El tema del mes (II, JUZGAR): La Semana Santa y la religiosidad popular en España Pasión cofrade: Un muro frente a la secularización (pero necesitado de acompañamiento)

Preparación de costaleros en Logroño
Preparación de costaleros en Logroño EFE

Silvia Peropadre: "Durante la Semana Santa se percibe una efervescencia de fe que en muchos casos parece desvanecerse con el paso de los días, no se traduce en una vivencia continua ni en una pertenencia activa a la comunidad eclesial el resto del año. Hay una desconexión entre la emoción vivida en esos momentos y la formación que sostiene una vida cristiana madura y constante"

Daniel Cuesta: "Hay que pensar lo que busca la gente de hoy en la religiosidad popular, no lo que nosotros queremos que encuentren, y desde esa búsqueda, anhelo y vivencia que tienen las personas, ver cómo hacemos la propuesta, que no es nuestra, sino de Jesucristo"

Arzobispo Gil Tamayo: "A veces, hermandades y cofradías pueden tener un punto de anticlericalismo porque se las ha considerado una forma menor de vivir el cristianismo, pero en Andalucía es una dimensión fundamental de vivencia cristiana, que vertebra al pueblo de Dios y a las parroquias, y atrae con más fuerza cada vez a las nuevas generaciones. Y ahí se necesita el acompañamiento pastoral".

Silencio, tronar de tambores, olor a incienso ensamblado en el humo de cirios, saetas que cortan con el filo de su quejío, pies descalzos sobre cera aún tibia, ojos acuosos fijos en imágenes que devuelven la mirada a cada penitente, fiel o simple curioso…

La Semana Santa en España no deja indiferente. El sustrato de fe se remueve; la creencia macerada en dudas cierra filas con el suntuoso paso o la humilde talla que recorre en andas los contornos de la aldea. Pero, en una sociedad en proceso galopante de secularización, ¿cómo interpela esta profunda y arraigada manifestación de religiosidad popular a la Iglesia? ¿Es esta ‘reserva espiritual’ un manantial de evangelización que merece más atención, cuidado y respeto? ¿Qué aporta la religiosidad popular al cuerpo de la Iglesia?

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"La religiosidad popular aporta a la Iglesia una riqueza que no siempre se encuentra en otros ámbitos, como puede ser una fe más cercana, que toca el corazón y moviliza a la comunidad. Nos recuerda que Dios también se manifiesta en los caminos del pueblo, en sus costumbres y en su devoción. Debemos aprovechar este canal para anunciar el Evangelio con sencillez y verdad e intentar que la iglesia este abierta, presente y en modo acogida en esos espacios donde el pueblo se expresa", señala al respecto Silvia Peropadre, presidenta de la Junta Coordinadora de Cofradías de Semana Santa de Barbastro.

"Esta realidad nos invita a reflexionar sobre el valor de la religiosidad popular como expresión auténtica del sentir espiritual de muchas personas", añade, para remarcar además que "la presencia de personas que se acercan por tradición o por interés cultural no debería verse como una amenaza, sino como una oportunidad, ya que puede ser el primer paso hacia el encuentro con Dios. Muchas veces, el primer contacto con lo sagrado ocurre a través de estos gestos sencillos". Y ella lo sabe bien, pues ha visto cómo en los últimos años se multiplican las procesiones con el aumento de varios pasos más.

Las hermandades llenan las calles estos días
Las hermandades llenan las calles estos días Semana Santa de Barbastro

Con todo, también reconoce que esa fe que se ‘exhibe’ en esos días de procesiones y vivencia comunitaria parece diluirse en muchos casos el resto del año. "Es cierto que durante la Semana Santa se percibe una efervescencia de fe que en muchos casos parece desvanecerse con el paso de los días, no se traduce en una vivencia continua ni en una pertenencia activa a la comunidad eclesial el resto del año. Creo que hay una desconexión entre la emoción vivida en esos momentos y la formación que sostiene una vida cristiana madura y constante".

Emoción, sí; catequesis, también

"La religiosidad popular emociona, pero si no va unida a una catequesis y a una comunidad que acompaña, corre el riesgo de quedarse en lo superficial. Deberíamos ofrecer después de la Semana Santa espacios donde seguir profundizando, participando y creciendo, si no la llama encendida en esos días se apaga poco a poco", constata Peropadre. "Como Iglesia debemos salir al encuentro de esos corazones tocados por la Semana Santa, ofrecerles medios para que esa fe no sea solo de unos días, sino para siempre", abunda la presidenta.

Por ello, es consciente Peropadre de que "la religiosidad popular es vista por algunos sectores de la Iglesia con cierto recelo, como una fe superficial, de 'segunda categoría'. Sin embargo, en los últimos años, en parte gracias al papa Francisco, se está planteando como un verdadero vehículo para la evangelización. Ignorar su fuerza pastoral sería desaprovechar uno de los caminos más eficaces de encuentro con el pueblo y para eso, es necesario que las diócesis y parroquias acompañen, fomenten procesos de formación que ayuden a madurar esa fe y a integrarla en una vida cristiana, sin apagar la espontaneidad que tiene, sino para dándole forma y  continuidad".

Unos turistas contemplan el paso de los nazarenos en Sevilla
Unos turistas contemplan el paso de los nazarenos en Sevilla EFE

Las cada vez más nutridasprocesiones de Semana Santa, ya sea por fe o por curiosidad, le parecen "una muy buena noticia" al jesuita Daniel Cuesta. "La religiosidad popular aporta una cosa muy importante: que la fe cristiana es parte de la cultura de España y no lo podemos negar, hasta el punto de que una de nuestras más grandes señas de identidad sea la Semana Santa. Y hay una segunda cosa: que esta fe es importante en la vida de las personas. Hay curiosidad por ver las procesiones, sí, cultural, artística, o mejor casi diría que hay una inquietud, pero una inquietud de fe grande, porque vemos en las procesiones una inquietud en esas personas que se acercan a Jesús o a la Virgen".

