La lengua bífida y venenosa de los populismos
No me gusta escribir sobre política. Quizás por miedo. A nadie le gusta adentrarse en terrenos pantanosos o embarrados y terminar arrastrado por los profesionales del fango, que los hay y muchos, incluso entre "personas de iglesia".
Pero hay veces que la realidad social es tan oscura y desesperanzadora que hay que volver a la religión para recuperar algo de lucidez y esperanza. Y ese sí es mi tema preferido. Además la Política consiste, básicamente, en distinguir el bien del mal. El buen camino siempre conduce a la prosperidad y el malo a la desgracia. No todas las opciones políticas son positivas. La unidad, el amor, la prosperidad y todos sus derivados son "valores humanos". Los opuestos son "contravalores" que conducen al abismo. (¡Obispos catalanes, "guías ciegos", os equivocáis y sois cobardes cuando afirmáis que "todo el monte es orégano"!).
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¿Qué son los populismos?
Nada nuevo, son tan antiguos como sus progenitores: AMBICIÓN y PREPOTENCIA. Se trata de convertir la LENGUA en arma letal para derribar al oponente y atraer a los votantes. Por eso está floreciendo de nuevo en democracias enfermas y débiles con el apoyo de los modernos y potentes "medios de comunicación".
Esa LENGUA tiene dos partes: Odio y Mentira. Y se mueve ágilmente con un doble objetivo: Destruir al contrincante y ganarse adeptos prometiendo imposibles. Esa es su principal mentira, camuflada bajo "ideales" sublimes, aunque se trate de recetas viejísimas, experimentadas y fracasadas. Es venenosa porque, de conseguir el poder, traerá consecuencias mortíferas, no solo para los engañados que la auparon sino para toda la nación.
No es un fenómeno político solamente. Puede darse en cualquier grupo -incluso en los religiosos- donde haya lucha por el poder. Las armas más frecuentes son las habituales de los mentirosos: Calumnia, desprestigio, juicio y condena sin jueces, acusaciones generalizadas, manipulación de datos y de la historia, ofensas, etc. Todo vale para los uniformados del "odio" y la "mentira".
Los potentes altavoces modernos de la comunicación amplían y dramatizan los movimientos de su LENGUA preferida y se convierten en el mejor ariete ofensivo. Lo más habitual es que "arrimen el ascua a su sardina". Es decir, optan por aupar a éste o al otro buscando su particular beneficio y no los intereses generales de la nación o grupo.
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¿Qué antigüedad tienen los populismos?
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Se trata del fenómeno de captación, manipulación y engaño más antiguo de la Humanidad. Su fundadora fue la Serpiente del Paraíso (representación del Mal): "La serpiente era el animal más astuto" (Gen 3,1). Y astuto significa "agudo, hábil para engañar o para lograr artificiosamente cualquier fin". Utiliza su LENGUA bífida: El "odio" al Creador (opción del bien y felicidad) más la "mentira" (calumnia) para cambiar la opinión y seguimiento de los primeros humanos.
Efectivamente, lo primero que hace es destruir la imagen del Creador: "¡Nada de pena de muerte! Lo que pasa es que sabe Dios que, en cuanto comáis de él, se os abrirán los ojos" (Gen 3,5).
Calumnia al mismísimo Dios para ganarse al personal y seguidamente promete:"Y seréis como Dios" (Ibidem). ¿Y qué consigue la LENGUA bífida? Pues todo lo contrario de lo que prometía: La expulsión del Paraíso (de la prosperidad y felicidad).
Lo mismito, lo mismito que nos pasa hoy con las palabritas "enardecidas y envenenadas" de los populistas, habitualmente disfrazados de revolucionarios, salvadores, justicieros, defensores de los pobres, nacionalistas, puros e irreprochables, etc. ¡Que se lo pregunten a las naciones que cayeron en esa trampa y hoy sufren las consecuencias! En algunas esa democracia "populista" les ha conducido a una dictadura de hambre, sin posibilidad siquiera de rectificar su errada votación pretérita. "Se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos" (Gen 3,7).
Hoy día casi todos los partidos políticos están contaminados de ese tramposo "populismo". Pero hay algunos que acaparan el podio y otros van a la zaga. Nos lo ponen muy difícil a los ciudadanos para discernir con tanta oscuridad y camuflaje.
Un ejemplo histórico reciente ha sido Hitler. Parece que lo hemos olvidado, quizás por eso se jalea tanto a los jóvenes sin experiencia y sin memoria. Era hijo legítimo de Democracia y Socialismo y amante del Nacionalismo.
¡Qué pronto hemos olvidado las consecuencias que trajeron aquellas votaciones ciegas! El Pueblo se puede equivocar y se equivoca, sobre todo si se le enardece con "odio" y "mentira" (lengua bífida).
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¿Qué causas tienen?
En los sistemas democráticos donde florecen los populismos suelen darse:
- Ignorancia de los votantes sobre las consecuencias de su voto y escasa cultura general. En especial falta de conocimiento de la historia y los principios de los distintos grupos políticos, algunos estrepitosamente fracasados en el pasado.
- Apasionamiento ciego por su color político, que impide u oscurece un discernimiento lúcido y libre en cada votación.
- Escaso o nulo sentimiento de la unidad de la Patria y de la imprescindible colaboración de todos en el éxito de la nación. Por tanto, desunión, confrontación, egoísmo, odio, ambición, etc. Ingredientes venenosos para el bien común y el éxito de un país. En mi desdichada España actual hay hasta cinco pretensiones separatistas, promocionadas precisamente por "populistas" mentirosos. Volvemos a los reyezuelos de taifas.
