Hamas e Israel: hitos de un odio químicamente puro
Las débiles relaciones entre palestinos e israelíes han estallado por los aires. Los destellos de aquel lejano choque de manos entre Arafat y Rabin en los jardines de la Casa Blanca son un sueño de una noche de verano, así como los acuerdos de Oslo.
El objetivo de destruir a Hamas en su propio nido va a suponer la pérdida de muchas vidas humanas para ambos contendientes, incluidos muchos civiles. Y si la brutalidad de Israel es excesiva puede soliviantar las calles de muchos países árabes moderados, que empezarán a tener problemas internos. Estamos ya viendo manifestaciones muy numerosas. Sin olvidar las reacciones antisemitas que pueden darse en muchos países Y ya se aprecian. Estos riesgos son reales y los dirigentes israelíes lo saben…y los mandatarios americanos y europeos, también.
La clave para entender la prolongación durante 75 años de ocupación israelí del territorio palestino es que hasta ahora la violencia era más o menos aceptable, incluso aunque se desborde de vez en cuando, también esto es tolerable. Cinismo puro de la política internacional.
La clave para entender la prolongación durante 75 años de ocupación israelí del territorio palestino es que hasta ahora la violencia era más o menos aceptable, incluso aunque se desborde de vez en cuando, también esto es tolerable. Cinismo puro de la política internacional.
Este derramamiento de sangre, en estos momentos insisto, sólo Estados Unidos, la Unión Europea y algunos países árabes pueden pararlo. Una acción conjunta contundente de estos actores, forzando un un final negociado, y acompañando un proceso duro y complicado, que durante décadas han abandonado, ya que aparentemente el nivel de ruido mediático no era excesivo, y podía ser soportable para las opiniones públicas.
Sin duda el Papa Francisco y el cardenal Pizzaballa, Patriarca de Jerusalén estarán moviendo discretamente muchos hilos. Me consta que el Cardenal tiene interlocución directa con Netanyahu y Abbas, pero la prudencia es la mejor opción en estos momentos tan delicados.
| José Luis Ferrando Lada
El 11 de octubre de 1981, por primera vez aterrice en el viejo aeropuerto de Ben Gurion. Unos días antes, el 6 de octubre en el Cairo, durante un desfile militar había sido asesinado el presidente egipcio Sadat, el que unos meses antes había firmado la paz con el presidente del gobierno de Israel Begin. La célebre visita de Sadat a Jerusalén y a la Knesset le costó la vida. Días de inquietudes y preocupaciones.
Allí viví unos años, y desde entonces he viajado en numerosas ocasiones. He publicado dos buenos centenares de artículos en la prensa y dos libros sobre el conflicto palestino-israelí. Nunca en los 42 años de seguimiento de este problema había visto nada igual. La violencia dura, aunque no publicada tan descarnadamente -excepto en algún momento puntual-, ha estado siempre presente, pero no de esta forma tan injusta, cruda y casi en directo.
Las débiles relaciones entre palestinos e israelíes han estallado por los aires. Los destellos de aquel lejano choque de manos entre Arafat y Rabin en los jardines de la Casa Blanca son un sueño de una noche de verano, así como los acuerdos de Oslo. Esto, no lo olvidemos, conllevó el asesinato de Rabin.
El objetivo de destruir a Hamas en su propio nido va a suponer la pérdida de muchas vidas humanas para ambos contendientes, incluidos muchos civiles. Y si la brutalidad de Israel es excesiva puede soliviantar las calles de muchos países árabes moderados, que empezarán a tener problemas internos. Estamos ya viendo manifestaciones muy numerosas. Sin olvidar las reacciones antisemitas que pueden darse en muchos países Y ya se aprecian. Estos riesgos son reales y los dirigentes israelíes lo saben…y los mandatarios americanos y europeos, también.
En el año 2000 visité Gaza por segunda vez. En aquel momento se respiraba, a pesar de la precariedad, paz y proyectos. A partir 2006, después de que Hamas ganara las elecciones legislativas en la franja la situación fue deteriorándose. Ahora, lo más lamentable es que nadie sabe que hacer con Gaza. La leyendas cuentan que a los gazatis les gusta tomar el té con mucho azúcar…probablemente sea para endulzar la amarga vida diaria. Esta situación es el mejor caldo de cultivo para el radicalismo político, propugnado por Hamas. La miseria, que conlleva una falta de futuro y esperanza para miles de jóvenes es la puerta para integrarse en sus filas pensando en una vana liberación. Y mientras ven lo bien que viven sus vecinos.
Una posible liberación sólo pasará algún día por el diálogo entre ambas partes, auspiciado y asistido por Estados Unidos, Europa y los países árabes moderados. En el camino de la violencia se encontrarán siempre con el más fuerte y poderoso: Israel. Un panorama desolador, pero real. Se buscan líderes palestinos y judíos moderados. Y los hay, pero no tienen poder real o nadie les escucha…Y, por otro lado, los palestinos intentan sobrevivir, sabiendo que la moderación no les ha llevado hasta hoy a ninguna parte.
