Misa de exequias fue presidida por el cardenal electo y arzobispo de Lima, Carlos Castillo: Gustavo Gutiérrez: "Un grande, un hombre de Iglesia”. Así lo despidió el Papa Francisco desde Roma

Gustavo Gutiérrez: "Un grande, un hombre de Iglesia” lo despidió el Papa Francisco
Gustavo Gutiérrez: "Un grande, un hombre de Iglesia” lo despidió el Papa Francisco

La misa se celebró con mensaje del papa Francisco quien dijo “pensar en Gustavo. Desde El Vaticano, el Papa Francisco compartió un sentido mensaje por la partida del Padre Gustavo Gutiérrez, a quien recordó como un "hombre de Iglesia" que "supo llevar adelante tanto fruto apostólico y tanta teología rica".

Uno de los testimonios dados, de Yolanda Díaz, enfatizó que Gustavo marcó la vida de muchas personas, enseñando a observar la realidad "con ojos de fe", incluso en momentos de dificultad o adversidad, alentando a ver las oportunidades en medio de la oscuridad.

El arzobispo Carlos Castillo señaló en su homilía que "a Gustavo le debemos frases que nos ayudaron a entender cómo movernos con la gente. Una de ellas es: 'Qué bien estaríamos si no fuera por la realidad. Esta frase descoloca y nos recuerda que la realidad nos llama constantemente"

En una emotiva ceremonia de despedida, con más de mil personas en modo presencial y virtual, el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, celebró la misa de exequias en honor al padre Gustavo Gutiérrez, teólogo peruano y fundador de la Teología de la Liberación. La homilía estuvo marcada por profundas reflexiones sobre la vida y legado de quien fuera un defensor incansable de los pobres, un hombre que, como destacó el Papa Francisco, "supo estar callado, sufrir y llevar adelante el Evangelio".

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El Papa, en un mensaje grabado, resaltó la grandeza de Gutiérrez, reconociendo su capacidad de mantenerse firme en su misión cristiana, aún en medio de las dificultades. Estas palabras resonaron como un eco en la homilía del arzobispo Carlos Castillo, quien recordó los años de servicio de Gutiérrez, marcados por su compromiso con los más desfavorecidos.

En efecto, desde El Vaticano, el Papa Francisco compartió un sentido mensaje por la partida del Padre Gustavo Gutiérrez, a quien recordó como un "hombre de Iglesia" que "supo llevar adelante tanto fruto apostólico y tanta teología rica".

Papa Francisco
Papa Francisco

En pleno desarrollo de la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad, Francisco hizo una pausa a sus actividades para recordar al sacerdote peruano y defensor incansable de la opción preferencial por los pobres. Él dijo: “Hoy pienso a Gustavo, Gustavo Gutiérrez, un grande, un hombre de Iglesia que supo estar callado cuando tenía que estar callado, supo sufrir cuando le tocó sufrir, supo llevar adelante tanto fruto apostólico y tanta teología rica.

La figura del teólogo fue presentada como un modelo de fe arraigada en la opción preferencial por los pobres, una enseñanza que ha dejado una huella profunda en la Iglesia latinoamericana y mundial.

Castillo subrayó que ser cristiano, para Gustavo Gutiérrez, significaba acoger el don gratuito del amor de Dios y reconocerlo en la vida de los demás, especialmente en los que sufren. En sus palabras, "si no somos amados gratuitamente, la vida no tiene sentido", destacando así la centralidad de la gratuidad del amor divino en la teología y vida del fallecido sacerdote. Este mensaje de amor incondicional, según el arzobispo, fue una de las principales lecciones que Gutiérrez transmitió a todos los que lo conocieron.

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La homilía también evocó momentos personales de la vida del teólogo. Castillo relató la historia de cómo un accidente en su juventud, que le provocó una enfermedad ósea, lo llevó a pasar largos periodos en cama, donde sus compañeros de clase le llevaban apuntes. A pesar de las limitaciones físicas, Gustavo Gutiérrez encontró una manera de seguir adelante, desarrollando una aguda capacidad para sintetizar ideas y profundizar en la reflexión teológica, algo que lo caracterizó durante toda su vida.

El arzobispo y próximamente hecho cardenal por el papa Francisco, destacó además que la opción preferencial por los pobres, tan presente en la vida de Gutiérrez, fue más que una postura ideológica o teológica. Para él, esta opción significaba humanizar la humanidad con los sentimientos de Cristo, enfrentando la injusticia y la miseria con un espíritu de diálogo y comprensión hacia los más vulnerables. En este sentido, Castillo recordó que la teología, para Gustavo, era ante todo un "instrumento de caridad", un puente entre la fe y el compromiso social.

Arzobispo Carlos Castillo
Arzobispo Carlos Castillo

A lo largo de la homilía, también se hizo referencia a las dificultades que enfrentó Gutiérrez por sus convicciones, con ataques que lo tildaban de comunista o marxista. No obstante, Castillo afirmó que su mensaje era "Evangelio puro", una teología arraigada en la vida de los pobres y en la comprensión del amor gratuito de Dios. Pese a las críticas, Gutiérrez continuó su camino con humildad y valentía, un testimonio que ha dejado un legado profundo en la Iglesia y la sociedad.

