Hoy recuerdo, hace tres años, cuando a todos nos ilusionaba salir a la calle y no podíamos. Nos conformábamos con asomarnos por la ventana y disfrutábamos de lo lindo cuando podíamos salir al balcón o a una terraza. Los días de confinamiento forzoso fueron una experiencia que nos obligó a valorar las cosas más sencillas, como dar un pequeño paseo.

Aquellos días quedaron atrás y, gracias a Dios, hoy nos movemos con libertad por donde queremos y sin restricciones. Salimos a la calle y vemos que vuelve a haber vida y movimiento. Hoy muchas personas comienzan sus vacaciones y ya han hecho planes. Quienes puedan, cogerán el coche, el tren, el avión o cualquier otro medio de transporte para salir de casa y alejarse de la rutina.

Este fin de semana empieza la primera operación salida del verano, que implica un tráfico extremo. Miles de vehículos llenarán las carreteras, habrá atascos en las vías principales, una imagen veraniega que nos agobia, pero que tendrá la recompensa si llegamos a nuestro destino sanos y salvos. Desgraciadamente, las colas incómodas no son la cara más oscura del verano ni de las vacaciones. La ilusión que nos mueve a salir de casa puede truncarse por un imprevisto fatídico. Diariamente, especialmente en esta época del año, lamentamos pérdidas humanas en la carretera, que quizá podían haberse evitado.

Hoy, precisamente, se celebra la Jornada de responsabilidad en el tráfico con el lema*: «Encomienda tu camino al Señor y él actuará» (Sal 37,5). Esta Jornada acontece en la proximidad de san Cristóbal, patrón de los conductores. En este día queremos insistir en que es necesario que seamos responsables cuando circulemos no solo por la carretera, sino también dentro de ciudades y pueblos, cuando caminemos, cuando vayamos en patinete, bicicleta, moto, coche, etc. Hagámoslo como lo haría Jesús.

A veces parece que la responsabilidad y también la amabilidad hacia los demás se pierde cuando tomamos el volante o el manillar. Pensemos en ello unos instantes. Es sencillo, hagamos que la amabilidad aflore y que esté siempre presente en nuestras calles, caminos y carreteras. Solo con esta conciencia y actitud quizás podremos circular con mayor seguridad. Respetando más las señales y normas de circulación y pensando en los demás, podemos hacer posible que se reduzca el número de accidentes.

Merece la pena empezar cualquier trayecto con una oración. Muchas personas, antes de emprender un viaje, nos santiguamos o viajamos acompañados de san Cristóbal. Este gesto nos da paz y tranquilidad. Encomendemos nuestro viaje al Señor, confiemos en su Palabra, que es luz en nuestro camino. 

Queridos hermanos y hermanas, en esta Jornada roguemos a Dios que vele por todos los conductores y pasajeros. Pongámonos en manos del Señor por intercesión de san Cristóbal, cuyo nombre significa «portador de Cristo». Es necesario también que evitemos los peligros y hagamos más humana la movilidad, especialmente en este período estival. Este año en la carretera, recordad: oración y amabilidad.