Análisis del discurso de Francisco al Cuerpo Diplomático (II) El repaso del Papa a los problemas de este mundo, incluída la pederastia y el conflicto palestino-israelí
El Papa Francisco, en su meditado discurso a los embajadores, apunta sus preocupaciones y señala los grandes y graves problemas de nuestro tiempo, algunos coyunturales, y otros, absolutamente enquistados.
Por supuesto, el Papa Francisco, no olvida en su discurso los conflictos bélicos que están vivos en estos momentos. “a pesar de los numerosos esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre las naciones, el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica".
Apunta claramente, el Papa Francisco, la solución de los dos Estados, como camino de solución, pero denuncia el enquistamiento del conflicto palestino-israelí. Sin duda su sensibilidad por la Tierra santa le lleva a no olvidar este ya largo e insoluble problema, que conlleva mucho sufrimiento.
En este contexto el Papa Francisco no rehuye, sino que pone en primer plano el tema de la pederastia. Justamente en aquellos ámbitos educativos, que dependen de la responsabilidad eclesial
El Papa Francisco en este ámbito del mundo laboral desciende a temas muy concretos como consecuencia, en este caso de la pandemia, que está golpeando a las capas más empobrecidas de la humanidad:
Apunta claramente, el Papa Francisco, la solución de los dos Estados, como camino de solución, pero denuncia el enquistamiento del conflicto palestino-israelí. Sin duda su sensibilidad por la Tierra santa le lleva a no olvidar este ya largo e insoluble problema, que conlleva mucho sufrimiento.
En este contexto el Papa Francisco no rehuye, sino que pone en primer plano el tema de la pederastia. Justamente en aquellos ámbitos educativos, que dependen de la responsabilidad eclesial
El Papa Francisco en este ámbito del mundo laboral desciende a temas muy concretos como consecuencia, en este caso de la pandemia, que está golpeando a las capas más empobrecidas de la humanidad:
El Papa Francisco en este ámbito del mundo laboral desciende a temas muy concretos como consecuencia, en este caso de la pandemia, que está golpeando a las capas más empobrecidas de la humanidad:
El Papa Francisco, en su meditado discurso a los embajadores, apunta sus preocupaciones y señala los grandes y graves problemas de nuestro tiempo, algunos coyunturales, y otros, absolutamente enquistados. Por eso, de manera muy clara, justamente ante los embajadores, denuncia una situación crítica de la humanidad:“Hace tiempo que la diplomacia multilateral atraviesa una crisis de confianza…A menudo se toman importantes resoluciones, declaraciones y decisiones sin una verdadera negociación en la que todos los países tengan voz y voto. Este desequilibrio… genera una falta de aprecio hacia los organismos internacionales por parte de muchos estados y debilita el sistema multilateral en su conjunto, reduciendo cada vez más su capacidad para afrontar los desafíos globales…considero que se trata de una forma de colonización ideológica… que hoy asume cada vez más la forma de esa cultura de la cancelación.… En nombre de la protección de las diversidades, se termina por borrar el sentido de cada identidad, con el riesgo de acallar las posiciones que defienden una idea respetuosa y equilibrada de las diferentes sensibilidades. Se está elaborando un pensamiento único obligado a renegar la historia o, peor aún, a reescribirla en base a categorías contemporáneas, mientras que toda situación histórica debe interpretarse según la hermenéutica de la época”. Evidentemente, este desprestigio de la diplomacia multilateral, que conlleva la cultura de la cancelación, al final significa un empobrecimiento del diálogo y la negociación, y la emergencia de una ideología única, depredadora de la pluralidad de identidades y sensibilidades. y hace inservibles por su falta de credibilidad los organismos internacionales.
Frente a este deficit, el Papa Francisco, propone una solución:“la diplomacia multilateral está llamada a ser verdaderamente inclusiva, no suprimiendo sino valorando las diversidades y las sensibilidades históricas que distinguen a los distintos pueblos. De ese modo, esta volverá a adquirir credibilidad y eficacia para afrontar los próximos retos, que exigen a la humanidad que vuelva a reunirse como una gran familia, la cual, aunque partiendo de puntos de vista diferentes, debe ser capaz de encontrar soluciones comunes para el bien de todos”. El Papa Francisco, por supuesto, aboga por un camino de momento utópico, pero sin duda siente la necesidad imperativa de presentar su alternativa, no solamente constatar la crisis de la diplomacia multilateral. Y lo hace, desde la convicción de la necesidad de estas instituciones multilaterales para responder a los retos de nuestro mundo.
En cuanto a los valores que deben animar los procesos diplomáticos, el Papa Francisco, hace una llamada al reconocimiento de unos valores compartidos permanentes y básicos, y desea su reconocimiento y aceptación. Estos valores, sin duda, nos recuerda dan: “solidez y estabilidad a una ética social… Deseo destacar especialmente el derecho a la vida, desde la concepción hasta su fin natural, y el derecho a la libertad religiosa”. Ambas preocupaciones, sin duda vienen marcadas por preocupantes desarrollos legislativos en algunos países y por la discriminación persecución de algunos regímenes políticos a los seres humanos por sus convicciones religiosas.
