O nos hacemos "motivadores", o desaparecemos del mapa


Una de las críticas que hacemos, eso sí con aires de superioridad, a los evangélicos (hablo de los evangélicos serios, no de los histéricos) es que son fundamentalmente "motivadores". Los pastores evangélicos buscan animar a la gente, y les dan lo que les gusta, lo que buscan, y por eso tienen éxito...

Nosotros, en cambio, vamos a "lo importante": las verdades "en sí", las cuestiones metafísicas, la dogmática fundamental, los principios morales absolutos, las verdades objetivas de derecho natural, divino, o eclesiástico, y demás principios metafísicos absolutos fundamentales. Nos dedicamos, pues, a "lo importante", no como "ellos"...

Esto me recuerda lo del chiste aquel, cuando le preguntan a un hombre acerca de cómo se repartían los roles en la pareja, y él respondió: "Bueno, ella se dedica a los asuntos menores, como hacer la comida, llevar los niños a la escuela y recogerlos, pagar las facturas de la casa, lavar la ropa, y demás asuntos secundarios...". "Y usted, ¿qué hace?", le preguntan. "Bueno ---responde--- yo me dedico a los asuntos importantes: La política internacional, la macroeconomía, el problema del hambre en el Mundo, la Paz en Oriente Medio...".

Mientras no tomemos conciencia clara de que el hombre de hoy no está mayormente preocupado por las sutilezas dogmáticas, los principios metafísicos, los valores moralistas absolutos, ni demás verdades "en sí" ("Galileos, que hacéis "ensimismados" mirando al cielo..."), sino que lo que intenta fundamentalmente es poder llegar a fin de mes y pagar sus facturas... ¡y no morir en el intento!, seremos como la voz que clama en el desierto, pero voz estéril, no como Juan el Bautista, voz que seguirá su cantinela hasta que desaparezcan por inanición los oídos que por inercia histórica siguen oyendo, aunque no escuchando, nuestro mensaje.

Mientras estemos obsesivamente enfocados en "colocar" nuestros valores "en sí" y nos sigamos olvidando del hombre real, el de hoy, el que vive en este mundo postmoderno y postcristiano, y nos sigamos olvidando de sus necesidades y anhelos profundos, estaremos inevitablemente lejos del hombre... ¡y por tanto lejos de Dios! Pues es el deseo del Señor el encontrarse con los hombres de todas las épocas, también la nuestra, para animarles y que vean que sigue con ellos, que no les ha abandonado: "Vayan a Galilea, allí me verán...".

¿Y qué pasa... es que no existen valores que defender? ¿Es que todo es motivación? Podríamos decir que ¡nunca hubo una época más necesitada de valores que la nuestra!... pero no olvidemos que el "valor sobre todo valor", el valor último y primero que nosotros defendemos y proclamamos tiene un rostro y un nombre: Jesucristo resucitado.

El Señor vino a salvar a su pueblo, y la salvación incluye también, además de sutilezas místicas y espirituales, ánimo, motivación: "Pero Jesús, volviéndose y mirándola, le dijo: Ten ánimo...".


Por tanto, si queremos ser más "evangélicos", y parecernos más a Jesús, orientémonos también a animar, motivar y "entusiasmar" ("endiosar") a la gente. ¡Hagamos atractivo el mensaje evangélico, como atractivo es el Señor y su Palabra!

Y tengamos sobre todo esto claro: O motivamos en el anuncio, o tarde o temprano desaparecemos del mapa...
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