Advocado de la Fe, desde el siglo XV en Paterna El Cristo que veneraba con singular devoción san Vicente Ferrer
“A visitaros venía/Vicente nuestro Patrón/, según pía tradición/ lo acredita aún en el día;/ en vuestra escuela formado/ fue este gran predicador/ infundidnos vuestro amor/ y apartadnos del pecado”.
“... la imagen de san Vicente Ferrer a los pies del Cristo, colocada allí por la veneración que san Vicente le tenía a la imagen,… en actitud orante,... con la mano levantada y el dedo índice alzado gesto de oratoria´ característico del arte clásico”.
Este fin de semana la histórica Villa de Paterna hubiera festejado con gran profusión de cohetería a su venerado patrón, el Cristo de la Fe, uno de los más famosos y populares de los muchísimos que existen en el devocionario popular de la Diócesis de Valencia, al que el pueblo rinde emotiva pasión y tributo desde el siglo XV. La imagen de Cristo crucificado fue coronada por el cardenal valenciano Juan Bautista Benlloch Vives en el año 1925, un año antes de morir. Tiene esta advocación la singularidad de que era muy admirada y venerada por san Vicente Ferrer, quien, siempre que estaba en Valencia se desplazaba hasta el pueblo de Paterna a postrarse ante este Cristo.
Cuando los moros de Paterna se vieron venir a Jaime I y sus huestes, le enviaron embajadores para pactar. Ellos no ofrecerían resistencia ni plantearían batalla, a cambio de que les dejara tranquilos con sus alfares, socarrats, costumbres y mezquitas. El aragonés vio que se ahorraba un desgaste y un riesgo y llegó de inmediato a un acuerdo. Aquí no se pegó un tiro, dicho en castizo paladín.
La cerámica de Paterna, “obra aspra”, siempre ha sido de buen agrado para la construcción. Los moros de Paterna vendieron a la Corte Pontificia de Avignon para decorar sus palacios, permitiéndose el lujo de pintarles versos del Corán en las piezas, sin que aquellos eclesiásticos se enteraran.
En el Llibre del Repartiment consta la donación por Jaime I de la Villa de Paterna, junto a la de Manises, a uno de sus caballeros, Artaldo de Luna, contraprestación por haber contribuido con sus fuerzas a la conquista del Reino Moro de Valencia. “Sit omnibus manifestum quod nos […] damus et concedimus […] vobis dilecto et fideli nostro dompno Artaldo de Luna […] villam de Paterna et castrum et villam de Manizes iuxta eam, que sunt in termino de Valencia.” Subrayar el evidente detalle de que en el Repartiment, Paterna ya era Paterna, término romano que respetaron los árabes.
La histórica Villa se asienta sobre un cerro, cuyas faldas descienden suavemente haciala amplia alfombra de huertos que la rodean y se despliegan en torno a sus pies.Paterna fue íbera, romana y árabe fundamentalmente. Enseñoreándose de ellase iza majestuosa su Torre, iniciada por los romanos y pertrechada por los muslimes,
El profesor de la Unniversidad de Valencia Xaberio Ballesteros tiene un interesante estudio sobre el topónimo Paterna que le sirve de ejemplo para expresar y defender su teoría de que el latín de los romanos pervive, sobrevive y llega a la Valencia jaimina a pesar de la intensa colonización arábiga. No desaparece el latín de los colonizadores romanos, aunque éste nos llega con fuertes influencias y préstamos lingüísticos arábigos, y se explaya con el tiempo en la Lengua Valenciana, la que siguiendo el hilo de su formación-evolución entronca con el habla de los fundadores de la ciudad de Valencia. No desapareció el latín, aunque quedó muy debilitado, durante el período hegemónico árabe, al igual que no desapareció el topónimo Paterna.
Paterna está cargada de historia civil y eclesiástica. Sanchis Sivera cuenta que “la cristiandad de Paterna se debe a las predicaciones de san Vicente Ferrer, como consigna el beato Juan de Ribera, en el arreglo parroquial que hizo en 1574, en cuyo año contaba con 60 casas de cristianos viejos y otras tantas de moriscos, y su antigua iglesia estaba bajo la advocación de san Pedro Apóstol”. “Ipsum etiam mahometanum templum mezquita nuncupatum in ecclesiam parrochialem sub titulo beati Joannis Baptiste efectum fuit.”
A este templo cristiano de raíces islámicas acudían los moros conversos, pero no los cristianos, al tiempo que seguía en funciones el templo de san Pedro Apóstol, sucesor de la capilla del castillo. El arzobispo ordenó que fuera demolida la fábrica del edificio, antigua mezquita, para que no quedara restos de ella y les regaló una imagen de Cristo, similar a la que había dado a la Iglesia del Convento de santa Mónica, en el barrio más moro de Valencia, Morvedre, llamado también el “pequeño Argel”.
Insistió mucho este arzobispo en una pastoral cristológica, de devoción a imágenes de Cristo Crucificado para sustituir la fuerte fe en Mahoma existente entre los valencianos musulmanes por la fe en Cristo, una manera de reemplazar la religión islámica -muy arraigada entre los habitantes de la tierra invadida por los largos años de dominio musulmán- por la fe cristiana.
