Carta al arzobispo de Pamplona–Tudela, al comienzo del Curso Pastoral 2024-2025 "Busquemos un 'jubileo centrífugo', monseñor Don Florencio"

Fuerza centrífuga
Fuerza centrífuga

"Quisiera comenzar una sencilla reflexión sobre la contribución ofrecida por el Papa Francisco, venido del otro lado del mundo, a un Jubileo verdaderamente 'centrífugo' (que es otra manera de decir, por ejemplo, 'en salida'"

"A las puertas del comienzo del curso académico y pastoral de 2024-2025, estimado hermano mayor en la fe, Monseñor Don Florencio, me permito alguna sugerencia que podemos hacer en nuestra Diócesis de Pamplona-Tudela a la espera de la celebración ya inminente del Jubileo de 2025 durante estos próximos cuatro meses"

Un jubileo 'centrífugo' que nos ayude a retomar la triple categoría de la mejor antropología cristiana que bebe de la Palabra de Dios: hijo, hermano, prójimo

Francisco era un oyente. Escuchaba la voz de Dios. Escuchaba la voz de los pobres. Escuchaba la voz de los enfermos y la voz de la naturaleza.

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Con estas palabras, referidas a San Francisco de Asís y pronunciadas por el Papa Francisco en una secuencia del documental «La Carta. Un mensaje para nuestra tierra», quisiera comenzar una sencilla reflexión sobre la contribución -que está bajo la mirada de todos nosotros- ofrecida por el Papa Francisco, venido del otro lado del mundo, a un Jubileo verdaderamente «centrífugo» (que es otra manera de decir, por ejemplo, «en salida»).

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Repasar esta secuencia me trajo a la memoria las palabras de Juan que son una invitación a la comunidad de los creyentes: «El que tenga oído, que oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (Ap 2-3). No sólo el creyente, como San Francisco de Asís o el Papa Francisco, debe escuchar la voz de Dios. La misma Iglesia católica, con la Constitución conciliar Gaudium et spes, ha querido escuchar al mundo, a los hombres y mujeres que son destinatarios del amor de Dios anunciado por Jesús de Nazaret, pero que deben ser escuchados y acogidos ante cualquier propuesta cristiana.

El Papa Francisco ha tratado de caracterizar su magisterio también con una dimensiónprofundamentesocial, tanto en sus gestos como en sus documentos. ¿Cómo no olvidar su primer viaje apostólico fuera del Vaticano, a Lampedusa?. Allí comenzó la atención a los últimos y el deseo de orientarnos a todos hacia este foco. Y después, en más de diez años de ministerio, muchos otros momentos y acontecimientos marcados por estas coordenadas:

-La institución de la «Jornada Mundial de los Pobres» que precede a la de Cristo Rey;

-La decisión de celebrar el gesto del lavatorio de los pies el Jueves Santo en las cárceles;

-La propuesta de nuevos caminos para una economía más atenta al desarrollo integral del hombre;

-Sus gestos y opciones más personales, como las de vivir en Santa Marta y no en el Palacio Apostólico, de renunciar a sus vacaciones en Castel Gandolfo, de renunciar a su sueldo, de estar cerca de varias personas a través de llamadas telefónicas, de ser el «Obispo de Roma» visitando las parroquias de la diócesis;

-Sus «consignas»: «Iglesia en salida», «Iglesia hospital de campaña», «globalización de la indiferencia»;

-La institución de otro Jubileo, el Jubileo de la Misericordia, celebrado en 2015, y que comenzó con el signo de descentralizar el foco de Roma al mundo, con la apertura de la Puerta Santa en Bangui, capital de la República Centroafricana;

-Su uso de los medios de comunicación, especialmente palpable durante las celebraciones en Santa Marta durante el encierro por la pandemia de Covid-19;

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-Su interesante elección de dirigirse a los niños para dar una señal a los adultos, como hizo su predecesor Juan Pablo II, «inventando» en su tiempo las «Jornadas Mundiales de la Juventud»;

-Su camino de diálogo ecuménico con las Iglesias reformada y ortodoxa y la creación del «Alto Comité para la Fraternidad Humana» para un diálogo que abarque a personas de todas las religiones y no religiones.

