Este domingo, en la basílica de la Sagrada Familia Ordenaciones sacerdotales en Barcelona
Este domingo contaremos con seis nuevos sacerdotes: Mn. Carles Bosch Falgueras, Mn. Alberto Para Martínez, Mn. Carlos Pérez Laporta, Mn. Pablo Pich-Aguilera Blasco, Mn. Antoni Vidal Gómez del Moral y Mn. Agustí Vives Vaqué
La vocación sacerdotal es una llamada de Dios para seguirlo más de cerca. El sacerdote no se pertenece a sí mismo, pertenece a Dios y tiene una misión para la humanidad. Los padres debéis considerar una bendición de Dios la vocación sacerdotal de un hijo
Este domingo, fiesta de los Santos Arcángeles, en la basílica de la Sagrada Familia, tendremos la alegría de celebrar la Eucaristía y la ordenación sacerdotal de seis nuevos sacerdotes: Mn. Carles Bosch Falgueras, Mn. Alberto Para Martínez, Mn. Carlos Pérez Laporta, Mn. Pablo Pich-Aguilera Blasco, Mn. Antoni Vidal Gómez del Moral y Mn. Agustí Vives Vaqué.
Todos ellos son jóvenes que han experimentado la llamada a dar su vida a Dios y a los hermanos. Dos de los futuros sacerdotes (Carles y Agustí) han estudiado Ingeniería; dos más (Alberto y Carlos) han cursado Derecho y Antoni y Pablo se han formado en Administración y Dirección de Empresas.
La vida es un don de Dios que hemos recibido sin pedirlo. Se nos regala un tiempo, unas capacidades, una familia, una sociedad donde vivir… Todos recibimos de Dios una invitación particular a colaborar con Él en la salvación del mundo. Sí, el Señor concede a cada uno su propia vocación.
Entre las vocaciones, hay una que es maravillosa: la vocación al sacerdocio ministerial. Dios llama a algunos hombres a ser sacerdotes. Es una llamada radical y exigente, fruto de un amor predilecto del Señor, que reclama a quien la recibe mucha generosidad y confianza.
Jesús pasa cerca de algunos, como hizo con aquellos pescadores de Galilea, y les dice: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres» (Mt 4,19). La vocación sacerdotal es una llamada de Dios para seguirlo más de cerca. Es amar a Jesús y querer estar siempre con Él, amando y sirviendo a todos los hermanos, especialmente a los más necesitados.
Para que un joven escuche la llamada de Jesús es necesario que se acerque a Él, que esté con Él y que mantenga momentos intensos de diálogo con Él. Dios habla en el silencio de la oración. Conviene que también lo acompañe alguien más experimentado que lo pueda ayudar en el discernimiento de esta llamada para descubrir si esta viene realmente de Dios.
El sacerdote se pone al servicio de la Iglesia y ofrece su vida para ser enviado a servir al pueblo de Dios, y santificarlo a través de los sacramentos y su testimonio. El sacerdote no se pertenece a sí mismo, pertenece a Dios y tiene una misión para la humanidad. El amor del sacerdote es un amor fecundo, que se entrega a la numerosísima familia de los hijos de Dios. Es sacerdote de todos y para todos.
Hoy como siempre hay jóvenes que escuchan la llamada de Jesús a ser sacerdotes y dejan lo que tienen, como lo hicieron los Apóstoles. Entre los jóvenes hay una capacidad de donación generosa, una ilusión por los ideales nobles y una seriedad para asumir un compromiso para toda la vida.
Los padres debéis considerar una bendición de Dios la vocación sacerdotal de un hijo. De hecho, todos los miembros de la Iglesia que peregrina en Barcelona nos alegramos y damos gracias a Dios por esta buena noticia.
Queridos hermanos y hermanas, recemos ya desde ahora por los seis futuros sacerdotes que serán ordenados este domingo. Que los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael sean sus guías y protectores en la consagración que hoy recibirán.
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