En las comunidades de todos los países donde está presente la Orden El Carmelo Descalzo estudia y debate un primer borrador de Declaración Carismática
El Prepósito General llama a reformular los elementos esenciales de la identidad carismática carmelitana en esta época nueva y resituar todo aquello que nos ha sido transmitido en el contexto antropológico y cultural de hoy.
| Baltasar Bueno, corresponsal en Valencia
El Definitorio General del Carmelo Descalzo, dentro del contexto del proceso de relectura de sus leyes iniciado tras el Capítulo de Ávila (2015) y teniendo en cuenta lo aprobado por el Definitorio Extraordinario de Goa (2019), ha preparado un primer borrador de Declaración Carismática, que recoge en gran medida las propuestas realizadas por todas las Circunscripciones de la Orden durante la primera fase del proceso: la relectura de nuestras Constituciones.
El primer paso para la mejora de dicho borrador está siendo la lectura y estudio del mismo por grupos de religiosos de entre 30 y 45 años -como ya se indicaba en la Carta citada más arriba- de todas las Circunscripciones, reunidos por áreas geográficas. Las primeras jornadas de estudio han tenido lugar en América Latina -concretamente en Villa de Leyva, Colombia-, donde se han reunido 25 religiosos de Latinoamérica y el Caribe acompañados de los Definidores Generales Agustí Borrell y Javier Mena.
Al decir de los participantes, el encuentro se realizó en un ambiente orante, fraterno y de trabajo, lo cual ayudó al buen desarrollo del mismo. El trabajo concluyó con una buena valoración de la Declaración Carismática y un compromiso serio de todos los asistentes para compartir en sus circunscripciones el fruto de dicho trabajo.
El borrador base del estudio y puesta en común por las comunidades carmelitanas extendidas por todo el mundo consta de 12 folios y lleva la firma del P. Saverio Cannistrà, Prepósito General de los Carmelitas Descalzos, y pretende que se haga una relectura del carisma y Constituciones carmelitanas de acuerdo con los contextos socioculturales de los lugares donde la Orden está presente, reformular los elementos esenciales de la identidad carismática carmelitana “en esta época nueva” y “resituar todo aquello que nos ha sido transmitido en el contexto antropológico y cultural de hoy”, dice la introducción del documento de trabajo.
Se aboga en primer lugar por “el retorno a las fuentes”, bíblicas, teológicas y pastorales, y de modo especial a las Constituciones de la Orden aprobadas por la Santa Sede en 1981, dimanantes y acordes con el Concilio Vaticano II, sin olvidar la riqueza de las fuentes teresiano-sanjuanistas (Santa Teresa y san Juan de la Cruz), fuentes originarias del carisma de la Orden. En este aspecto se trata de “situar en nuestro presente la lectura teresiana de la tradición carmelita”, siendo el primer estrato el bíblico, luego el patrístico y el de la Regla, “la interpretación teresiana de la Regla del Carmen”. “Lograr una interpretación que custodie la riqueza del pasado dentro de una interpretación que incluya con realismo nuestro presente”.
Alude el documento a la timidez con que se ha llevado hasta el momento la renovación de la Orden de acuerdo con el espíritu conciliar del Vaticano II. Señala el “agarrotamiento de la presentación de nuestro carisma en formas abstractas y cristalizadas”, “el desequilibrio a favor el hacer sobre el ser, de las actividades apostólicas sobre la vida contemplativa, de las iniciativas individuales sobre la participación y el servicio a la comunidad, de la autonomía de cada circunscripción sobre el sentido de unidad de la Orden”.
El escrito propone la intensificación de “la vida contemplativa, de la vida fraterna en comunidad, el trabajo compartido, un renovado impulso misionero en el modo conveniente a nuestro carisma y a los tiempos y lugares en los que nos encontramos... El deber de la renovación y de la adaptación está aún frente a nosotros”.
Subraya el documento “la necesidad de poner en el centro nuestra capacidad de vivir juntos, de conocernos, de comunicar recíprocamente, de compartir proyectos comunes, y de colaborar, y ayudar a los hermanos que viven formas de desazón… Desvincular la cuestión de la misión del proyecto de vida carismático y de la conexión con la comunidad es hoy algo más que un riesgo: es la realidad que constatamos en la mayoría de nuestras presencias, con las inevitables consecuencias de empobrecimiento de nuestro testimonio y de disgregación del tejido comunitario… hemos de profundizar necesariamente en el tema de la relación entre comunidad y misión”.
En la conclusión, el borrador de la Declaración Carismática invita a todos los miembros de la Orden a reflexionar en voz alta, sacar a la luz los resultados, y a verlo todo con los ojos de adultos y la fe “para encontrar las soluciones adecuadas y las respuestas eficaces,… reconocer la verdad de nuestro estado… es tiempo de caminar en la verdad, la verdad de nuestra vocación y la verdad de nosotros mismos”.
