Carta a nuestro arzobispo Don Carlos Osoro
Quiero expresarle mi preocupación por la formación de nuestros seminaristas en el seminario diocesano de San Damaso. Triste y muy duro me parece la reclusión voluntaria que hacen durante un periodo tan prolongado de tiempo los futuros sacerdotes de Madrid, sobre todo porque conlleva una pérdida de contacto humano con la realidad en la que luego tienen que desenvolverse como sacerdotes. Sin embargo, lo que ha motivado mi carta es el hecho de enterarme que algunos formadores piden “opiniones” a un seminarista sobre otro. Quiero decir opiniones y no información o espionaje, porque prefiero evitar pensar que en el seminario se convierte a algunos o muchos seminaristas en espías o delatores de sus propios compañeros. Espero que tal cosa no esté sucediendo, pues quien espía o delata, aunque sea para un formador y sin un motivo de causa mayor, ya es un futuro aspirante a sacerdote que se está corrompiendo.
Por desgracia, ya he oído historias como estas a exseminaristas y sacerdotes de Madrid, pero pensaba que eso eran cosas del pasado y no del presente. Y me ha escandalizado saber que pueden seguirse repitiendo hoy en día.
Por otra parte, me preocupa mucho el escaso sentido hoy en día de recluir a los seminaristas en el seminario. Y tampoco le veo mucho sentido que los seminaristas se entreguen tanto al estudio. Me preguntaba sino es posible pedirle a usted que los futuros sacerdotes hagan actividades casi diarias en comedores de Cáritas, actividades de visitas a personas mayores en residencias, actividades de visita y acompañamiento a enfermos en hospitales, etc. Lo digo sobre todo porque es una pena que un potencial juvenil de hacer tanto se recluya entre esos muros, y sobre todo porque he conocido a no pocos sacerdotes que son auténticos “señoritos” o personas de trato frío. Tal vez las actividades que le sugiero ayuden a dotar de una enorme carga empática a los seminaristas y futuros sacerdotes, para que así estén más próximos de aquellos que les necesitan o conecten mejor con la feligresía en las parroquias.
Un saludo
Julián Moreno Mestre