- Ciudadanos vulnerables a la manipulación por inmadurez personal e intelectual, que los hace fáciles de tentar y propensos a errar.
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¿Qué consecuencias?
La consecuencia básica es que nos alejamos de nuestras potencialidades humanas: Inteligencia, voluntad y libertad. Sin esos dones nos convertirnos en seres maleables, sin conciencia del bien y del mal (del propio y del que podemos causar a los otros).
Y somos arrastrados por los más primitivos instintos: Odio, venganza, confrontación, egoísmo, ira, ausencia de realismo, difamación, calumnia, engaño, insolidaridad, adhesión a ignorantes y engañabobos, incluso violencia y agresión, etc.
Así es imposible elegir con cabeza. Con ciudadanos engañados y manipulados por la maquinaria del odio y la mentira, puesta en marcha por los manipuladores de turno, la "democracia" se convierte en una "desgracia". Cuando el Pueblo se equivoca en su elección todos vamos a peor, especialmente los más débiles.
En las recientísimas elecciones de mi Patria he sentido vergüenza de ser español, al ver en TV a mi Presidente (me da igual su color o su religión) insultado, calumniado, interrumpido continuamente por el griterío de un jovencísimo e inexperto oponente sin educación. Y, poco después, le he visto agredido en plena calle por un jovenzuelo sin formación ni escrúpulos, enardecido por los "populistas" de su "nacionalidad".
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Esa es la primera consecuencia: No distinguir el bien del mal y actuar desde los instintos más bajos del ser humano. Así es imposible "elegir a los mejores", como ya proclamaban los inventores de la democracia, los antiquísimos sabios griegos.
Y "los mejores" son los más humanos, los más inteligentes e instruidos, los más experimentados, los que saben convertir cinco talentos en diez para que la nación avance. Por desgracia ese avance es lento y progresivo (los políticos no son brujos milagreros), imposible de conseguir de dos tardes, inviable si no hay continuidad en la buena gestión.
La segunda y nefasta consecuencia es la ruina de la nación, antes o después. En la mente de todos están algunos ejemplos actuales de países en distintos puntos cardinales y hemisferios.
Se da la paradoja "democrática" que los que más vocean de optar por los pobres, de tener la prioridad de la acción social y solidaria, son los que dejan arruinado el país cuando gobiernan. No creo en el consabido engaño de las "derechas" e "izquierdas", esa es una antigualla que algunos exaltan para dividir y manipular.
Creo en los "buenos gestores" que optan por la "colaboración" en vez de la "confrontación", que son capaces de acercarnos a lo básico para todos: Paz y Pan – Techo y Trabajo. No caben en mi cabeza las luchas fratricidas entre compatriotas por un trozo de poder. Es un claro síntoma de "insolidaridad" que descalifica precisamente a los que más se llenan la boca de una "solidaridad" tan solo verbal y teórica.
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En mi descuartizada España actual hay quien ha perdido la memoria (una cualidad de la inteligencia) y olvida que en los cuarenta años de democracia han gobernado dos grupos políticos. Uno de ellos (el que más tiempo ha gobernado) ha tenido que salir siempre prematuramente por dejar arruinada la nación y millones de parados.
El otro grupo (me importa un pito su nombre, su color o su religión) ha tenido que sacar a la nación del hundimiento heredado de los otros. Y cuando ha salido lo ha hecho por el odio y la mentira de esos manipuladores populistas que estoy criticando, NUNCA por su mala gestión. ¿Quiénes ayudaron más a los empobrecidos, humildes y parados?
Está por ver, en esta ocasión, quiénes nos gobernarán: Los eficientes o los de la mitológica hidra multicolor que hemos resucitado en las urnas.
Para mí, que soy cristiano convencido y coherente, el principio básico de la sobrevalorada democracia está en el Evangelio: "Por sus frutos les conoceréis" (Mt 7,20).
Y, como además soy católico, escucho al Papa. Hace poco tiempo decía en santa Marta, hablando para nuestra propia Iglesia: "Jesús pacificaba y reconciliaba, en cambio en la actualidad en la Iglesia existe el peligro de sembrar divisiones y poner cizaña. Las habladurías son terrorismo, porque quien chismorrea hace como un terrorista que tira una bomba y se va. Destruye con la lengua, destruye y no trae la paz. Pero es astuto, porque no es un terrorista suicida, no, no, él se protege bien… El diablo tiene como oficio, dividir".
¿Qué diría de los ingenuos del "voto católico" que dividen en vez de apuntalar la mayoría de un gobierno posible y eficiente? Confundir política con confesionalidad o determinada moral es un gravísimo error. Nunca existirá -y digo bien, nunca- un partido que pueda gobernar desde mi fe particular o mi moral. Bástenos con elegir a "los mejores gestores" que nos ayuden a progresar, especialmente a los más necesitados, y olvidemos las "malignas divisiones" por capillitas.
¿Qué diría de los políticos calumniadores y gritones de lengua bífida que nos está tocando sufrir en la actualidad? ¿De aquellos "apátridas de hecho" que no buscan el progreso de la nación, sino su propio medro, su corralito, su interés de partido y su ambición de poder?
Mi queridísima España, patria de mis amores: "Los que no aprenden de su historia están condenados a repetirla" (Frase -atribuida al español Jorge Santayana- escrita en la entrada del bloque nº 4 del campo de Auschwitz I). Y me atreveré a apostillar: "Y a repetir sus errores una y otra vez".
¡Qué Dios nos pille confesados!
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Algunos "políticos electos" del Congreso Español, volviendo de recoger sus actas de Diputados:
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