La clave para entender la prolongación durante 75 años de ocupación israelí del territorio palestino es que hasta ahora la violencia era más o menos aceptable, incluso aunque se desborde de vez en cuando, también esto es tolerable. Cinismo puro de la política internacional. Ha habido temporadas de más violencia y otras de menos violencia, que siempre han acabado con un baño de sangre por el mismo lado. El razonamiento es bien sencillo. A Gaza la tenemos callada con nuestra limosna y a Hamas encerrado entre los muros -cuentan las leyendas que Hamas fue creado por el Mossad, en los años de plomo, para restar liderazgo a Arafat, pero a alguien se le fue de las manos en su momento-. Y, por otro lado, a Cisjordania le damos unas migajas de poder con la Autoridad Palestina, y de paso nos controla el gallinero. Así de frío y real. Sin olvidar el sangrante tema de la división entre los palestinos, que ha contado también en este desenlace. El diálogo entre Hamas y la OLP, partido mayoritario que sostiene la Autoridad Nacional Palestina, no sólo es inexistente, sino indeseable por ambas partes, ya que mantienen estrategias político militares muy distintas. Unos mantienen la esperanza de que las aproximaciones de los países del Golfo y algunos países árabes moderados, y últimamente Arabia Saudí a Israel conllevará un día un Estado Palestino y un tratado de paz; mientras que Hamas sólo piensa en destruir a Israel como única vía para lograr la creación de un Estado. Dos posturas irreconciliables, y que para Israel les deja sin interlocutor valido en el lado palestino, aunque les conviene mantener a la Autoridad Nacional Palestina.
Este derramamiento de sangre, en estos momentos insisto, sólo Estados Unidos, la Unión Europea y algunos países árabes pueden pararlo. Una acción conjunta contundente de estos actores, forzando un un final negociado, y acompañando un proceso duro y complicado, que durante décadas han abandonado, ya que aparentemente el nivel de ruido mediático no era excesivo, y podía ser soportable para las opiniones públicas.
El problema es que, una vez más, en Estados Unidos ha empezado ya la campaña para las presidenciales, y sus actuales dirigentes miden bien sus pasos. El Secretario de Estado para asuntos exteriores ha viajado inmediatamente a Israel para asegurarle su apoyo a todos los niveles, y a pedirle que, si es posible, la venganza sea efectiva, pero que no se vea demasiado. En el Souk de Jerusalén pueden comprarse camisetas que con un avión de combate, cuyo texto reza así: “Israel, don´t worry, United States es behind you” (Israel, no te preocupes, Estados Unidos está detrás de ti). También otras que invierten los términos entre Estados Unidos e Israel. Enfín, esto es la pura realidad. Estados Unidos, y su presidente, han afirmado reiteradamente su apoyo a Israel, pero últimamente están insistiendo en el tema humanitario, y en las reglas de la guerra, ya que temen que Netanyahu se les vaya de la mano y escale el conflicto. Los portaaviones norteamericanos en el Mediterráneo no apuntan a Gaza, sino son un elemento disuasivo para las tentaciones bélicas que pudieran darse en la zona a otros niveles.
Tampoco podemos olvidar que diariamente, en un segundo plano, mueren palestinos en Cisjordania, 44 después del ataque de Hamas.
En Europa algunos países, también para consumo de marketing político interno, se han cuestionado la ayuda humanitaria a Gaza, aunque están reculando. Esto sería terrible, ya que los gazatis viven en un 85% de este subsidio. Hipocresía de la geopolítica europea.
¿Qué ha pasado, ahora? El odio se ha desbordado de la manera lo más salvaje posible. Y además, el poderoso y dominante se ha sentido humillado a nivel internacional. Y la gente de Israel ha sentido el miedo real en sus propias carnes cuando ha visto que sus conciudadanos han sido masacrados por una banda de asesinos. La sacrosanta seguridad de Israel ha saltado por los aires. Y para más inri, el gobierno actual de Israel es el mas derechista de la historia reciente, y con un primer ministro cuestionado por sus pretensiones de controlar el poder judicial. Un coctel peligroso que ha desencadenado una espiral de violencia incontrolable. No olvidemos que Hamas de manera fría y calculada ha estado preparando este golpe durante bastante tiempo. Por eso, probablemente, en sus cálculos está también la reacción de Israel y de Occidente. De ahí la toma de rehenes. Los vida de unos seres humanos no puede convertirse en moneda de cambio, ni tampoco la vida de muchos gazatis inocentes.
Ahora sólo se habla de odio y de venganza. ¿Será posible re-establecer, el día después, unas relaciones ya sembradas de muchos cadáveres de decenios de luchas? ¿Qué pasará después del horror que hemos visto, estamos contemplando ahora y lo que vendrá a continuación? ¿Puede alguien parar este derramamiento de sangre? A lo mejor de este infierno nace alguna alternativa...
Sin duda el Papa Francisco y el cardenal Pizzaballa, Patriarca de Jerusalén estarán moviendo discretamente muchos hilos. Me consta que el Cardenal tiene interlocución directa con Netanyahu y Abbas, pero la prudencia es la mejor opción en estos momentos tan delicados.