Sacerdotes de película: la hora de la prueba (9)


La opera prima de Peter Glenville como cineasta, del que ya hemos analizado Becket, fue El prisionero (1955) protagonizada por Alec Guinness. En 1959 ganó el Lábaro de Oro, distinción concedida a la mejor película del festival de Cine Religioso y de Valores Humanos de Valladolid. Esta historia de resistencia tiene como protagonista un cardenal que es arrestado por traición al Estado que lo que parece ser un régimen comunista y que es interrogado con el fin de hacerle confesar su culpabilidad. El interrogador (Jack Hawkins) comenzará con halagos y ofertas pero avanzará hacia la tortura psicológica y por último la física pero la voluntad del prisionero no se doblegará lo que cuestionará íntimamente a su oponente. Una película sobre la fuerza espiritual de un hombre de Dios.

Buñuel adapta en 1958 la obra de Benito Pérez Galdós Nazarín en una de las obras maestras de la historia del cine. Forma parte de la lista de 45 películas que recopiló el Vaticano como las mejores películas en los 100 años del cine, situándola en el apartado de “religión”. Este humilde cura que ejerce en México en medio de la pobreza en un mesón en Chanfa quiere hacerse semejante a Jesús. Entregando todo y a todos recibe a una prostituta que huye por haber provocado un incendio. Esta acogida complicará la vida del sacerdote que es destituido pero, a pesar de todo, el desea seguir al Jesucristo en un camino de identificación con él aunque poco a poco se enfrenta a la tristeza por la incomprensión, especialmente de los poderosos. Sólo unos pocos entre los más pequeños y marginales están a su lado pero sus ofrendas, el símbolo de la piña en la escena conclusiva, no pueden hacer olvidar los tambores que tocan a muerte.


La novela de Henry Morton Robinson “El cardenal” es llevada a la pantalla con el mismo título en 1963. El día de en que el cardenal Stephen Fermoyle (Tom Tryon) recibe el nombramiento como tal hace memoria de su vida desde que era un joven sacerdote. Formado en Roma, vuelve a Boston para continuar su servicio, en este caso en una parroquia a la que le enviará el cardenal Glennon (John Huston) para que aprenda de un viejo, enfermo y santo sacerdote y así pueda lidiar con su vanidad y ambición. Al mismo tiempo, se enfrenta a la problemática familiar en torno a su hermana pequeña que desea casarse con un chico judío a lo que Stephe se opone si este no se hace católico. Esto lleva a la desesperación de la joven que termina por dedicarse a bailar en un cabaret. La tensión se agudiza cuando queda embarazada y los médicos dicen que hay que elegir entre el niño y la vida de la madre. La elección de lo primero por parte de Stephen llevará a la muerte de su hermana. Todo esto le originará a una crisis de su vocación que supondrá dos años sin el ejercicio ministerial donde comenzará una relación breve con una de sus alumnas, Annemarie (Romy Schneider), que concluirá cuando confirma su vocación reincorporándose como sacerdote para ser muy pronto nombrado obispo. Tras este giro del guión seguiremos su servicio episcopal enfrentándose al Ku Klux Klan al ayudar a uno de sus sacerdotes que ha visto como quemaban su parroquia. Después en Viena se enfrenta al nazismo e intenta proteger a Annemarie aunque sin éxito. La película concluye en el tiempo narrativo central con un discurso ya como cardenal en defensa de la libertad y la democracia frente a la dictadura. Resumiendo, una ficción dramática donde se despliega un itinerario personal marcado por crisis y opciones difíciles donde permanece una fidelidad dolorosa.

El 2 de diciembre de 1980, al inicio de la guerra civil salvadoreña, son violadas y asesinadas las monjas Ita Ford, Maura Clarke y Dorothy Kazel y la misionera laica Jean Donovan, por los paramilitares salvadoreños. En Difícil elección (1983) de Joseph Sargent se cuenta especialmente la vida de una de ella, Jean Donovan, y su proceso de conversión de una joven materialista a una mujer comprometida con los derechos humanos. Martin Sheen hará del padre Philan que será el que acompañe el proceso de transformación de Jean y representa un sacerdote que transmite el Evangelio como causa de Dios y el compromiso cristiano con los pobres. Igualmente la protagonista estará influida por la vida y las homilías del obispo Oscar Romero con el que colaboró.