Son evidentes las líneas de desarrollo que llevan al Magisterio de Francisco a situarse en continuidad con las indicaciones del Concilio Vaticano II y las del Magisterio Social de la Iglesia producidas por los documentos sociales de sus predecesores. 

Por desgracia, sus denuncias de los numerosos males provocados por el hombre -el comercio de armas, la especulación financiera, la violación de los derechos humanos fundamentales-, acompañadas de sus constantes llamamientos a detener el comercio de armas y a buscar soluciones de paz (en Ucrania, Israel y Palestina, Myanmar, Yemen, Sudán, etc.) son apreciadas pero de hecho desoídas incluso sin un protocolario y educado acuse de recibo.

Seguramente el documento social de mayor trascendencia es Laudato Sii, la primera encíclica sobre el tema de la ecología, que señala claramente que nos encontramos en un «punto de no retorno», llamados a tomar decisiones ineludibles como comunidades nacionales e internacionales para salvaguardar la «Casa Común»

La invitación a los protagonistas del cambio en el documental « La Carta. Un mensaje para nuestra tierra» es una clara indicación. Es necesaria la colaboración y la conexión entre los movimientos populares, los movimientos juveniles, los científicos y los pobres del mundo, a través de cuyos ojos es posible leer las realidades y trabajar en los cambios necesarios. Con la esperanza, en cuyo horizonte teológico Francisco nos invita a vivir el próximo Jubileo, de que se realicen a través de nuestra propensión a vivir la dinámica de un Jubileo verdaderamente «centrífugo» o, si se prefiere, «en salida a los cruces de los caminos, a las periferias,…»

El Papa Francisco quiso instituir un Jubileo «extraordinario», el «Jubileo de la Misericordia» en el año 2016, celebrado con ocasión del 50 aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II, y abierto ya con una «nueva» opción, a saber, la de «descentralizarlo» en el mundo y en las diócesis, y no sólo en Roma, con el solemne gesto inicial de la apertura de la Puerta Santa celebrada en Bangui, en la República Centroafricana, el 29 de noviembre de 2015.

La Carta', la película de la Laudato si' - Diócesis de Vitoria / Gasteizko  Elizbarrutia

A las puertas del comienzo del curso académico y pastoral de 2024-2025, estimado hermano mayor en la fe, Monseñor Don Florencio, me permito alguna sugerencia que podemos hacer en nuestra Diócesis de Pamplona-Tudela a la espera de la celebración ya inminente del Jubileo de 2025 durante estos próximos cuatro meses.

Un «Jubileo de los oprimidos» que ayude a nuestra Diócesis (también a la sociedad de nuestra Comunidad Foral) a poner en el centro a «los principales celebrantes», es decir, a los «primeros destinatarios» del acontecimiento jubilar: «los pobres, los encarcelados, los oprimidos» - todos ellos recordados en la página de Isaías leída por Jesús en su discurso inaugural en la Sinagoga de Nazaret (Lc 4,16-21) - que paradójicamente corren el riesgo de ser olvidados por quienes queriendo celebrar la salvación tendemos a olvidarnos de todos los llamamientos a la justicia social y a la liberación de toda forma de opresión y esclavitud que son la finalidad del año jubilar levítico y de la propia venida de Cristo.

"¿En qué punto se encuentra nuestra Diócesis respecto a las exigencias de la «Populorum progressio» de Pablo VI o las de la 'Pacem in terris' de Juan XXIII? ¿Y del propio magisterio de Francisco sobre el 'cuidado de la casa común'?"

