Mi testimonio de sufrimiento y esperanza en tiempos del “Covid” José Luis Ferrando: "He sentido la impotencia del silencio que nace de un sufrimiento indecible. El teclado se me caía de las manos"
"Esta impotencia ante las situaciones que nos desbordaban no nos han llevado a la desesperación, nos hemos apoyado en la fe y la esperanza, como los únicos faros ante lo que nos parecía injusto e incomprensible"
"Desde la ventana del hospital, los días eran interminables y las noches eternas. Y las noticias de Alemania cada vez peores. Y vinieron las semanas de convalecencia, de zozobras, de impotencia, de dudas…Tan solo la oración compartida nos sostenía"
"El fallecimiento de Fernando, el pasado mes de julio, después de un año de lucha contra el cáncer, ha sido un golpe terrible. Es inimaginable la muerte de un hijo. Lo peor que le puede pasar a unos padres, suele decir la gente"
"El fallecimiento de Fernando, el pasado mes de julio, después de un año de lucha contra el cáncer, ha sido un golpe terrible. Es inimaginable la muerte de un hijo. Lo peor que le puede pasar a unos padres, suele decir la gente"
Desde hace unos meses me ha resultado muy difícil juntar dos palabras. Han sido tiempos duros de dolor y desesperanza. Cada amanecer, a pesar de la luz, parecía ensombrecido por el horizonte de la enfermedad global y las cercanas. He sentido la impotencia del silencio que nace de un sufrimiento indecible. El teclado se me caía de las manos.Solo me motivaba estar al lado de Mary Nieves, día y noche. Esto explica mi ausencia durante meses de mi cita con Religión Digital de muchas otras cosas.
En plena pandemia, en la soledad compartida de la habitación de un hospital, hemos vivido juntos, una doble operación quirúrgica, y el agravamiento, desde la lejanía, de la enfermedad de un hijo. Dos circunstancias terribles, suficientes para caer en la más profunda desesperación. Desde la ventana del hospital, los días eran interminables y las noches eternas. Y las noticias de Alemania cada vez peores. Y vinieron las semanas de convalecencia, de zozobras, de impotencia, de dudas…Tan solo la oración compartida nos sostenía.
Sentía la precariedad y la vulnerabilidad más absoluta. Los brazos caídos. Sin embargo esta impotencia ante las situaciones que nos desbordaban no nos han llevado a la desesperación, nos hemos apoyado en la fe y la esperanza, como los únicos faros ante lo que nos parecía injusto e incomprensible. No ha sido nada fácil, no hablamos de una novela de ciencia ficción, sino de algo real, con lo que nos levantamos todavía cada día e intentamos buscar razones para vivir en plenitud, a pesar de los acontecimientos.
El precio que pagamos era la sequedad más absoluta y el desánimo. La incapacidad para comunicar lo que estábamos viviendo juntos, que por un lado era terrible, y, por otro, sabíamos de buena ley que aquello que un día nos dijimos era verdad “en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad…”. Estas palabras no eran huecas o rutinarias, sino reales. En un golpe de apenas unas horas pasamos del confinamiento a una etapa de apocalipsis. Y todo junto, y sin tregua. Las dos operaciones de Mary Nieves y el agravamiento de la enfermedad de Fernando.
El fallecimiento de Fernando, el pasado mes de julio, después de un año de lucha contra el cáncer, ha sido un golpe terrible. Es inimaginable la muerte de un hijo. Lo peor que le puede pasar a unos padres, suele decir la gente. Mary Nieves está poco poco saliendo, con todavía debilidad física, pero gracias a los cuidados del personal sanitario, a su fuerza de voluntad, pero sobre todo a su fe y esperanza. Sin duda, la sombra de la muerte del hijo está ahí como una nube, que unas veces le entristece y otras le da ánimos, ya que Fernando luchó hasta el final, hasta el último segundo de su vida. Pero ahí estamos, con mucho sufrimiento, pero de nuevo acudiendo a la fe y la esperanza para encontrar sentido al sin-sentido de la muerte de un hijo en plena juventud.
En el mejor momento de su vida académica y laboral, recién rehabilitada la casa que compraron en Karlsruhe, y disfrutando de sus hijos, nos ha dejado. Durante un año hemos estado viéndole plantando cara al cáncer, pero al final nos ganó la partida. La ultima noche , durante siete minutos madre e hijo estuvieron charlando, mirándose, intentando sonreír frente a una absoluta fragilidad, intercambiando “piropos”. Era imposible vivir así. A la mañana siguiente Fernando fue rescatado por el Señor a su descanso. Lo merecía. Su sonrisa no se apagó durante la cruel lucha. En una tregua de la “pandemia” pudimos acompañarle en su último viaje. Su cuerpo descansa en el cementerio de Karlsruhe, en un lugar elegido por su esposa y sus hijos pequeños. Vivimos un funeral familiar y sentido.
Me ha parecido escuchar a mucha gente decir que la pandemia nos ha cambiado las agendas y las prioridades. ¡Únicamente eso..! A nosotros nos ha enseñado que nuestras vidas penden de un hilo, y en cualquier momento, se puede romper sin pedir permiso. Por eso no podemos perder de vista lo esencial, lo que realmente da sentido a nuestra vida, seguir a Jesús de Nazaret, camino, verdad y vida en los momentos buenos y en los malos.
Nuestro testimonio, no está muy lejos de lo vivido por muchas familias en estos tiempos. Cada ser humano fallecido, joven o mayor, es una historia única, como la nuestra…Queremos recobrar la alegría y la serenidad, y sentir la presencia ausente de Fernando en nuestras vidas, para seguir juntos dando testimonio del amor de Dios. Este es un relato desde el corazón para amigos y cercanos, y para todos los que queráis leerlo. Tenemos delante la vida eterna. No sabemos cómo, ni de qué manera. Es el misterio de la esperanza, pero creemos que nos re-encontraremos y nos reconoceremos, porque el amor auténtico es eterno. A algunos les puede parecer un guiño a una cierta teología galáctica, a nosotros nos parece un entrañable camino de esperanza, acrisolado por la cruz gloriosa de Jesús.
PD:
Prof. Dr.-Ing. Fernando Puente León
Catedrático del Instituto de tecnología de Karlsruhe (Alemania). Director general del Instituto de tecnología Informática Industrial. Decano de la facultad de Ingeniería eléctrica y tecnología Informática
Que falleció en Karlsruhe el día 1 de julio de 2020 a la edad de 51 años
Su esposa, hijos, padres y hermanos participan a sus amistades tan dolorosa pérdida y les comunican que el día 20 de agosto, a las 18,30 horas, se oficiará una misa por su eterno descanso en la iglesia de San Bartolomé de Godella (Valencia)