Entrevista al P. Saverio Cannistrà
Cuando en abril de 2018 estuvo visitando las comunidades carmelitanas en tierras valencianas el P. Saverio Cannistrà tuve la oportunidad de entrevistarle para el diario Levante. El encuentro informativo lo transcribí negro sobre blanco así.
Saverio Cannistrà: "El problema no es tanto la falta de vocaciones, sino la desmotivación de los religiosos, el pecado de la acedia"
Italiano, de 60 años, fue filólogo y redactor de una editorial antes que fraile. Doctor en Teología Dogmática y profesor de Antropología Teológica. En 2015, fue reelegido prepósito general de los Carmelitas Descalzos. Está en València visitando los conventos y monasterios de la orden.
Saverio Cannistrà está estos días visitando los conventos y monasterios masculinos y femeninos del Carmelo Descalzo en nuestra tierra, en la que tanto influyó la orden a través de la historia. De hecho, el que San José y la Virgen del Carmen tengan tanta popularidad se debe a los carmelitas, que en la ciudad de València tienen dos iglesias: Nuestra Señora del Carmen, en la calle Alboraia, y San Juan de la Cruz, un museo al lado del Museo Nacional de Cerámica. El monasterio más singular es el del Desierto de las Palmas, en Benicàssim, a los pies del Bartolo. En el convento del barrio de la Trinitat, los frailes tenían una imprenta, que se la vendieron a Nácher. En el «arboretum» del monasterio nos recibe el prepósito general.
¿Cuántos países o regiones ha podido visitar en su mandato? ¿Tiene un diagnóstico aproximado de cómo está el Carmelo en el mundo?
Ya llevo nueve años al frente del Carmelo Descalzo y he visitado la gran mayoría de los países donde la orden está presente. Los carmelitas descalzos comparten la situación general de la vida religiosa en el mundo: la progresiva disminución de presencias y el envejecimiento de los religiosos en Europa y América del Norte; el crecimiento rápido en Asia (para nosotros, de manera especial en la India) y en África. Evidentemente, eso conlleva un cambio profundo no solo en la geografía de la orden, sino también en la manera de vivir e interpretar el carisma teresiano-sanjuanista. Creo que todavía estamos en tiempo de transición y no se ve con claridad qué nos espera para el futuro. Seguramente el Carmelo indio y africano tiene un perfil mucho más apostólico en comparación con el Carmelo europeo caracterizado por un estilo de vida contemplativo, que evidentemente no excluía la dimensión misionera.
La Iglesia, las órdenes religiosas, llevan muchos años quejándose de la falta de vocaciones, sobre todo en Europa.
Actualmente en toda Europa hay que pensar seriamente cómo vivir los valores de nuestra tradición en un contexto totalmente distinto, que podemos llamar de postcristianismo. Me parece que todavía no hemos empezado a trabajar seriamente sobre este tema. La tentación ha sido y es la de vivir de rentas, pero ya vemos claramente que por este camino no hay futuro. El problema para mí no es tanto la falta de vocaciones, sino la desmotivación de los religiosos, el pecado de la acedia, el riesgo muy concreto de replegarnos sobre nosotros mismos. Es urgente recoger las fuerzas y las energías que nos quedan para volver a lo esencial de nuestra vida, aunque nos cueste mucho cerrar casas y dejar obras.
¿Cómo debe entenderse ahora la vida religiosa?
En una sociedad postcristiana la vida religiosa no puede ser lo que ha sido durante siglos de cristiandad. Hay que poner en el centro la experiencia de la fe y de una comunidad que testimonia una manera de vivir diferente, fundada en una verdad que no viene del espíritu del mundo. La experiencia cristiana, cuando es auténtica, es atrayente por sí misma, en su sencillez: no hay que añadirle ningún aliciente a lo que los mártires scilitanos llamaban «misterio de sencillez».
¿Se está consciente en la Iglesia del valor de la palabra, de la forma de expresarse, del saber llegar a la gente, de comunicarse adecuada y llanamente, de saber encarnar la riqueza y el tesoro de la Palabra de Dios en la palabra humana?
La pobreza cultural y la falta de experiencia se reflejan en el lenguaje que utilizamos en la Iglesia. Es un lenguaje muchas veces autorreferencial, que no explica y no comunica nada nuevo, nada interpelante. A menudo pensamos que el problema de la comunicación se soluciona aprendiendo a manejar los medios de comunicación, a utilizar las redes sociales. Cierto, sabemos que «the médium is the message», como decía McLuhan, pero si no hay contenidos, tampoco puede haber comunicación.