Tiempo de Adviento, la gran esperanza Esperemos a Jesús con alegría
"Los cristianos utilizamos la palabra adviento para referirnos a la llegada de Cristo, una visita que trascenderá, porque Cristo ha venido al mundo para salvarnos y quedarse para siempre entre nosotros. ¡Qué buena noticia!"
"Durante estos días que preceden a la Navidad quisiera haceros una propuesta. Os sugiero hacer alguno de vuestros ratos de oración a partir de las plegarias eucológicas de las eucaristías de los domingos de Adviento"
"Sepamos encontrar a Jesús en la oración, en la liturgia, en las personas con las que nos encontremos durante estos días y, sobre todo, en los más pobres y vulnerables"
"Esperemos con fe y alegría la venida de Jesús. Él ya ha venido, sigue viniendo constantemente y vendrá definitivamente"
"Sepamos encontrar a Jesús en la oración, en la liturgia, en las personas con las que nos encontremos durante estos días y, sobre todo, en los más pobres y vulnerables"
"Esperemos con fe y alegría la venida de Jesús. Él ya ha venido, sigue viniendo constantemente y vendrá definitivamente"
Este domingo iniciamos el tiempo litúrgico de Adviento. Adviento es una palabra de origen latino que significa llegada y en la antigüedad era usada para aludir a la visita de un personaje importante a un lugar remoto. Los cristianos utilizamos esta palabra para referirnos a la llegada de Cristo, una visita que trascenderá, porque Cristo ha venido al mundo para salvarnos y quedarse para siempre entre nosotros. ¡Qué buena noticia!
Durante estos días que preceden a la Navidad quisiera haceros una propuesta. Os sugiero hacer alguno de vuestros ratos de oración a partir de las plegarias eucológicas de las eucaristías de los domingos de Adviento, es decir, la oración de colecta, la de ofertorio y la de postcomunión de la misa. Estas oraciones son un tesoro que nos ayudarán a profundizar en el sentido del Adviento. Todas ellas nos invitan a tener esperanza, a prepararnos para la Navidad y a estar atentos a la venida del Señor.
Adviento es un tiempo de esperanza en el que deseamos con alegría la llegada de Jesús. Él es la gran esperanza que guía nuestras noches oscuras. Aunque el encuentro definitivo con Cristo tendrá lugar en la vida eterna, ya aquí y ahora podemos encontrar signos de esta esperanza. Cada vez que realizamos un gesto de amor o de solidaridad hacemos presente el reino de Dios entre nosotros. Tal como podemos meditar en la liturgia de estos días, nuestras buenas obras nos ayudarán a recibir a Jesucristo.
Este tiempo litúrgico nos prepara interiormente para vivir la Navidad, para acoger a Jesús en nuestro corazón. Atrevámonos a ser como Juan Bautista y preparemos los caminos del Señor, allanemos sus senderos (cf. Mt 3,3). Pidamos a Dios que avive en nosotros el deseo de salir al encuentro de Cristo.
La celebración del Adviento nos invita a estar atentos a la venida de Cristo. Tengamos la actitud de aquellas vírgenes prudentes a las que se refiere el Evangelio de Mateo (ver Mt 25,1-13). Ellas tuvieron bien preparadas sus lámparas para recibir al esposo en medio de la oscuridad de la noche. Tengamos las lámparas de nuestra mente y corazón encendidas para percibir la presencia de Jesús en nuestra vida. Sepamos encontrar a Jesús en la oración, en la liturgia, en las personas con las que nos encontremos durante estos días y, sobre todo, en los más pobres y vulnerables.
Queridos hermanos y hermanas, esperemos con fe y alegría la venida de Jesús. Él ya ha venido, sigue viniendo constantemente y vendrá definitivamente. Oremos para que las eucaristías de este tiempo de Adviento nos ayuden a acoger y contemplar el inmenso misterio de la encarnación de Dios, su impresionante manera de entrar libremente en la historia. Que dicha contemplación transforme nuestro corazón, como lo hizo en santa María y san José, y nos haga vivir atentos a los hermanos y hermanas con los que compartimos la existencia.