En 1621, el Papa Gregorio XV colocaría en el calendario litúrgico para toda la Iglesia Universal la fiesta de san José. La tardanza de la Iglesia en reconocer litúrgicamente a san José
Los Carmelitas y santa Teresa de Jesús influirían en la difusión de la devoción a san José en toda España.
en 1497 fueron nuestros carpinteros quienes por su cuenta declararon a san José atrono de su Gremio. Y no sería hasta 1609 cuando el arzobispo Juan de Ribera introduciría la fiesta en la Iglesia de Valencia.
La importancia del padre putativo de Jesús ha ido a menos en la memoria histórica de nuestra ciudad, a la que es patrón y protector. También ocurrió lo mismo en el seno de la Iglesia wue no le hizo mucho caso, por lo que el Papa Bergoglio lo viene reivindicando mucho últimamente, para que se le tenga más en cuenta. Aquí san José se hizo famoso gracias al Gremio de Carpinteros, acabando de Patrón de las Fallas. Hoy ya nadie habla de fiestas de san José, ni fiestas josefinas, como se anunciaba antes en su cartelería, el tiempo lo dejó en el olvido, y tuvo que ser el arzobispo Carlos Osoro el reparador del silencio mandando se colocara una imagen del santo en la plaza de la Virgen durante la Ofrenda de Flores.
El historiador Jesús Villamanzo Camero. en el interesante estudio que hizo en 1990, junto con Amparo Pérez, directora del Archivo del Reino, sobre las Ordenanzas del Gremio de Carpinterso, una joya bibliográfica que se conserva en la sede gremial, afirma que “la teología, la liturgia y la devoción popular le tuvierone n el olvido durante muchos siglos… Habrá que esperar a los siglos XV y XVI para que surja con fuerza la fiesta josefina, siendo san Vicente Ferrer y santa Teresa de Jesús dos santos que contribuyeron decisivamente a esa explosión religiosa, y será Valencia precisamente un lugar de los más indicados donde con más fuerza se manifestará este incremento”.
En 1479, se festejaba a san José sólo en Roma. En Valencia, en 1497 fueron nuestros carpinteros quienes por su cuenta declararon a san José Patrono de su Gremio. Y no sería hasta 1609 cuando el arzobispo Juan de Ribera introduciría la fiesta en la Iglesia de Valencia. En 1621, el Papa Gregorio XV se animaría y colocaría en el calendario litúrgico para toda la Iglesia Universal la fiesta de san José. Costó reconocerle la importancia que tuvo el casto José en la vida de Jesús y en la propia Historia de Salvación.
San José sería declarado patrón y protector de Valencia con la devoción acrecentada, especialmente a impulsos carmelitanos y acabaría siendo Patrón de las Fallas por la gran influencia del Gremio de Carpinteros, cuando nació la hoguera gremial allá por el año 1740, que en la noche víspera de su fiesta, era encendida en las puertas de su sede social. Las demás calles y barrios le copiaron la idea, que ha evolucionarían a lo que son las actuales Fallas.
Hoy tenemos al santo en el puente de su nombre, que en origen no se llamaba así, sino Nuevo, era de madera y servía para conectar en tiempos musulmanes con las tierras que rodeaban el palacio moro de la Zaydía. El actual, de cantería, es de 1606. Tiene 13 arcos. Antaño había dos imágenes, una de santo Tomás de Villanueva y la otra de san Luís Bertrán, esculpidas en piedra blanca por el afamado escultor italiano Ponzanelli. Estas fueron retiradas al Museo de Bellas Artes al ser ensanchado el puente y en los años 40 instaladas en el puente de la Trinidad. Hoy, figura una estatua de san José colocada en 1951, encargada por Junta Central Fallera al escultor Octavio Vicent. Ante este monumento las Falleras Mayores de Valencia hacen una ofrenda floral en las mañanas del día de san José. No ha tenido nunca suerte san José en su iconografía, pues lo pintan y esculpen siempre casi un anciano, cuando en tiempos de Jesús Niño era joven. Lo mismo le pasa a la Virgen, que siempre la interpretan una señora mayor, cuando en dicho tiempo era muy joven.
El puente recibe el nombre de san José al desembocar en la placita donde se levantaba el convento del mismo nombre, hoy deshabitado, y que enfrentaba con el Portal de san José de la muralla cristiana, la última, construida en 1356 y mejorada con dos artísticas torres en 1474,por entonces llamadas Nova o Santa Creu, por serla última hecha y por estar cerca de la parroquia del mismo nombre.
Cuenta el erudito Diez Arnal que por esta puerta entraron las tropas francesas invasoras en 1812 y gracias a una religiosa del convento que era sobrina del general Suchet, el cenobio fue respetado. Es sabido que durante a invasión francesa sus tropas saquearon y destrozaron todos los recintos religiosos, llevándose objetos de valor y las obras de arte para pagar los gastos que le ocasionaba la guerra. Objetos que luego vendían a marchantes en París. Que luego revendían a las grandes fortunas. Bastantes obras del Museo de l´Hermitage de san Petersbugo proceden de estos robos y eran comprados por las zarinas de Rusia. Casi todas las obras pictóricasque se llevaron del convento dominico de Algemesí están allí.
Etiquetas