Black Robe (1991) adapta la novela homónima de Brian Moore en la que colabora como guionista. En esta dura película de Bruce Beresfordque se sitúa en la zona de Quebec durante el siglo XVII. Un jesuita joven, el padre Laforgue, es enviado a la selva hacia la zona donde habitan los indios Hurones. El viaje con la compañía del joven Daniel y un grupo de indios Algonquinos es una verdadero camino de terror y violencia lo que origina en el protagonista un proceso interior que pone en cuestión su forma de vida. Al final el padre Lafargue fiel a su misión bautizará a los Hurones, aunque precisamente por su renuncia a la violencia, serán aniquilados por sus enemigos los Iroqueses cerrándose definitivamente la misión jesuita. Se trata pues de una contundente y pesimista reflexión sobre la naturaleza humana en la que la gracia y el servicio ministerial están inmersos en la dramática del mal.


El tercer milagro (1999) de Agnieszka Holland cuenta la historia de otro sacerdote, Frank Shore (sugerente Ed Harris), con una crisis vocacional vinculada a su servicio en la valoración de casos tenidos por milagrosos. Durante una nueva investigación de un extraño milagro consistente en las lágrimas de sangre que derrama una estatua de la Virgen en un convento de Chicago, se encuentra con la fama de santidad de Hellen O'Reagan una mujer recientemente fallecida. El protagonista ve complicadas sus dudas de fe con una atracción hacia Roxanne, hija de la que investiga, pero que no comparte ni la fe de su madre ni la esperanza. Sin embargo, en contra del curso habitual de estas historias cinematográficas, el padre Frank descubre la presencia de Dios en los milagros ordinarios de su propia vida y confirma su vocación cuando al final dirá “Dios no desaprovecha los milagros”.


Las manos (2006) de Alejandro Doriaa historia intenta reflejar la vida de un sacerdote peculiar, el padre Mario Pantaleo (1915-1992) que desarrolló una importante labor pastoral en Argentina y que actualmente se prolonga en lo que se conoce como la Obra del Padre Mario Pantaleo. Las singularidades del padre Pantaleo se despliegan en varios frentes desde su tenaz atención a las persona en situación de necesidad pasando por sus peculiares relaciones con sus superiores eclesiales hasta su don para realizar curaciones. Quizás este último aspecto sea el más original de su trayectoria y que expresa mejor su sintonía con el Jesús sanador. Y probablemente sea este el tema mejor resuelto en la película de Alejandro Doria. Las curaciones con las manos del padre Mario se sitúan en la estela del padre Pío de Piertrelcina del que recibió una importante influencia en su juventud y primeros años sacerdotales. En sus escritos nos narra como el santo le despidió diciéndole "Ve, hijo mío, estás en tu camino. Tú también has sido elegido para una singular misión". La propuesta del director argentino tiene algunas virtudes sugerentes como mostrar a un personaje fuertemente marcado por su experiencia de Dios, "El-de-arriba"; insistir en que más allá de la debilidad física, el sacerdote está movido por una fuerza espiritual que le impulsa a la atención a los otros hasta el último momento; filmar las curaciones más que como espectáculos milagrosos como fenómenos inexplicables que tiene en la fe su fuente y en el sanador un mediador sobrepasado, que más que hacer negocio hace de ellas una forma de entrega de la vida. Sin embargo, los aciertos no llegan a ocultar algunas lagunas tanto técnicas como argumentales de peso. Así la filmación tiene momentos de una gran ingenuidad como en las que aparece el religioso como albañil, sus extravagantes penitencias o la sobreactuación de algunos secundarios. Además los subrayados de la banda sonora se muestran más como efectistas que realmente significativos. En general, el formato televisivo y la simplificación de los personajes le dan en ocasiones un tono de serial de sobremesa.


En El noveno día (2004) Volker Schlöndorff nos presenta al padre Kremer confinado en un campo de concentración de la Alemania nazi. Allí las condiciones de vida en el pabellón de los sacerdotes son muy duras y vive momentos difíciles donde el deseo de supervivencia cuestiona sus propios principios. Sin embargo, un día el padre Kramer es liberado con la misión de doblegar al obispo de Luxemburgo, que cada día toca las campanas como signo de denuncia contra la ocupación alemana. En el caso que fracase su familia y su vida estarán en peligro. Nueve días dispondrá este sacerdote-teológo para convencer al obispo para que emita un comunicado aceptando la ocupación. Durante la misión varios diálogos con el teniente de la Gestapo muestran las motivaciones de cada uno y la resistencia, ciertamente entre miedos, del sacerdote. Película sobre el sufrimiento y el mal pero también sobre la coherencia y la fe. Una referencia fuerte a la dimensión pascual del sacerdocio.

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