He leído la tenebrosa historia de este señor que se hace llamar monseñor sin ser obispo. Lo que al presbítero Tony Anatrella le ha ocurrido es que es víctima del odio que él mismo ha sembrado. Que fuera gay es lo de menos, su problema es que ha sometido a tanta gente a una vara de medir que debió haberla usado el primero consigo mismo y haberse aceptado a si mismo. Este señor no se quería como es debido a si mismo, por eso su falta de buen amor por si mismo lo ha transmitido en forma de odio hacia sus semejantes.
Pena me da tanto él como sus víctimas, porque el daño era innecesario, y más el haber abusado de aquellos que creyeron que este “experto” les curaría de lo que no tiene sentido curar. Tristeza me causa que este señor con sus palabras y con sus consejos pseudocientíficos, ha arruinado la vocación, la Fe y hasta la vida de muchas personas.