El coronavirus llama a reflexionar sobre la supervivencia en los conventos Las religiosas de Iesu Communio reciben numerosas muestras de apoyo y solidaridad
“Agradecemos esta iniciativa. A raíz de ello, hemos recibido muchos mensajes de apoyo. En esta crisis, hay gente que está volviendo sus ojos al Señor y agradece nuestras oraciones"
El convento cuenta con casi un centenar de jóvenes religiosas, dedicadas a la repostería y floristería, que aparte de comer han de pagar sus cotizaciones como autónomas a la seguridad social
| Baltasar Bueno corresponsal en Valencia
La noticia difundida ayer por Religión Digital sobre la crisis económica que el coronavirus ha provocado en el convento de la Orden Iesu Communio de Godella (Valencia) ha suscitado numerosas reacciones de apoyo y solidaridad para con el centenar de jóvenes religiosas que residen en él. Habitan el recinto desde hace tres años, después de que estuviera cuatro años vacío al abandonarlo sus antiguas moradoras por falta de vocaciones.
Las religiosas tienen como ingresos los beneficios que la venta de repostería que fabrican en su obrador, actividad que les funcionaba muy bien, junto con la confección de arreglos florales, pero que la pandemia les ha paralizado por falta de encargos y compras, viendo cortada en seco su fuente de ingreso.
Por delante tienen el problema de alimentarse, atender a los gastos de mantenimiento del convento, pagarse la seguridad social pues todas ellas cotizan como autónomas, y demás gastos corrientes, aparte el abonar las facturas de los proveedores de materia prima conforme les lleguen.
Un grupo de personas, sobre todo mujeres allegadas al cenobio conocedoras de esta dramática realidad –la comunidad es muy numerosa- han organizado una red de ayuda a las religiosas activada a través de las redes sociales y está logrando fondos que van directamente a la cuenta de bancaria del convento con el fin de que puedan soportar el primer choque material de la epidemia.
“Agradecemos esta iniciativa. A raíz de ello, hemos recibido muchos mensajes de apoyo. En esta crisis, hay gente que está volviendo sus ojos al Señor y agradece nuestras oraciones”, ha comentado una portavoz de la Orden.
Las religiosas se sienten abrumadas, porque saben que hay gente que están la misma necesidad o más, y no quieren ser privilegiadas. Subrayan que la iniciativa, la cual agradecen, no ha partido de ellas, y quisieran que la solidaridad se extendiera a otros conventos que pueden estar peor, u otras familias, incluso cáritas parroquiales. También que se acojan las personas afectadas y necesitadas a los derechos que las Administraciones otorgan en este período de alteración de la vida normal.
Problemas en todos los conventos
Todos los conventos de las Órdenes Religiosas tanto masculinos como femeninos tienen problemas económicos tanto para su supervivencia económica como para su mantenimiento patrimonial, a lo que se añade lo envejecidas que están las personas que las habitan.
Históricamente han vivido de las regalías que les hacían reyes y señores feudales y del patrimonio agrícola que acumulaban, poderío que se les acabó con las sucesivas Desamortizaciones. Más adelante, vivieron de los colegios de enseñanza, que últimamente están alquilando por falta de frailes o religiosas que los atiendan. Con las reagrupaciones y edades avanzadas, otros conventos han sido cerrados, siendo estos vendidos o alquilados. En algunas Diócesis hay pleitos de las Órdenes contra los Obispados porque no se les deja vender o cambiar el uso con cuyo beneficio podrían sobrevivir unos pocos años más. Tal vez uno de los requisitos para fundar nueva comunidad sea la viabilidad del plan económico de su sustento.
Tal vez, la epidemia del coronavirus abra también una nueva etapa a la vida de las comunidades religiosas y en el futuro éstas piensen también en cómo han de mantenerse –ora et labora- para continuar con su misión. Igual planteamiento tiene que hacerse la Iglesia no monástica, el clero secular, pues los vientos que se avecinan son de retirar la casilla de la crucecita del IRPF, pagar el IBI y los impuestos de sucesiones y donaciones, todo. La Iglesia tendrá que adaptarse a las nuevas circunstancias como el resto de los mortales.