A continuación, entra de lleno en una de sus grandes preocupaciones. “en los últimos años ha crecido cada vez más la conciencia colectiva en lo referente a la urgencia de afrontar el cuidado de nuestra casa común, que está sufriendo a causa de una continua e indiscriminada explotación de los recursos”. Citando algunos efectos recientes en algunos países como Filipinas y otros países del Pacífico: “vulnerables por los efectos negativos del cambio climático, que ponen en riesgo la vida de los habitantes, la mayoría de los cuales dependen de la agricultura, la pesca y los recursos naturales”. Y añade: “Esta constatación es precisamente la que debe impulsar a la comunidad internacional en su conjunto a encontrar soluciones comunes y ponerlas en práctica. Nadie puede eximirse de dicho esfuerzo, porque nos atañe e implica a todos en la misma medida”. Desde esta perspectiva cita COP26 en Glasgow: “se dieron algunos pasos que van en la correcta dirección, aunque más bien débiles respecto a la consistencia del problema a afronta. y por consiguiente el 2022 será otro año fundamental para verificar cuánto y cómo, lo que se decidió en Glasgow, pueda y deba ser reforzado posteriormente, en consideración a la COP27, prevista para el próximo mes de noviembre en Egipto”. Sin duda, el eco de la “Lauda to si“se percibe en estas palabras del Papa Francisco a los diplomáticos.
Por supuesto, el Papa Francisco, no olvida en su discurso los conflictos bélicos que están vivos en estos momentos. “a pesar de los numerosos esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre las naciones, el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica». Pasa en revista a Siria, Yemen, Libia, episodios del terrorismo internacional en el Sahel, los conflictos internos en Sudán, Sudán del Sur y Etiopía, Ucrania y el Cáucaso meridional, en los Balcanes, Bosnia y Herzegovina. En todos ellos apunta las causa y la soluciones.
Quiero destacar, sus palabras respecto del persistente conflicto palestino-israelí: “Durante el año pasado no se produjo ningún avance en el proceso de paz entre Israel y Palestina. Me gustaría que estos dos pueblos reconstruyeran la confianza entre ellos y volvieran a hablarse directamente para poder llegar a vivir en dos estados, uno junto al otro, en paz y seguridad, sin odio ni resentimiento, pero curados por el perdón recíproco”.Apunta claramente, el Papa Francisco, la solución de los dos Estados, como camino de solución, pero denuncia el enquistamiento del conflicto palestino-israelí. Sin duda su sensibilidad por la Tierra santa le lleva a no olvidar este ya largo e insoluble problema, que conlleva mucho sufrimiento.
Tampoco el Papa Francisco quiero olvidar algunos naciones que le tocan de cerca del continente americano:“Las desigualdades profundas, las injusticias y la corrupción endémica, así como las diversas formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas, también siguen alimentando los conflictos sociales en el continente americano, donde la polarización cada vez más fuerte no ayuda a resolver los problemas reales y urgentes de los ciudadanos, especialmente de los más pobres y vulnerables”. Demuestra un perfecto conocimiento de las dinámicas de esos países, creadoras de pobreza y desigualdad.
Y, una vez mas, el Papa Francisco, denuncia la causa general de los conflicto bélicos: “todos los conflictos se ven facilitados por la abundancia de armas disponibles y la falta de escrúpulos de quienes se encargan de difundirlas”. En distintos foros y continuamente plantea de manera muy palmaria esta problemática demoníaca.
Mención especial, le merecen, las armas nucleares: “las nucleares son motivo de especial preocupación….Un mundo sin armas nucleares es posible y necesario…las armas nucleares son instrumentos inadecuados e inapropiados para responder a las amenazas a la seguridad en el siglo XXI y que su posesión es inmoral. Su fabricación desvía recursos a las perspectivas de un desarrollo humano integral y su uso, además de producir consecuencias humanitarias y medioambientales catastróficas, amenaza la existencia misma de la humanidad”.
La Santa Sede considera también importante que la reanudación de las negociaciones sobre el Acuerdo Nuclear para suprimirlas sea una realidad cada vez más patente y constatable. Los recursos que se desvían a este armamento denuncia son recursos de menos para el desarrollo humano de muchos pueblos necesitados.
Finalmente, el Papa Francisco, les recuerda a los diplomáticos, el reciente mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, celebrada el pasado 1 de enero, y les plantea los elementos que considera: “esenciales para fomentar una cultura del diálogo y la fraternidad”.
El primero: “la educación… Es el vector principal del desarrollo humano integral, ya que hace a la persona libre y responsable… la educación genera cultura y construye puentes de encuentro entre los pueblos”.
