Carta semanal del cardenal Omella El misionero que llevamos dentro
Os invito a rezar por los frutos de las actividades misioneras de la Iglesia
Hoy más que nunca, es necesario que de nuestra vida emane el Evangelio y, cuando sea necesario, demos razón de nuestra fe y de nuestra esperanza con palabras
«Predicad el Evangelio en todo momento y, si es necesario, usad también las palabras». Esta frase atribuida a san Francisco de Asís es muy oportuna para hablar del Domingo Mundial de las Misiones (Domund), que celebramos hoy con el lema «Bautizados y enviados».
Este es también el lema del Mes Misionero Extraordinario, que hemos iniciado hace ya más de dos semanas, ahora que se conmemora el centenario de la carta apostólica del papa Benedicto XV titulada Maximum illud sobre la labor misionera en el mundo. Teniendo en cuenta esta efemérides, el papa Francisco ha querido aprovechar el gran impulso de la actividad misionera de la Iglesia, llevado a cabo por Benedicto XV, para llamarnos nuevamente a todos al anuncio alegre del Evangelio convocando un mes Misionero Extraordinario.
El Papa nos pide que este mes de octubre sea un tiempo de gracia intensa y fecunda, para promover iniciativas e intensificar la oración, que es el alma de toda la acción misionera. Esto nos lo recuerda nuestra Madre Iglesia, que nombró patrona de las misiones a la religiosa carmelita santa Teresita del Niño Jesús. En el convento de Lisieux, ella dedicó la vida de clausura a orar de una manera intensa por los misioneros y por el fruto de sus actividades.
Hoy somos conscientes de que cualquier rincón del mundo es tierra de misión. Todos los que hemos recibido los sacramentos de la iniciación cristiana -Bautismo, Confirmación y Eucaristía- estamos llamados por Jesús a ser sus discípulos y sus misioneros en el mundo, cada uno según su vocación y según las circunstancias particulares de su vida. Este es, precisamente, el sentido del lema de este Domund: «Bautizados y enviados».
¿Cómo podemos ser testigos de Jesús y de su Evangelio, en las actuales circunstancias y en los ambientes en que nos movemos? Esto solo es posible si nosotros vivimos del Evangelio y nos alimentamos de la Eucaristía. Hoy más que nunca, es necesario que de nuestra vida emane el Evangelio y, cuando sea necesario, demos razón de nuestra fe y de nuestra esperanza con palabras.
San Pablo VI, en un texto muy citado de su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, confirmaba la frase de San Francisco de Asís, que he citado al inicio, cuando escribió: «El hombre contemporáneo escucha con más gusto a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros es porque son testigos» (EN 41).
Hermanos y hermanas, hoy os invito a despertar el anhelo misionero que llevamos dentro. Hemos sido «bautizados y enviados» para dar testimonio de Jesucristo con hechos y, si es necesario, también con palabras. Os agradezco vuestra ayuda económica, en la colecta que hoy se hace en los templos, para colaborar en las obras misioneras de las Iglesias más jóvenes. Y, de manera especial, os invito a rezar por los frutos de las actividades misioneras de la Iglesia. Pongamos nuestra confianza en la intercesión de los mártires de ayer, de hoy y de siempre. Ellos son los verdaderos testigos de fe que vivifican la misión de la Iglesia.
† Card. Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona