¿Dónde está el castillo? (Por Rosa María)

escritora



Estoy aprovechando estos preciosos días de vacaciones para terminar una guía. No la leo, la escribo. Es un buen ejercicio de disciplina y concentración que me está exigiendo -como todo en la vida- mis renuncias. He renunciado a la improvisación, a mi tendencia a posponer, a la engatusadora pereza y al engaño de que la disciplina ya no es necesaria en la edad adulta.

Estoy recogiendo en esta guía diversos elementos que facilitan la vida. Me consta que en este tema -como en tantos otros- casi todo está escrito, dicho y pensado. Pero, al ser mía, puedo permitirme marcar el ritmo, hacer las paradas oportunas, señalar datos que a mi juicio son importantes. Estoy rumiando, meditando, ajustando preguntas, pensando en los que podrán beneficiarse de ella. Despliego mi "aspiración de ayuda" a los futuros destinatarios. Renuevo mi "honda gratitud" al Grupo que acompaño y que me inspiró esta tarea. Éstos serían ya frutos suficientes.

Me apasionan las personas. De una en una. Me encanta comunicarme al nivel del corazón. Este artículo es solo la excusa para interesarme por ti: ¿Y tú qué haces? ¿Qué harás este verano o este invierno? ¿Qué está clamando en ti por vivir más allá de lo inmediato? ¿Qué libro vas a releer? ¿Qué hambre tienes en el corazón y que primer paso vas a dar para saciarla? ¿Qué relación vas a privilegiar? ¿Qué libro tienes que escribir o que canción tienes que cantar?

Lo que estoy escribiendo es para intentar darte algo. Tal vez un momento de reflexión, un empujoncito para que te adentres en tu profundidad. Porque lo verdaderamente importante es lo que tú vivas, lo que tú hagas, lo que afecte a tu vida y la de los tuyos. Escribir hoy es mera excusa -lo confieso- para recordarte, cara a cara, lo valioso que eres, lo realmente importante que es tu vida para ti y para todos los que te rodean.
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Castillo



Me viene a la memoria la anécdota de un viaje. Imagina una extensa llanura, una verdadera planicie con un castillo inmenso como único horizonte. Imagina mi cara de sorpresa cuando alguien se acerca y me pregunta: ¿Dónde está el castillo? Lo que cuento es verídico. Y es que, en demasiadas ocasiones, teniendo lo fundamental muy cerca no lo vemos.

¿Dónde está tu castillo? Quizás caminas cegado por la retama de la moda, la publicidad, el qué dirán, la avaricia, la prisa… Tal vez cabalgas las externas llanuras de la imagen, la fama, el estatus social, el nivel económico… Puede que "te cautiven" -nunca mejor dicho- las masas, sus celebraciones, sus competiciones, sus enredos, su superficialidad, su demagogia política, su televisión para tontos… (¿Dónde va Vicente? ¡Donde va la gente!). Es posible, incluso, que estés tan obsesionado por tus necesidades físicas que hayas olvidado tus aspiraciones interiores y estés viviendo a la intemperie, fuera de tu valía real, de tus inmensas posibilidades...

Solo un necio muy necio es dueño de un precioso castillo y vive en las tinieblas exteriores, vapuleado por las circunstancias y mendigando cobijo. Y, en muchísimos casos, sin siquiera verlo ni buscarlo. ¡Qué lástima me dan tantos aturdidos por el ruido, la precipitación, la inconsciencia, la irresponsabilidad y toda clase de hábitos autodestructivos! ¡Qué forma de bombardear su propio castillo!

Aprender a ver todo lo bueno que tenemos en nuestra propia parcela requiere una educación de la mirada y del corazón. Eso se aprende y se desarrolla. Muchos ni lo intentan. Es un dolor observar cómo buscamos fuera lo que tenemos dentro y lejos lo que tenemos al alcance de la mano.
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Castillo 1



La primera vida que hay que mirar es la propia. Y libro de lectura obligada es la propia historia, la propia personalidad, los propios recovecos, hasta que uno conozca de verdad toda la carne de su carne y sangre de su sangre. La primera "historia sagrada" es la historia de uno mismo y no hay que parar hasta hacerse con ella, aprendiendo a cabalgar la vida individual, bien sujeto en los estribos de la Vida.

Solo desde ahí se puede comprender la historia del vecino, siempre tan distinta y siempre tan igual. Solo desde ahí uno comprende que somos "semilla de eternidad", que es imprescindible el paso firme, profundo y constante para sacarle a la existencia su sentido. Ni somos flor de un día, ni podemos vivir la vida con frivolidad. Ese es el mayor fracaso de nuestra época.

Si eres de los que en este momento tiene algo que aprender, aprende. Si eres de los que tiene algo que enseñar, enseña. Nada perderás y ganarás mucho. La tensión del esfuerzo continuado y sereno es el magnífico arco que proyectará tu vida a su concreto destino. Es justo dar cuando se tiene y pedir cuando se necesita. Somos ricos y pobres simultánea o sucesivamente. Es imprescindible aprender a ayudar y a dejarse ayudar. Hay personas que ignoran este básico principio.
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A mí me parece muy importante practicar esta "sabiduría del pobre"
. Y no fingir, no aparentar, no subirse a la estatua de la propia imagen. Vivir la realidad de uno mismo con naturalidad, tanto los tesoros (¡tan enterrados!) como las miserias (¡tan ocultadas!).

Y después vive, vive con la intensidad del invierno o del verano. Hazte tus guías, escribe tus cuadernos de viaje, apunta los hitos del camino. Imprégnate de la belleza que ves y guárdala en tu corazón, aprende las leyes de la vida y respétalas. La vida es el más trascendente de los viajes y no debería ser improvisado.

Hoy, que luce un sol que calienta el alma, es un buen día para programar un viaje hacia ti mismo.







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Tu libro para este verano.

¡Medítalo! ¡Paladéalo!

Te aprovechará. Te ayudará a encontrar el Mar y sumergirte.

Y yo seré feliz al sentirte navegando por "tu fondo preciosísimo".
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Jairo del Agua




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