"La hermandad, si no se vive desde la estimación, es otra cosa", advierte Cardenal Omella: "La Diada es una invitación a descubrir todas aquellas cosas que nos unen"
"La Diada es una llamada a la fraternidad, ideal cristiano más vivo y necesario que nunca"
"Solo podemos vivir la auténtica hermandad cuando por encima de todo amamos"
"No se trata únicamente de ser capaces de comprendernos o ser capaces de trabajar desde una libertad individual o colectiva, sino que se trata de ser capaces de aportar un valor añadido"
"No se trata únicamente de ser capaces de comprendernos o ser capaces de trabajar desde una libertad individual o colectiva, sino que se trata de ser capaces de aportar un valor añadido"
El próximo miércoles celebraremos la Diada de Cataluña, una fiesta que cada año marca el inicio del curso político y que, esta vez, coincide con el último día de vacaciones para los niños y jóvenes que al día siguiente volverán a la escuela y a la universidad. Es un volver a empezar, pero con las energías renovadas y con la mente fresca tras un tiempo de descanso, de vacaciones, de un ritmo diferente al habitual. Volver al ritmo ordinario nos va muy bien. De hecho, San Agustín de Hipona en el s. IV ya nos decía: Serva ordinem et ordo servabit te (guarda el orden y el orden te guardará).
La Diada es una fiesta que nos hermana a los unos con los otros, a los próximos con los lejanos, ya que todos compartimos un destino común, lo que hace que nos sintamos hermanos. La Diada es una invitación a descubrir todas aquellas cosas que compartimos y que nos unen. Sí, es una invitación a crecer en el amor y en el respeto, aceptando las diferencias. La Diada es una llamada a la fraternidad. Hoy este ideal cristiano está más vivo y es más necesario que nunca. Jesucristo nos anunció que todos somos hijos de un mismo Padre, que nos ama locamente.
Somos hijos de un mismo Padre. Y, por tanto, como decía San Pablo, ya no hay más romanos ni judíos, ni libres ni esclavos (cf. 1Co 12,12-13). Todos somos iguales ante el mismo Padre (cf. Ef 4,6). Este es el auténtico fundamento de la fraternidad. De hecho, como nos ha enseñado la historia reciente, no se pueden vivir la libertad ni la igualdad de todos los seres humanos sin una auténtica fraternidad. Solo una auténtica fraternidad, que parte de reconocer que todos somos hermanos, justifica que todas las personas sean iguales y libres con independencia de sus creencias, manera de pensar, lugar de nacimiento… Si creemos que todos somos hijos de un mismo Padre, entonces todos seremos hermanos y, por lo tanto, todos estaremos sujetos a los mismos derechos, obligaciones y libertades.
"Si creemos que todos somos hijos de un mismo Padre, entonces todos seremos hermanos y, por lo tanto, todos estaremos sujetos a los mismos derechos, obligaciones y libertades"
Pido al Señor que nos conceda el don de vivir como hermanos, como miembros de una misma familia que camina unida hacia el futuro. Es necesario que todos pongamos de nuestra parte para hacerlo posible. En particular, hago un llamamiento a los medios de comunicación, a todas las personas que tenéis la noble tarea de comunicar.
Os necesitamos, hoy más que nunca. Necesitamos que difundáis todo lo positivo que ocurre en nuestra sociedad, todo lo que nos edifica y que nos hace mejores personas, todo lo que nos une.
Como decía San Juan de la Cruz, donde no hay amor pon amor y encontrarás amor. Solo podemos vivir la auténtica hermandad cuando por encima de todo amamos. No se trata únicamente de ser capaces de comprendernos o ser capaces de trabajar desde una libertad individual o colectiva, sino que se trata de ser capaces de aportar un valor añadido, porque la hermandad, si no se vive desde la estimación, es otra cosa: hablamos de hermanos, no de compañeros de camino. Queridos hermanos y hermanas, os deseo una Diada muy fraternal.
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