Patrona de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén La fiesta de la Virgen de Palestina será este año telemática por la pandemia
La Misa será oficiada en el altar de la cátedra de san Pedro en Roma y retransmitida por la página de Facebook de la Orden.
Mons. Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado latino de Jerusalén, hablará sobre el tema: «Tierra Santa y Oriente Medio. Actualidad y perspectivas posibles».
La fiesta de Nuestra Señora de Palestina, Patrona de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, se celebra todos los años el 25 de octubre en Roma, pero este año ha sido trasladada al 21 de octubre. En su contexto, el Gran Maestre de la Orden recibe a sus invitados en el Palazzo della Rovere.
Este año, a causa de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 y las restricciones que impone, el cardenal Fernando Filoni, Gran Maestre, ha propuesto vivir la fiesta de la Orden de manera aún más profunda, permitiendo que todos participen en ella a través de los medios de comunicación.
Por eso se celebrará una misa, con este espíritu, en la Basílica de San Pedro por las intenciones de los cristianos y de todos los habitantes de Tierra Santa, así como por los Caballeros y Damas, que tendrá lugar el 21 de octubre a las 11:00 horas, en el altar de la cátedra de San Pedro, y será transmitida en vivo en la página de Facebook del Gran Magisterio de la Orden.
A las seis de la tarde, el Gran Maestre y el Gobernador General han deseado dar la bienvenida a algunos invitados en el Palacio della Rovere, respetando las normas de distanciamiento impuestas por la pandemia, para una conferencia que impartirá Mons. Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado latino de Jerusalén, sobre el tema: «Tierra Santa y Oriente Medio. Actualidad y perspectivas posibles». Esta excepcional conferencia, traducida simultáneamente al inglés, será transmitida en vivo en la página web del Gran Magisterio. También estará disponible en italiano en la página de Facebook del Gran Magisterio.
Historia de la Orden
«Aquí, en el Vaticano, estáis, de alguna manera, en casa, ya que constituís una antigua institución pontificia colocada bajo la protección de la Santa Sede» (Papa Francisco, Discurso a los miembros de la Consulta de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, 16-XI-2018).
Aunque existe una antigua tradición que llevaría los orígenes de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro a los tiempos de la Primera Cruzada en el año 1095 y la recuperación para los cristianos de la tumba de Nuestro Señor, los datos documentales más antiguos de una investidura, en Jerusalén, de Caballeros del Santo Sepulcro por servicios prestados a Tierra Santa, datan de 1336.
Tras la pérdida del Reino de Jerusalén por los cristianos, y ausente la jerarquía ordinaria de la Iglesia latina, el papa Clemente VI confió a los frailes franciscanos en 1342 el cuidado y servicio del templo del Santo Sepulcro, y Alejandro VI otorgó en 1496 al Custodio de Tierra Santa (superior de los franciscanos) la facultad de armar caballerosa nobles y gentileshombres, siempre en Jerusalén.
En 1847, cuando se restableció el Patriarcado latino de Jerusalén, el papa Pío IX refundó la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro y transfirió al Patriarca la investidura de nuevos caballeros, a los que encomendaba en adelante la ayuda material a las instituciones y obras de la Iglesia católica de rito latino en Tierra Santa. En 1888, el papa León XIII autorizaba al Patriarca de Jerusalén la admisión de Damas en la Orden. Actualmente, su estatuto es el de una asociación laical de derecho pontificio que preside, como Gran Maestre, un cardenal nombrado directamente por el Papa. La investidura se hace actualmente en cada una de las 64 lugartenencias o circunscripciones territoriales de la Orden.
Muy hermanada con los Caballeros, la Orden de Canónigos Regulares del Santo Sepulcro, fundada con certeza en Jerusalén al concluir la Primera Cruzada (1099) para garantizar el culto debido, envió canónigos a la península ibérica muy pronto (1126) para hacerse cargo de las primeras donaciones que recibían de Ramón Berenguer III en Cataluña. Como consecuencia del testamento del rey Alfonso I, resultó, en 1141, la fundación de una colegiata y casa de canónigos en la ciudad de Calatayud, que subsiste hasta hoy.
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