El buen pastor y el funcionario Las características de una pastoral de la diversidad sexogenérica

"Es indeseable, pero reconozco que las características del mercenario están presentes y encarnadas en un vasto sector de nuestra Iglesia católica"
"Jesús es Buen Pastor: sabe que ellas necesitan un lugar libre de peligros, donde sean acogidas cálidamente, donde se sientan bienvenidas, donde se sientan en casa. Jesús afirma que da la vida por sus ovejas"
"Hay un abismo práctico entre el Buen Pastor y el funcionario que está al frente de las ovejas. ¿Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia?"
"Es necesario seguir construyendo espacios que estén dispuestos a ser verdes praderas, fuentes tranquilas donde esté el alimento nutricio de la Palabra y la Eucaristía, en un ambiente alegre, familiar, recreativo y festivo, con cariño siempre grande, para que la oveja se experimente mirada, atraída, respetada en su singularidad"
"Hay un abismo práctico entre el Buen Pastor y el funcionario que está al frente de las ovejas. ¿Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia?"
"Es necesario seguir construyendo espacios que estén dispuestos a ser verdes praderas, fuentes tranquilas donde esté el alimento nutricio de la Palabra y la Eucaristía, en un ambiente alegre, familiar, recreativo y festivo, con cariño siempre grande, para que la oveja se experimente mirada, atraída, respetada en su singularidad"
| Hna. Petra Muñoz CMST
Preguntarme sobre las características que deben distinguir a una pastoral de la diversidad sexogenérica me remito inmediatamente a la imagen del pastor, que quizá ya no tiene mucho sentido en nuestra sociedad tecnológica. Comparto esta reflexión contemplando a Quien sigue llamado a cada oveja por su nombre: me gusta encontrar en el Evangelio de Juan (10, 11-16) a Jesús, que se identifica como Buen Pastor, y que rechaza la imagen del mercenario, el asalariado a quien sólo le interesa su paga, no las ovejas; cuando considera que hay peligro, las abandona, porque las ovejas no le pertenecen, no le duelen, y mucho menos las conoce de fondo —y quizás ni siquiera de forma—; huye en cuanto ve venir a un lobo, porque primero está él y sus intereses.
Es indeseable, pero reconozco que las características del mercenario están presentes y encarnadas en un vasto sector de nuestra Iglesia católica. Hay un abismo práctico entre el Buen Pastor y el funcionario que está al frente de las ovejas. ¿Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia?

Creo que la actividad pastoral de la Iglesia a favor del cuidado de estas ovejas tendría que enfocarse en hacerse presente no sólo por la cercanía con ellas, sino con un conocimiento profundo de sus alegrías, sus penas, sus angustias, sus formas de felicidad y sus expresiones en la vida cotidiana; validando su experiencia y su expresión en la medida en que haya una relación de fondo, vinculante, de pertenencia entre pastor y oveja.
Cuidar pastoralmente significa conocer con el corazón de Jesús, ver con su mirada a cada oveja, para que la oveja se experimente mirada, atraída, respetada en su singularidad, en su unicidad. Qué grata experiencia la de la oveja que se siente mirada de forma única por su Pastor, que con “silbo amoroso”, —por usar una bella expresión de san Juan de la Cruz— , le llama a cada instante. La oveja conoce y reconoce la voz de su Pastor.

En el pasaje mencionado, lo que más roba mi atención es la preocupación del pastor ante el peligro que representa ‘el lobo’. De cara a eso me pregunto cuáles son, para la pastoral de la diversidad sexogenérica, los peligros que acechan a estas ovejas. Jesús es Buen Pastor: sabe que ellas necesitan un lugar libre de peligros, donde sean acogidas cálidamente, donde se sientan bienvenidas, donde se sientan en casa. Jesús afirma que “da la vida por sus ovejas”: de aquí podemos inferir que una pastoral de la diversidad tiene el reto de cuidar, defender con la propia vida y si es necesario hasta perderla por causa de esas ovejas, sin dejar de lado la ternura, la valentía, la audacia y todos los elementos que, tejidos con delicadeza y finura, esas ovejas necesitan y merecen.

El salmo 23 habla de otra actividad que tiene el pastor hacia sus ovejas: las conduce a “verdes praderas, fuentes tranquilas, para reparar fuerzas”. Convencida estoy de que una pastoral de la diversidad tendría que asegurar, de forma prioritaria y gratuita, esas verdes praderas y fuentes tranquilas, para reparar fuerzas. Que en estos elementos puedan las ovejas recrear la mirada a veces cansada por el camino de la vida, que puedan beber agua para saciar la sed ardiente, a través de una espiritualidad contemplativa-liberadora de toda atadura que les impida su plenitud humana y divina, capaz de volar por encima de situaciones que no ofrecen ni vida, ni descanso en cualquiera de sus dimensiones.
Para todo ello es necesario seguir construyendo espacios que estén dispuestos a ser verdes praderas, fuentes tranquilas donde esté el alimento nutricio de la Palabra y la Eucaristía, en un ambiente alegre, familiar, recreativo y festivo, con cariño siempre grande.

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