Centelles y Vilaragut
La vinculación histórica de san Vicente Ferrer con Paterna y el Cristo de la Fe ha sido una constante en la tradición religiosa del pueblo y permanece vigente a través de diversas realidades y signos como el hecho de que las fiestas patronales de Paterna se dedican conjuntamente al Cristo y al santo dominico. El fraile dominico, por encargo de los Jurados de Valencia, medió entre las familias nobles enemistadas, principalmente entre los Centelles y los Vilaragut, haciendo grandes y constantes esfuerzos para lograr la paz.
La familia Centelles tenía casa-palacio en Paterna y allí acudía san Vicente en sumisión mediadora y de pacificación por encargo del Consell de la Ciutat. Tambiéniba cuando se instaló allí el Parlament de fora celebrando sesiones y tratandoasuntos como la elección de compromisarios a Caspe por su cuenta, apartadodel Parlament de dins, que se reunía en Valencia, con el mismo fin, dado que sehabía dividido el Parlament, a raíz de los enfrentamientos y luchas entre las familiasnobles y poderosas.
Aprovechaba sus visitas políticas a Paterna el santo para evangelizar, hacer apostolado, predicar y convertir a la población musulmana, favorecida en su religión islámica por los reyes y nobles, a los que interesaba protegerles por su potencial fabril, artesanal y económico. Lógicamente, en esas visitas el santo acudía al templo a celebrar Misa, predicar, y venerar alguna imagen de Cristo, precedente en el tiempo de la histórica y popular imagen que regalara el arzobispo Juan de Ribera a la Villa,más de dos siglos después, y que sería destruida en el fuego iconoclasta de la persecución religiosa 1936-1939.
Esta tradición de san Vicente Ferrer orando ante el Cristo de Paterna quedó enla memoria histórica y se plasmó en la iconografía del siglo XVII, perviviendo hastael presente. Los antiquísimos Gozos que se le canta testimonian: “A visitaros venía/Vicente nuestro Patrón/, según pía tradición/ lo acredita aún en el día;/ en vuestraescuela formado/ fue este gran predicador/ infundidnos vuestro amor/ y apartadnos del pecado”.
El Morenet
María Carmen González Boigues defendió en la Universidad Politécnica de Valencia una brillante tesis sobre la desaparecida imagen del Cristo de la Fe de Paterna, la cual debió ser “ del gótico ya tardío”, siglo XVII, sin saberse nombre del autor o escuela, y cita una piadosa leyenda originaria de la imagen que aún conserva la tradición oral, referida a su misterioso esculpido por un peregrino que una noche pidió alojamiento en la Iglesia y desapareció de allí dejando por todo rastro el Cristo. Una leyenda que sigue el mismo esquema de “La feren els angels” respecto de la Virgen de los Desamparados. Este tipo de relatos intentaban conferir un origen mistérico y celestial a las imágenes del devocionario popular.
En el Archivo del Ayuntamiento de Paterna se conserva una fotografía de la imagen del Cristo de la Fe antes de su destrucción. En 1936. Gracias a ella se puede apreciar las características que tenía la talla. Sobre la denominación “El Morenet”, refiere la autora citada se trata “de un color negruzco, tal vez fuera por el tipo de madera en el que estaba tallado, por la antigüedad y la oxidación que se produce sobre la capa superficial, por el humo de las velas, por la policromía…” Se observa en los remates de la cruz “la flor de lis o lirio muy representada iconográficamente en el cristianismo,… aquí la vemos rematando los tres finales superiores del madero,… emblema de la realeza…”. “Hay que hacer mención –escribe González- a la imagen de san Vicente Ferrer a los pies del Cristo, colocada allí por la veneración que san Vicente le tenía a la imagen,… en actitud orante y con la simbología que lo evidencia, es decir, con la mano levantada y el dedo índice alzado ´gesto de oratoria´ característico de arte clásico”.
En 1925, el cardenal Benlloch impuso a la imagen histórica una diadema, a manera de corona patronal. Vicente Cotolí Ibáñez tiene escrita una historia de la Cofradía del Cristo de la Fe y san Vicente Ferrer de Paterna muy interesante.
La actual imagen del Cristo de la Fe de Paterna es obra del escultor José María Ponsoda, quien la hizo en un tiempo record, pues la guerra civil terminó en marzo de 1939 y el 27 del mes de agosto fue bendecida la sucesora de la destruida. Dos años después, los escultores Rausell y Llorens hicieron la imagen procesional.
En honor de este Cristo se celebra todos los años importantes y populares fiestas:una espectacular cordà, Juegos Florales, y fiestas de Moros y Cristianos, que este año la pandemia del coronavirus ha impedido. Hace ya unos cuantos años, en los Juegos Florales de Paterna se me concedió la Torre de Oro de Poesía de los Jocs por un poema que presenté al certamen.
La imagen del Cristo de La Cañada, colonia que depende de Paterna, fue hecha a semejanza del Cristo de la Fe de Paterna por el escultor imaginero valenciano Jaime Mulet en 1954 y fue entronizada en una capilla lateral de la iglesia parroquial concluida en 1955 y levantada sobre un solar que donó la familia Trénor.
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