Palabras del Papa que pienso no llevan a ninguna parte.

Se recoge en Zenit una noticia de la que se hizo eco Fidel Mateos en su blog. El Papa Benedicto XVI anuncia su fórmula para superar la crisis vocacional de los religiosos. La formula del Papa es tan simple como ineficaz. Básicamente redescubrir al fundador, volver a los orígenes de la congregación y vivir y centrarse en Cristo.

Pues la verdad es que estas palabras no aportan soluciones al problema vocacional. Creer que Dios proveerá ante nuestra incapacidad es una ingenuidad. Hay que afrontar el problema, estudiar las causas de la crisis vocacional, dar soluciones lógicas con la situación actual, y esforzarse. El esperar mirándose el ombligo a que las vocaciones lo llenen todo porque rezo mucho no sirve de nada.

Recuerdo un cuento de catequesis de un peregrino que decidió dejar de comer, permanecer inmóvil y aguardar rezando a que Dios le diese de comer un pan de inmortalidad, y como tras días de verse agotado y con mucha hambre Dios le grita indignado que se deje de hacer el tonto, que rezar muy bien pero comer debe esforzarse él.

Además, que yo sepa los religiosos rezan y mucho a Cristo, llevan una vida religiosa ejemplar, estudian el carisma y la vida de su fundador/a, si es santo le veneran como se debe venerar a los santos. Y no hay que olvidar que muchos hacen sus esfuerzos con su testimonio, con su labor educativa, pastoral, misionera o de servicio a la comunidad o a la Iglesia.

La solución al problema de las vocaciones es difícil como para tomarse el tema con recomendaciones ingenuas. No me parece que sea solución a la falta de vocaciones de los religiosos el celibato opcional, pues la vida religiosa tiene una esencia de entrega que la disciernen todos los religiosos. La única solución que veo a todo el problema es revertir el proceso de la secularización de la sociedad, porque al abandonar la Fe o la práctica religiosa la inmensa mayoría de los jóvenes, obviamente las vocaciones se resienten. A más jóvenes católico practicantes, más vocaciones.

Y para atraer a los jóvenes o evitar perder los que hay, más valdría que en lugar de tanta concentración multitudinaria y costosa de jóvenes que terminan en 15 o 20 años alejados de la Iglesia, hubiese más curas y religiosos que supiesen conectar con ellos, que supiesen tolerar las diferencias y divergencias de opiniones, y sobre todo mantenerlos en la Iglesia. Pero por el contrario en ciertas parroquias se practica la idea de que si no opina contra los condones, entonces mejor es tenerlos fuera de la Iglesia. Y a mi y a otros jóvenes un estúpido cura nos pidió alguna vez a los divergentes que lo mejor era o aceptar su idea del 100% católicos o mejor agarrar la puerta. A mi claro que nunca me ha convencido un cura hipócrita cuyo piso está justo encima de unos indigentes que duermen en cajas de cartón, y por los cuales no les baja ni un mísero consomé caliente en los días de invierno, sino que incluso pide que no se les de nada para que se vayan.

No creo que Benedicto XVI sea el Papa más indicado para afrontar la secularización, afrontará otros problemas en la Iglesia y veremos si con tino, por ahora me parece muy acertado en extender su rigor a los protegidos del pontificado anterior. La lástima es la mala fama que tiene, pero cuenta con un buen secretario de estado, Bertone, y si este le sucediera en el pontificado creo que nos encontraríamos ante un pontificado más dinámico y tal vez con más capacidades de afrontar mejor los problemas del presente. Pero aun así, yo diría que el tandem Ratzinguer-Bertone no da mal juego y es más preferible al Wojtyla-Sodano.
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