En este contexto el Papa Francisco no rehuye, sino que pone en primer plano el tema de la pederastia. Justamente en aquellos ámbitos educativos, que dependen de la responsabilidad eclesial:“La Iglesia Católica siempre ha reconocido y valorado el papel de la educación en el crecimiento espiritual, moral y social de las jóvenes generaciones. Por ello, me resulta aún más doloroso constatar que en diversos ámbitos educativos ―parroquias y colegios― se han producido abusos a menores, con graves consecuencias psicológicas y espirituales para las personas que los han sufrido. Son crímenes sobre los que debe haber una firme voluntad de esclarecimiento, examinando los casos individuales para determinar las responsabilidades, hacer justicia a las víctimas y evitar que semejantes atrocidades se repitan en el futuro”. El Papa Francisco destaca tres aspectos la voluntad de esclarecimiento de cada caso “particular”. Este es un dato muy importante. No es un problema de estadísticas, sino de caca persona, cada circunstancia. Afirma la voluntad de que se haga justicia, es decir que la justicia determina el delito y su reparación; y, finalmente una política preventiva seria para que esas barbaridades no se repitan, pero antes aclarar lo acontecido. No obstante, el riesgo: “A pesar de la gravedad de estos actos, ninguna sociedad puede renunciar a su responsabilidad de educar”.
Siguiendo en el ámbito educativo afirma: “a menudo, en los presupuestos estatales se destinan pocos recursos para la educación. Esta se considera principalmente como un gasto, mientras que, en cambio, es la mejor inversión posible”.Pide a los gobernantes un cambio de sensibilidad en cuanto al dinero que se dedica a la educación, ya que para el Papa Francisco es la mejor inversión posible por parte de la sociedad.
En su discurso apunta una idea muy importante que nos tendría que hacer reflexionar a todos, padres, educadores y a la sociedad en general, provocada coyunturalmente por la pandemia, pero que puede tener graves consecuencias en el ámbito educativo:“La pandemia ha impedido que numerosos jóvenes accedan a los centros educativos, en detrimento de su desarrollo personal y social. Muchos, por medio de las modernas herramientas tecnológicas, han encontrado refugio en realidades virtuales, que crean vínculos psicológicos y emocionales muy fuertes, con la consecuencia de alejarlos de los demás y de la realidad circundante y alterar radicalmente las relaciones sociales. Con ello no trato de negar la utilidad de la tecnología y sus productos, que nos permiten conectarnos cada vez más fácil y rápidamente, pero quiero señalar la urgente necesidad de vigilar para que estos instrumentos no sustituyan las verdaderas relaciones humanas, a nivel interpersonal, familiar, social e internacional. Si se aprende a aislarse desde pequeños, será más difícil en el futuro construir puentes de fraternidad y paz. En un universo donde sólo existe el “yo”, difícilmente puede haber lugar para el “nosotros”. Una preocupación y una alerta ante las situaciones que analiza en torno a la tecnología, señalando sus aspectos positivos, pero también apuntando a los graves riesgos.
Desarrolla también un segundo elemento de su mensaje de paz, y en consecuencia de sus preocupaciones: “el trabajo, factor indispensable para construir y mantener la paz; es expresión de uno mismo y de los propios dones, pero también es compromiso, esfuerzo, colaboración con otros, porque se trabaja siempre con o por alguien. En esta perspectiva marcadamente social, el trabajo es el lugar donde aprendemos a ofrecer nuestra contribución por un mundo más habitable y hermoso”.
El Papa Francisco en este ámbito del mundo laboral desciende a temas muy concretos como consecuencia, en este caso de la pandemia, que está golpeando a las capas más empobrecidas de la humanidad: “Hemos constatado cómo la pandemia ha puesto a prueba la economía mundial, con graves repercusiones para las familias y los trabajadores, que están experimentando situaciones de angustia psicológica, antes incluso que dificultades económicas. Además, ha puesto aún más de manifiesto la persistencia de las desigualdades en diversos ámbitos socioeconómicos. Entre ellas, el acceso al agua potable, la alimentación, la educación y la atención médica. El número de personas que viven en pobreza extrema está aumentando considerablemente. Además, la crisis sanitaria ha llevado a muchos trabajadores a cambiar el tipo de empleo y a veces los ha obligado a entrar en el espacio de la economía sumergida, privándolos también de las medidas de protección social previstas en muchos países”.
Finalmente, el Papa Francisco, apunta dos idea realmente novedosas: la primera recordar el valor añadido del trabajo humano y la segunda, el valor del trabajo como constructor de la paz: “la conciencia del valor del trabajo adquiere una importancia adicional, puesto que no puede haber desarrollo económico sin trabajo, ni se puede pensar que las tecnologías modernas puedan sustituir el valor añadido que aporta el trabajo humano. El trabajo es también ocasión para descubrir la propia dignidad, para ir al encuentro de los demás y crecer como ser humano; es camino privilegiado a través del cual cada uno puede participar activamente en el bien común y contribuir concretamente a la construcción de la paz.”
Y la conclusión muy del estilo del Papa Francisco: “La paz es un bien “contagioso”, que se propaga desde el corazón de quienes la desean y aspiran a vivirla, alcanzando al mundo entero”.
Un repaso ante los representantes de los grandes de este mundo para recordarles los grandes temas en los que se juega el desarrollo justo de los pueblos y la paz sin eludir la autocrítica en el tema de la pederastia. Esperemos que se le escuche de verdad…