En la MIsa de conclusión del 46 Sínodo Diocesano Cañizares: "“Necesitamos un nuevo Pentecostés que no nos deje encerrados en nuestros templos, nos haga salir a las calles, para anunciar sin miedos ni complejos que Dios les ama"
La Asamblea del Sínodo Diocesano, integrada por más de 200 miembros sinodales, ha aprobado con el respaldo del 90 por ciento, cuarenta líneas de acción para impulsar la renovación de la archidiócesis de Valencia, tras dos años de trabajo desde la convocatoria del Sínodo Diocesano en octubre de 2019.
Las propuestas están referidas, como señala el “Instrumentum laboris” a la necesidad de tener evangelizadores con formación, sentido pedagógico y competencia misionera; la importancia del acompañamiento, la urgencia de una coordinación pastoral y el necesario diálogo con la sociedad desde una escucha y acogida.
“Damos gracias a Dios por el Sínodo Diocesano convocado por el Espíritu, realizado en el Espíritu. Es el Espíritu Santo que nos reúne a todos en la unidad de la Iglesia para llevar a cabo la misión de Jesucristo. Es el Espíritu que nos conduce a la verdad, que nos hace santos. El Espíritu de Sabiduría que nos impulse a anunciar con obras y palabras la fe de Jesucristo. Necesitamos el Espíritu Santo para que hagamos una evangelización como en los primeros tiempos”, dijo el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares en la homilía de la Misa de conclusión de 46 Sínodo Diocesano de la historia de la Iglesia en Valencia. Una homilía que tanto en el fondo como en la forma fue valiente, clara, precisa, muy teológica y, sobre todo, animadora, probablemente una de las mejores que haya pronunciado durante el gobierno de esta Sede Episcopal.
“Hoy se nos pide llevar a cabo la misión evangelizadora con valentía y libertad. Para ello necesitamos se nos conceda el don del Espíritu Santo, amar a la Iglesia y a los hombres como El les ama, sobre todo a los pequeños y pobres. Necesitamos al Espíritu Santo que nos conduzca por el camino de la unidad, que todos seamos uno para que el mundo crea en Cristo. Necesitamos que el Espíritu Santo nos conduzca por el camino de la santidad imprescindible para realizar la misión salvífica de la Iglesia. Sólo siendo santos como hombres y mujeres de Dios podemos ser signos de Dios en el mundo. Necesitamos y pedimos el Espíritu Santo que nos renueva desde dentro y no nos deje tranquilos hasta que hagamos participes a otros de esa fe”, señaló.
“Necesitamos y pedimos un nuevo Pentecostés que nos deje encerrados en nuestros templos, nuestras casas, nos haga salir a las calles, a las plazas, para anunciarles sin miedos ni complejos que Dios les ama. Cristo ha muerto y resucitado por ellos, a plena luz, a confesar el nombre de Jesucristo. El Espíritu Santo rompe nuestros miedos, complejos, nos impulsa irresistiblemente a comunicar nuestra fe y a servir a los hombres. Mientras no vivíamos la alegría inmensa de la fe, difícilmente podremos salir a donde están los hombres a proclamar el Evangelio de la gracia y la renovación”, añadió.
“En una sociedad pluralista como la nuestra se hace necesario la presencia de la Iglesia en la vida pública y no aceptar el intento de reducir la religión al ámbito privado. Salgamos a la calle, vivamos nuestra fe con alegría. Impulsemos con la fuerza del Espíritu Santo una nueva evangelización a través de los diversos carismas, instituciones, laicos,… Que nuestra Iglesia Diocesana sea una Iglesia de campaña, de apóstoles, de samaritanos.”, acotó.
El Sínodo señala “caminos para vivir la vida cristiana en tiempo de crisis, sobre el valor fundamental de la comunidad cristiana y su proyección caritativa y social, sobre la compañía al alcance de todos de la Palabra de Dios, sobre el buen uso de los medios telemáticos, y sobre el valor de la oración como experiencia vital de la fe”.
Estuvo acompañado en la Misa por los obispos auxiliares Javier Salinas y Arturo Ros, más el emérito Esteban Escudero. Las lecturas fueron a cargo de una religiosa y dos laicos, más el diácono del Evangelio. La celebración comenzó con el canto de las Letanías de los Santos. Cantó el Coro dela catedral, estando todos los miembros sinodales. Finalizada la Liturgia de la Palabra se cantó el himno especial de Pentecostés, Veni Creator.
Antes e la bendición final, se cantó el Te Deum y el prelado dio las gracias a Dios y a los miembros del Sínodo por el desarrollo de éste. Se le notó especialmente feliz y satisfecho por este nuevo logro tenido en su pontificado, ya en el tiempo de descuento. Todos los asistentes prorrumpieron en una gran ovación. aael broche de otro fue el canto del Regina Coeli.
El cardenal Cañizares, que procederá a la promulgación de las constituciones sinodales, fruto del Sínodo Diocesano, agradeció al término de las votaciones el “alto consenso alcanzado, que demuestra la necesidad de impulsar la renovación de la diócesis, líneas de acción que persiguen ser “realistas y eficaces”, y que “sean generadoras de otras posteriores en lo sucesivo”.
La Asamblea del Sínodo Diocesano, integrada por más de 200 miembros sinodales, ha aprobado con el respaldo del 90 por ciento, cuarenta líneas de acción para impulsar la renovación de la archidiócesis de Valencia, tras dos años de trabajo desde la convocatoria del Sínodo Diocesano en octubre de 2019.
Las propuestas están referidas, como señala el “Instrumentum laboris” a la necesidad de tener evangelizadores con formación, sentido pedagógico y competencia misionera; la importancia del acompañamiento, la urgencia de una coordinación pastoral y el necesario diálogo con la sociedad desde una escucha y acogida. El cardenal pidió que la nueva tarea “nos haga ser testigos de Jesucristo y que lo hagamos con una alegría grande, incontenible”.
Historia de los Sínodos en la Iglesia de Valencia
La primera asamblea sinodal celebrada en Valencia fue el Concilio Provincial Valentino del año 546, «una reunión de la provincia eclesiástica cartaginense a la que se había incorporado Valencia tras desgajarse de la tarraconense». Se trata del único sínodo celebrado en la ciudad del Turia durante la antigüedad cristiana.
En total se ha celebrado 45 sínodos diocesanos, según investigaciones hechas por el catedrático de Historia Eclesiástica de la Facultad de Teología san Vicente Ferrer de Valencia, Miguel Navarro Sorní. Navarro explica lo que pretendieron los diferentes sínodos celebrados desde el siglo XIII, destacando los ocho celebrados entre 1255 y 1273 durante el pontificado de fray Andrés de Albalat. Después se sitúan los siete sínodos convocados por el Patriarca san Juan de Ribera.
La antigua tradición sinodal valenciana se verá paralizada hasta la reconquista de Jaume I y la reinstauración de la Diócesis. Así, entre los siglos XIII y XIV se celebran 24 sínodos, doce en cada uno de esos siglos. Cinco se reunirán en el siglo XV, nueve en el XVI y solo cuatro en el XVII, después de lo cual no se celebrará ningún otro hasta la segunda parte del XX, el del Arzobispo Olaechea en 1951 «al que le siguió en 1986-87 el del Arzobispo Roca Cabanellas».
Etiquetas