Parábola de cuatro herman@s

En la reunión bíblica de la juventud hemos releído el evangelio de este domingo (Mt 21, 28-32): “Dos hermanos. Uno dijo: Sí, padre ya voy a trabajar, pero no fue. Otro dijo: No me da la gana, pero luego recapacitó y fue a trabajar”.

Leída la pabra en plan maniqueo, nos identificamos con uno de los dos hermanos y decimos de los demás: “Ellos son como el otro hermano.”

La propuesta de releer la parábola identificándonos con ambos hermanos dio lugar a que el grupo la reescribiera así:

“No eran dos hermanos, sino cuatro. El primero dijo: No voy, pero luego recapacitó y sí fue. El segundo dijo: No voy; y no fue. El tercero dijo: Sí voy; y fue. El cuarto dijo: Sí voy, pero no fue”.

Y yo, se pregunta cada uno, ¿a cuál de los cuatro me parezco? Si me doy cuenta de “yo soy los cuatro”, "los cuatro están dentro de mí", "hay algo en mí de cada uno de los cuatro", "a ratos me parezco a cada uno de los cuatro"... entonces la parábola me está diciendo quién soy yo.

Pero no basta esta lectura. La parábola me dice quién y cómo es Jesús: Es el que acoge incondicionalmente a los cuatro que hay dentro de mí y me libera de los cuatro, me libera de mí mismo. Leída así la parábola me dice quién es Jesús.

Finalmente, la parábola me sacude y me cuestiona. “Publicanos y prostitutas escucharon la llamada de Juan el Bautista; pero vosotros, líderes religiosos, seguís identificados con la hipocresía del primero de los hermanos y os quedáis fuera de mi movimiento liberador hacia el Reinado de Dios”.

De este Jesús, que se enfrentó con los dirigentes de la religión establecida en su tiempo dice el Cardenal Martini en su libro reciente: “Se enfrentó y disputó. Creo que si regresara, lo haría aún más. Jesús lucharía con los actuales responsables de la Iglesia y les recordaría que su tarea abarca el mundo entero. Les recordaría que no deben estar encerrados en sí mismos, sino ir más allá de la propia institución” (Carlo M. Martini, Coloquios nocturnos en Jerusalén, ed. San Pablo, 2008, página 42. ¡No se pierdan este libro, que no tiene desperdicio, pero no lo enseñen en Añastro, no vaya a a ser que condenen a Martini!...)
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