Hay un gran peligro que atraviesan las familias de hoy, y no me refiero ni a la prostitución, ni al divorcio, ni al aborto, ni a las parejas homosexuales (tal y como se dijo antaño por parte de la Conferencia Episcopal y entidades afines). Me refiero a la especulación inmobiliaria que está arrancando con fuerza subiendo los precios de las viviendas.

Años atrás era posible encontrar por mi barrio viviendas de menos de 100.000 €, y aquellas que eran segundos o terceros con ascensor se encontraban por como mínimo 120.000 €. Pero tras empezar este año, ya no es posible encontrar viviendas en la web de Idealista por menos de 100.000 € en mi barrio y tampoco es posible encontrar viviendas como segundos o terceros con ascensor por menos de 140.000 €.

Pero según leía hoy en el periódico, la contratación de nuevas hipotecas no se dispara ni aun teniendo los tipos de interés más bajos de la historia. ¿Qué está sucediendo? Todo parece indicar que son particulares y especuladores los que compran nuevas viviendas buscando una inversión más rentable que los bajos tipos de interés. Si esto sigue así, y va subiendo el precio de la vivienda y con salarios más bajos que hace años, muchas familias están corriendo un peligro de no encontrar una vivienda conforme a sus necesidades.

Por ello, tras un periodo de desahucios que se llevaron por delante a muchas familias, es una pena que los esfuerzos volcados antaño por la Iglesia y organizaciones afines (injustamente contra el matrimonio entre personas del mismo sexo) no se vuelque hoy contra esos enemigos de todas las familias que son los especuladores e inversores, pero sobre todo no haya estado en las calles protestando contra esos bancos irracionales, que con la excusa de las cláusulas suelo, echaron a montones de personas a la calle sin buscar otras formas más eficaces de lograr un acuerdo que permitiese el pago a estas familias.