Reconoce el también autor de autor de La religiosidad popular. Lugar teológico para la nueva evangelización (Sal Terrae) que "en algunos casos es la única ocasión del año en la que se acercan a esas imágenes. En muchos casos son muchas veces al año las que se acercan. Y en muchos casos es un complemento a la vida sacramental y a la vida de fe".

"Lo que falla es la vivencia personal"

"Lo que falla -abunda el religioso- es la vivencia de cada uno. Como decía el P. Luis Espina, cada uno vive la religiosidad popular del mismo modo en que vive su fe. Quien la vive profunda y comprometidamente, también vivirá así su religiosidad popular, y es el que acude a las eucaristías que organiza la cofradía o hermandad, y es quien está presente… Y quien no la vive así, aparecerá por la hermandad una vez al año".

La 'madrugá' en la Semana Santa sevillana
La 'madrugá' en la Semana Santa sevillana EFE

Reconoce en todo caso que esos momentos suponen una oportunidad para una acercamiento a la vivencia de la fe. "¿Es una oportunidad? Desde luego que sí. ¿Es lugar de vivencia? Desde luego que también. No podemos olvidar las comunidades cristianas que hay en torno a las cofradías y la gente que vive ese núcleo cristiano potente que hay en torno a las cofradías y que luego se va ampliando como en un círculo concéntrico", remarca Cuesta.

Por eso, señala que "la Iglesia, gracias a Dios, desde hace bastantes años es consciente del potencial evangelizador de la religiosidad popular y el mismo papa Francisco lo dice en la Evangelii gaudium, que se debe tener en cuenta a la hora de pensar la nueva evangelización".

¿Qué busca la gente en la piedad popular?

Pero aunque parece que sí se tiene en cuenta como elemento evangelizador, el religioso jesuita invita a tener en cuenta un aspecto que a veces parece que se pasa por alto: "Hay que pensar lo que busca la gente de hoy en la religiosidad popular, no lo que nosotros queremos que encuentren, y desde esa búsqueda, anhelo y vivencia que tienen las personas, ver cómo hacemos la propuesta, que no es nuestra, sino de Jesucristo".

"El hombre de hoy sigue teniendo muchas preguntas, muchas inquietudes, muchas búsquedas. Lo que muchas veces no tiene claro es que la respuesta sea la respuesta de Jesucristo que da la Iglesia", subraya Daniel Cuesta, quien en conversación con Religión Digital remarca que "la religiosidad popular puede ser un vehículo muy importante para hacer encauzar esas dos cosas: el anhelo profundo del hombre y la respuesta de Jesucristo que custodia la Iglesia".

Procesión en Granada
Procesión en Granada EFE

"España goza de una importante religiosidad popular, y Granada tiene sus señas peculiares en este piedad popular, aglutina a miles de personas esta forma de vivir en cristiano encarnado en una tierra, en un pueblo, en los barrios de la diócesis, con su sobriedad con respecto a otras manifestaciones de esta religiosidad en otros lugares de Andalucía, pero con una profundidad grande y un dato importante: con un llamamiento que hace que muchos jóvenes se acerquen a ella", señala José María Gil Tamayo a Religión Digital al reflexionar el peso de esta religiosidad popular en nuestro país

"Esto es pastoralmente muy importante y también vertebra la vida religiosa de nuestro pueblo y, ciertamente, es una especie de muro frente a la secularización, lo que hace que, al menos durante un tiempo, con sus limitaciones, la gente viva su religiosidad", abunda el arzobispo de Granada.

Necesidad de un acompañamiento pastoral

"¡Pero cuidado!", advierte el arzobispo. "También puede ser una capa de religiosidad que esconda un secularismo profundo, que va por contagios políticos, que va por cuestiones estéticas, por una tradición con minúscula que se había hecho con mayúscula", razón por la que estima "que ahí tenemos que trabajar pastoralmente para plantear la evangelización, porque es nuestro pueblo quien la vive".

"Una hermandad o una cofradía necesitan un acompañamiento pastoral a través, principalmente de los consiliarios o capellanes, muestra de esa cercanía de la fe de un pueblo con sus pastores", porque, añade Gil Tamayo, "a veces las hermandades y cofradías pueden tener un punto de anticlericalismo porque se las ha dejado a parte, porque se las ha considerado una forma menor de vivir el cristianismo, pero en Andalucía es una dimensión fundamental de vivencia cristiana que vertebra al pueblo de Dios y a las parroquias, y atrae con más fuerza cada vez a las nuevas generaciones. Y ahí se necesita el acompañamiento pastoral".

Procesión de Santa María de la Alhambra, en Granada
Procesión de Santa María de la Alhambra, en Granada EFE

Considera el arzobispo de Granada que ese acompañamiento resulta necesario "para vivir la coherencia de vida, para que no se quede solo esta vivencia en la Semana Santa, como si el resto no tuviesen que ser santas, y para vivir una pertenencia social y de fraternidad en las casas de hermandad; para vivir, en definitiva, como cristianos coherentes. Si algo tenemos que recuperar es la coherencia de vida con la fe que profesamos, y esto vale también para cofradías y hermandades".

Insiste Gil Tamayo en esta cuestión: "Ahí es donde tenemos que trabajar, porque a veces pesan traiciones pequeñas que se han hecho grandes. Pero cuando hay formación, se entiende, y sobre todo cuando hay cercanía con los sacerdotes. Las juntas de gobierno entienden que para dirigir las hermandades y cofradías hay que tener un especial estilo cristiano que sea imitable por los hermanos".

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