El doloroso camino de la coherencia ética del comunicador
Hay que estar siempre a favor de la libertad de expresión, porque « cuantas veces los hombres, según su natural inclinación, intercambian sus conocimientos o manifiestan sus opiniones, están usando de un derecho que les es propio, y a la vez ejerciendo una función social » (Communio et progressio, 45). Sin embargo, considerada desde una perspectiva ética, esta presunción no es una norma absoluta e irrevocable. Se dan casos obvios en los que no existe ningún derecho a comunicar, por ejemplo el de la difamación y la calumnia, el de los mensajes que pretenden fomentar el odio y el conflicto entre las personas y los grupos, la obscenidad y la pornografía, y las descripciones morbosas de la violencia. Es evidente también que la libre expresión debería atenerse siempre a principios como la verdad, la honradez y el respeto a la vida privada. (Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales,Ética en las Comunicaciones Sociales, 4 junio 2000)
"ONE HUNDRED OF A SECOND " (Una centésima de segundo, 2006) es el cuarto cortometraje de Susan Jacobson y Alex Boden después de haber realizado Bushido: The way of the warrior , Cracks in the ceiling y Couch Conversations. Tiene como fondo la foto de Kevin Carter publicada en el New York Times el 23 de marzo de 1993 y ganadora del premio Pulitser. Una foto dramática en una historia dramática, ya que su autor llegó a suicidarse al poco de recoger el premio. Una historia de sufrimiento añadido al sufrimiento. Lo cierto es que filmar el sufrimiento, la injusticia y la violencia nos coloca en el centro del drama humano. El dilema moral es profundo: el ocultamiento es añadir al dolor su invisibilidad, la plasmación puede ser violar la dignidad de la persona e intervenir puede conllevar un riesgo mortal. ¿Qué cabe hacer? Lo cierto es que la línea entre el compromiso y la manipulación, la comunicación social y el interés personal es una delgada línea roja. este cortometraje lo expresa son elocuencia y profundidad.
Poner el "alma" en la comunicación tiene sus exigencias, sus riesgos y su compromiso. Y siempre la instancia personal tiene la última palabra. Algo que no debemos olvidar cuando con el Evangelio en la mano informamos a la vez que corremos el riesgo de que se puedan ensuciar esas manos. Inquietar es un camino hacia la verdad. Y a ello puede ayudar esta reflexión visual.