En el Monasterio de la Roqueta Concluyen las excavaciones sin encontrar los restos de san Vicente mártir
Lo más probable es que fueran trasladados a Castres (Francia) durante la dominación islámica de la península
Tras varios años de búsqueda, el resultado de las excavaciones ha sido negativo
Las excavaciones arqueológicas que el Ayuntamiento de Valencia lleva realizando desde hace varios años en el Monasterio de La Roqueta no han dado ningún resultado. El servicio arqueológico municipal ha dado por concluido los trabajos sin que se haya encontrado el lugar de enterramiento del protomártir del cristianismo en Valencia, el joven diácono oscense Vicente, cuyo martirio, pasión y muerte ocurrió en una de las persecuciones contra los cristianos ordenada por el emperador romano Diocleciano, crimen tan horrendo que pronto se hizo famoso en la Iglesia Universal primitiva, siendo éste uno de los primeros mártires más renombrados y venerados del cristianismo.Tras su muerte fue enterrado en el hoy Monasterio de la Roqueta en un sarcófago que hoy se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Valencia.
Vicente, asistente del obispo Valerio de Zaragoza, fue detenido con el prelado por Daciano –enviado para arrasar con todo vestigio material y humano cristiano- dentro de la campaña de arrasamiento del incipiente cristianismo y trasladados ambos a Valencia para ser sometidos a proceso de abjurar de su fe y adorar a las divinidades romanas, o en caso contrario al judicial, alejándolos de la ciudad aragonesa donde contaban con simpatías y apoyos y por ser residencia de Daciano, quien detentaba el poder extraordinario de enjuiciamiento criminal.
Muerto (año 303) fue enterrado en La Roqueta, donde fue construida sobre su tumba una pequeña iglesia, y junto a ella un monasterio, edificios que irían siendo transformados con el paso del tiempo. Durante la larga dominación islámica de la ciudad, el lugar fue respetado por los valenciano - musulmanes, al ser basílica sepulcral de un santón. Reconquistada la ciudad por los cristianos el Papa Gregorio IX lo tomaría bajo su protección en 1240.
Siempre se tuvo por seguro que allí estaba enterrado san Vicente mártir. Dos teorías surgirían no obstante sobre el paradero y enterramientos de sus restos, que los sitúan fuera de España: una en Lisboa (Portugal), en cuyo Museo de la Catedral hay un cofre que dice contener huesos del santo, y otra en Castres (Francia), a donde serían llevados para salvarlos de las violentas oleadas iconoclastas de los últimos tiempos de la dominación hegemónica musulmana. Ambas tesis fueron calificadas por el historiador y canónigo Vicente Castell Maiques como leyendas, defendiendo que seguía enterrado en La Roqueta.
La teoría de que están en Lisboa más bien parece una leyenda, cuya veracidad histórica no deben tenerla claro ni en Portugal, pues de estimarlos ciertos los pocos huesos que conservan, no estarían como así es en el Museo catedralicio, sino a veneración pública en lugar destacado de la Catedral lisboeta, de cuya ciudad es patrón el santo, templo que, por otra parte, sufrió incendios, saqueos y destrucción.
La tesis de que pudieron ser llevados a Castres (Francia) respondería a que cuando la invasión islámica en el siglo VIII, huyeron de Valencia muchos cristianos y se llevarían los restos de san Vicente mártir con ellos, dejando el sepulcro vacío. Como una de las órdenes ocupantes de La Roqueta se los llevaran a la abadía benedictina de Castres. Al no hallarse sus restos en La Roqueta, tal y como ha ocurrido, lo más probable es que sea cierta la teoría de que fueran llevados a Castres.
Hay un dato documentado y es que cuando san Vicente Ferrer recorría el sur de Francia se acercó al convento de Benedictinos de Castres «donde estaba enterrado san Vicente mártir». Cuentan sus biógrafos que allí oró con singular devoción. Si se acercó allí, siglo XV, es porque en la memoria de todos estaba que aquel fue su lugar de enterramiento, después de salir de Valencia.
Esta versión está ampliamente documentada. Por ejemplo, los tapices flamencos del siglo XV del Museo de Historia de Berna (Suiza), cuya Catedral protestante conserva la advocación de la misma catedral en su tiempo católico, contienen gráfica y literariamente la pasión y muerte de san Vicente Mártir. Su esposiión llena varias salas. En una de sus inscripciones latinas se lee que está en Castres. «Suscipit hunc castris thesaurum grex benedicti Sarcophago decoratum impensis helionordis».
Existe una fuerte tradición en Catres de que fue así, de que allí llegaron los restos portados en una caja de madera, y fueron enterrados en la iglesia de la abadía benedictina, que luego acabaría siendo catedral, al ser la ciudad sede episcopal en aquella época. El lugar de enterramiento atrajo numerosos peregrinos que hacían el Camino de Santiago. Los restos mortales del mártir desaparecieron cuando la Guerra de Religión en Francia. Los protestantes estaban en contra de las reliquias.
Cuando la Desamortización, el Monasterio sufrió las agresiones y saqueos de los todos los cenobios. Por fortuna se salvó el sarcófago del santo. Se trata de un sepulcro de mármol itálico, estatuario y blanco. Una caja rectangular sin tapa, cuyo frontis está esculpido con un relieve decorativo, donde aparece una corona de laurel, el anagrama XP, una cruz latina, dos palomas, un cordero y un ciervo. Se trata de un sarcófago cristiano, de estilo ornamental romano, y pudo servir de primer altar de la primitiva Iglesia de la Roqueta. Está datada su labra a mitad del siglo IV.
Este sepulcro –no se sabe si con restos o sin ellos- hasta 1837 estuvo en la Iglesia de la Roqueta, cuando el Ayuntamiento (17 de abril) acordó el derribo del ábside –donde está el altar mayor- de dicho templo, a petición militar, porque estorbaba a la línea de tiro de la artillería que defendía la ciudad en tiempos de la Revolución Cantonal esta parte, demolición que llevaron a cabo los del Regimiento de Ingenieros. Los artilleros sacaron de entre los escombros el sepulcro y vieron que les venía bien para abrevadero de su caballería y se lo llevaron a la Ciudadela, de donde, en 1865, algún militar culto se percató de su importancia y logró que fuera trasladado al Museo Arqueológico acabando en el Museo de Bellas Artes.
Una última teoría cuenta que cuando la construcción de Metro en Valencia el topo que perforaba el subsuelo -una de las líneas pasa justo por debajo del templo de la Roqueta- arrasó cualquier resto arqueológico que hubiera bajo la iglesia monasterio y si aún estaban allí los restos de san Vicente Mártir, desaparecieron entre los escombros.