Jornada de Pentecostés y Día del Seminario en Venezuela Necesitamos más vocaciones para el país
"En Venezuela, los obispos decidieron en 1928 poner la solemnidad de Pentecostés como el día del Seminario. La razón esgrimida entonces fue la notoria escasez de ministros consagrados criollos"
"Hoy, la inmensa mayoría de los sacerdotes, tanto del clero diocesano como del clero religioso, han nacido y crecido aquí"
"Sin duda, la pandemia y la situación social, la necesidad de trabajo inmediato, y el éxodo masivo de venezolanos, la mayoría jóvenes, nos está dejando sin la mano de obra primigenia para cualquier oficio o vocación"
"Trabajemos para tener comunidades vivas, creativas, misioneras asuman el compromiso de ser discípulos auténticos de Jesús, crucificado y resucitado. Necesitamos más vocaciones para el país"
"Sin duda, la pandemia y la situación social, la necesidad de trabajo inmediato, y el éxodo masivo de venezolanos, la mayoría jóvenes, nos está dejando sin la mano de obra primigenia para cualquier oficio o vocación"
"Trabajemos para tener comunidades vivas, creativas, misioneras asuman el compromiso de ser discípulos auténticos de Jesús, crucificado y resucitado. Necesitamos más vocaciones para el país"
Es tradición secular, sobre todo después del Concilio de Trento que las diócesis del mundo dediquen una jornada de reflexión, oración y promoción de las vocaciones a la vida presbiteral. En algunos países la fecha coincide con la festividad de San José, en otros con la de algún santo de la localidad como San Carlos Borromeo.
En Venezuela, los obispos decidieron en 1928 poner la solemnidad de Pentecostés como el día del Seminario. Coincide con el final del año académico y se enlaza con el cuarto domingo de pascua, día del buen pastor, para la promoción de una pastoral específica en las parroquias, centros educacionales y grupos juveniles. La razón esgrimida entonces fue la notoria escasez de ministros consagrados criollos, suplida por la presencia entusiasta de las órdenes y congregaciones religiosas que se instalaron en Venezuela en el primer cuarto del siglo XX.
En el imaginario colectivo está posesionada la convicción, primero de la escasez, y en segundo lugar, de la precariedad de recursos tanto en las diócesis como en la procedencia de los candidatos. Hace falta poner las cosas en su sitio. Ciertamente que la promoción vocacional que se ha hecho en ocasiones, en lugar de atraer, aleja, pues pareciera que estamos pidiendo cacao por la penuria que vivimos en este campo. Nunca serán suficientes las personas que tomen la opción de la ordenación sacerdotal, porque la mies es mucha y los operarios pocos como dice la Escritura. Pero en nuestro caso, si comparamos el panorama de hace un siglo con el momento actual constatamos un rostro más autóctono del clero. Hoy, la inmensa mayoría de los sacerdotes, tanto del clero diocesano como del clero religioso, han nacido y crecido aquí.
Sin duda, la pandemia y la situación social del país ha influido en el campo vocacional. La pobreza creciente de la población incide en la necesidad de trabajo inmediato de los hijos para sostener la familia, lo que lleva a no pocos jóvenes idóneos a abandonar el seminario para ayudar a la familia. Por otra parte, el éxodo masivo de venezolanos, la mayoría jóvenes, nos está dejando sin la mano de obra primigenia para cualquier oficio o vocación. A esto se suman los esfuerzos para el mantenimiento de los centros de estudios que incluyen desde la alimentación, la infraestructura y todo lo concerniente a una buena formación.
El acento de la pastoral hodierna estriba en la promoción de la vida bautismal. Sin cristianos auténticos, forjados en el hogar y en las parroquias, grupos juveniles, colegios o liceos, no podemos edificar el edificio vocacional que tiene como base la vivencia de la fe cristiana desde la niñez, la adolescencia y la primera juventud. Trabajemos para tener comunidades vivas, creativas, misioneras para que surjan hombres y mujeres que en la vida de solteros, casados, profesionales u obreros, asuman el compromiso de ser discípulos auténticos de Jesús, crucificado y resucitado.
Necesitamos más vocaciones para el país, no solo para mi entorno cercano, y más aún, para colaborar con otras iglesias en diversos países o continentes, como fueron los que vinieron a nuestra tierra a sembrar esperanzas, ilusiones y obras de bien, movidos por el entusiasmo de una fe viva, orante y preocupados por los más necesitados. Pentecostés dio vigor a los discípulos timoratos y dormidos para salir a predicar con la palabra y el ejemplo la vigencia del mensaje de Jesucristo.
22.- 21-5-23 (3466)
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