Es necesario utilizar bien las palabras. Holocausto, término utilizado durante muchos años para denotar, por ejemplo, la tragedia del antisemitismo, es en realidad un término aborrecido por los judíos, que asocian la palabra holocausto con "sacrificio" (la Biblia nos habla de muchos holocaustos dirigidos a Dios desde la época de los patriarcas). Y, por tanto, aplicar el término al exterminio nazi es impropio: ¿acaso que los judíos fueron o se ofrecieron a sí mismos como sacrificio? Por supuesto que no.

Pero incluso el término Shoah no es del todo apropiado: significa 'destrucción' pero la raíz semánticamente no contiene el concepto de destrucción a manos del ser humano. Incluso el tsunami es shoah para un judío que conoce la diferencia con la persecución sufrida en Europa cuando el exterminio vino a manos de los hombres.

Por ello, el término más correcto es ''genocidio'', acuñado en 1944 por el jurista Raphael Lemkin, nacido en el seno de una familia de judíos polacos, que se interesó por el genocidio armenio y propuso a la Sociedad de Naciones prohibir lo que denominó ''barbarie'' (el exterminio de un grupo étnico) y ''vandalismo'' (la destrucción de la cultura de un grupo étnico). Acuñó el término genocidio, que procede del griego ''genos'' (familia, tribu o raza) combinado con el sufijo latino ''cidio'' (matar). La primera publicación en la que apareció el neologismo fue ''Axis Rule in Occupied Europe: Laws of Occupation - Analysis of Government - Proposals for Redress''. 

Desde entonces, el término genocidio indica la destrucción metódica de un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Lo que hoy está ocurriendo en Gaza es un ejemplo de un crimen que sigue estando totalmente atribuido a la perversión humana, en este caso, al gobierno de Israel. 

Si los 6 millones de judíos exterminados en los campos de Auschwitz, Treblinka, Mathausen, Bergen Belsen, Buchenwald, por citar sólo los más grandes, son historia, la peor página de la historia de la humanidad, algo semejante está ocurriendo, por ejemplo, en Gaza.

Para quien se aventure entre las páginas de Hanna Arendt, Anna Franck, Elie Wiesel por citar a algunos autores, existe la posibilidad de comprender cómo vivió el judío la tragedia de la aniquilación de los judíos perseguida por el Führer con las leyes raciales que promulgó y la locura de la "Solución Final". Pero detrás de los dirigentes y jerarcas había un pueblo que obedecía leyes injustas. Un rebaño ciego que había apagado su corazón.

Y hoy contemplamos, como espectadores pasivos, un genocidio, el de Gaza, que se suma a otros genocidios silenciosos (que ni siquiera contemplamos porque ocurren como si no existieran).

"Detrás de los dirigentes y jerarcas había un pueblo que obedecía leyes injustas. Un rebaño ciego que había apagado su corazón"