Seguramente las cuestiones «sociales», sin menoscabo en absoluto de la «primacía del Espíritu», podrían ser un eje fundamental en esta «ventana» de 2025. Por ejemplo, ¿en qué punto se encuentra nuestra Diócesis respecto a las exigencias de la «Populorum progressio» de Pablo VI o las de la «Pacem in terris» de Juan XXIII? ¿Y del propio magisterio de Francisco sobre el «cuidado de la casa común»? 

El Papa Francisco parece muy atento a estos aspectos de «no olvidar a los pobres». Su elección del primer viaje apostólico a Lampedusa; la institución de la 'Jornada Mundial de los Pobres' que precede a la solemne de 'Cristo Rey'; sus continuos recordatorios de las necesidades, los derechos de todos y de los últimos en particular son un elemento constante de su magisterio; su petición a la Iglesia católica de 'salir fuera de los muros' para trabajar entre la gente; la imagen de la Iglesia como 'hospital de campaña'. Usted, religioso de la Orden de la Merced, seguramente también es afectivamente sensible a la realidad de la exclusión y de la marginación.

Hasta puede ser una preciosa circunstancia litúrgica la que nos propone el calendario romano, que a partir del domingo 30 de noviembre de 2024 dispondrá - para el ciclo C - de los pasajes del Evangelio de Lucas para la lectura del Evangelio en la liturgia dominical. Su Evangelio no sólo es conocido como «El Evangelio de la Misericordia». En sus dos escritos el protagonista indiscutible es el Espíritu Santo, que marca el camino a Jesús y a la Iglesia apostólica.

El Espíritu Santo no conoce fronteras. Domingo de Pentecostés. Ciclo C -  Revista SIC

El médico, discípulo del apóstol Pablo, concibe su obra en dos movimientos de base teológica: centrípeto y centrífugo. El tercer Evangelio es el relato de un viaje (centrípeto) que conduce a Jesús y a sus seguidores a Jerusalén, la «Ciudad Santa», el lugar donde se cumple su plan de Salvación con los acontecimientos de su Pasión, Muerte y Resurrección. El libro de los Hechos de los Apóstoles, también conocido como el «Evangelio del Espíritu», continúa como segunda parte del conjunto con el tercer Evangelio, trazando un camino (centrífugo) que, bajo la guía y el impulso constantes del Espíritu Santo, conduce a los apóstoles y a los demás evangelizadores de la comunidad nacida en Pentecostés, desde Jerusalén hasta los confines del mundo conocido. Un movimiento centrífugo, en efecto. «Fuera del recinto vallado». Como le gusta a Francisco. Y como, seguramente, puede caracterizarse el Jubileo 2025.

"Nuestro mundo, también nuestra sociedad navarra, viven problemas de época que interpelan y que 'claman' ante Dios y ante los seres humanos. Cada uno de nosotros está llamado a 'salir de su recinto vallado' para encontrar soluciones a lo que estos gritos nos imponen"

Nuestro mundo, también nuestra sociedad navarra, viven problemas de época que interpelan y que 'claman' ante Dios y ante los seres humanos. Cada uno de nosotros está llamado a 'salir de su recinto vallado' para encontrar soluciones a lo que estos gritos nos imponen: un 'nuevo' (¿?) modelo de desarrollo social, un «renovado» redescubrimiento de los valores y derechos fundamentales de las personas, una sana «primacía del espíritu/Espíritu encarnado, humano, salvador».

Un «jubileo centrífugo», Monseñor Don Florencio, que nos ayude a retomar y a proponer como posible y viable, en nuestra Iglesia y sociedad de Navarra, la triple categoría de la mejor antropología cristiana que bebe de la Palabra de Dios: hijo, hermano, prójimo. No es necesario invocar ningún protagonismo excluyente. Sí habrá que propiciar nuestra colaboración con las mejores fuerzas eclesiales y sociales. Y abrirnos a las colaboraciones de todos.

Quién es mi prójimo? - Pastor Adventista

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