañías y los consejeros áulicos… En todo caso, D. Enrique es un hombre sagaz e inteligente, y sin duda, en su momento se rodeará de la gente que considere que está en comunión con su proyecto diocesano y su espíritu fraterno. Priorizará todo esto sobre las amistades.

¿Y cuál será ese momento de los cambios a fondo? Cuentan que Osoro tardó un año en introducir los cambios en el equipo episcopal. La coyuntura de D. Enrique es muy diferente. De golpe se ha encontrado con obispos dimisionarios (Salinas y Juan) y con un obispo auxiliar, recientemente nombrado obispo residencial de Santander, mi querido Arturo Ros. En una macrodiócesis como Valencia, que requiere de presencia episcopal es muy complicado asumir un día a día sin quemarse o darle la impresión de no llegar… más de 600 parroquias et reliqua.

¿Obispos auxiliares antes de Pascua?

El mismo día de la comunicación del nombramiento del obispo de Santander anunció la solicitud de obispos auxiliares. Aunque los procesos para su nombramiento son, generalmente largos, es posible que antes de Pascua tengamos ya nombramientos. Las habituales cartas canónicas secretísimas no tardarán en llegar a los elegidos para elaborar los informes pertinentes, aunque ya circulan quinielas. La cercanía a Omella, que está en el cotarro de los obispos, y sin duda tiene muy buena relación con D. Enrique, ya que compartieron horas en la Conferencia Tarraconense, puede ser importante.

Por lo tanto, el momento de los cambios a fondo, tendrá lugar en ese momento, ya que es lógico que para plantear un nuevo equipo quiera contar con esos obispos auxiliares. Habrá continuidades en el equipo actual, sin duda en personas bien posicionadas en estos momentos, y caras nuevas. Más adelante ya veremos…