En el cierre de su intervención, el arzobispo Castillo recordó una frase clave de Gutiérrez: "Qué bien estaríamos si no fuera por la realidad", una reflexión sobre cómo la realidad llama a salir de la comodidad para enfrentar los desafíos del mundo. Esta invitación a mirar de frente las injusticias y actuar desde la fe fue, sin duda, una de las grandes enseñanzas que dejó el padre Gustavo Gutiérrez, el teólogo que dedicó su vida a construir una Iglesia más justa y cercana a los pobres.

TESTIMONIOS

Al concluir la misa, dos laicos, y el provincial de la Orden de Predicadores tuvieron palabras de testimonio. Después 

Yolanda Díaz, asesora nacional de UNEC, lideresa de Chiclayo.

Yolanda Díaz
Yolanda Díaz

Ella describió a Gustavo Gutiérrez como un "hombre de esperanza activa", resaltando que su enseñanza fue siempre motivar a las personas a construir esperanza en los lugares donde se encontraban. Díaz enfatizó que Gustavo marcó la vida de muchas personas, enseñando a observar la realidad "con ojos de fe", incluso en momentos de dificultad o adversidad, alentando a ver las oportunidades en medio de la oscuridad.

Yolanda Díaz destacó que Gustavo siempre instaba a que los laicos, tanto mujeres como hombres, vivieran con "un pie en la Iglesia, escuchando a Dios que nos llama desde su pueblo", y otro pie "en la realidad", estando inmersos en el compromiso social con la comunidad. Esta dualidad entre la espiritualidad y la realidad social fue clave en la formación que Díaz y otros recibieron de Gustavo.

En su discurso, Yolanda también mencionó cómo Gustavo no permitía que la queja fuese la única respuesta ante las tensiones de la vida. En lugar de ello, enseñaba a "construir y mirar más allá, mirar lejos", siempre desde el compromiso y la acción. Para Díaz, este enfoque era esencial para seguir construyendo comunidades y fomentar el sentido de justicia en el mundo.

Finalmente, expresó su gratitud profunda por la vida y legado de Gustavo, resaltando que en las diversas regiones de Perú donde él influyó, su legado sigue vivo. "Recibimos tu legado", concluyó Díaz, comprometiéndose a continuar la misión de buscar la liberación de los pueblos, con un enfoque de servicio a Dios y de anuncio del Evangelio en la realidad social actual.

Juan Acevedo, historietista y amigo cercano

Juan Acevedo
Juan Acevedo

Juan expresó la mezcla de tristeza y alegría que siente ante la partida de Gustavo, destacando el privilegio de haber compartido con él. Relató una anécdota de la juventud de Gustavo, cuando debido a su osteomielitis no podía participar en los juegos de fútbol con los demás niños y los observaba desde su ventana. Sin embargo, su honestidad y respeto eran tales que los niños recurrían a él como árbitro para resolver disputas. "Él era un juez desde la ventana... le creían porque era honesto", relató Acevedo, destacando la integridad de Gustavo desde temprana edad.

Acevedo también mencionó cómo, después de superar su enfermedad, Gustavo vivió con una "pasión de vivir" que transmitía en todo lo que hacía. Esta pasión, combinada con un agudo sentido del humor, era parte de su esencia. Acevedo destacó que Gustavo "combinaba la seriedad con el humor", una dualidad que le enseñó que "para tener sentido del humor, hay que tener sentido de la seriedad". Esta mezcla de profundidad y ligereza fue parte de lo que hizo que Gustavo fuera tan influyente y querido.

Fr. Rómulo Vásquez Gavidia, OP, superior provincial de los Dominicos del Perú

Fr Rómulo Vásquez
Fr Rómulo Vásquez

Fr. Rómulo agradeció al Arzobispo Carlos Castillo por presidir la misa y extendió su gratitud a todos los presentes, incluidos obispos, sacerdotes y la familia dominicana, que se unieron para despedir a Gustavo Gutiérrez. Resaltó que Gustavo, como miembro de la orden dominica, siempre se mantuvo cercano a su comunidad religiosa, visitando el convento y compartiendo momentos de fraternidad con sus hermanos.

Vásquez también transmitió los saludos de los frailes de la provincia francesa a la que Gustavo pertenecía, quienes, aunque no pudieron estar presentes, expresaron su reconocimiento y gratitud por el legado de Gustavo. "Estamos reunidos para orar y decirle que ahora le corresponde apoyarnos desde la Casa del Padre", concluyó Vásquez, reconociendo el papel que Gustavo sigue desempeñando en la vida espiritual de la comunidad, aun después de su partida.

DESPEDIDA EN SU PARROQUIA

Parroquia Cristo Redentor
Parroquia Cristo Redentor

Luego de la misa de exequias, los restos fueron llevados a la Parroquia Cristo Redentor en el rimac, donde Gustavo fue su párroco. Aquí, según testigos, el fervor popular se expresó magnamente mientras el padre Andrés Gallego que lo reemplaza en esta comunidad, preside una oración fúnebre.

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HOMILÍA DE MONS. CARLOS CASTILLO EN LA EUCARISTÍA DE DESPEDIDA

A continuación, el texto completo de la homilía del Arzobispo de Lima y Cardenal electo, Carlos Castillo. La transcripción, el título y subtítulos son de nuestra responsabilidad:

Mons Carlos Castillo
Mons Carlos Castillo

Agradecimiento por la vida y fe de Gustavo Gutiérrez / Mons. Carlos Castillo

Queridos hermanos y hermanas,

Aquí estamos como testigos de una historia concreta que en nuestras vidas ha sido atravesada por la cruz del Señor y su resurrección, gracias a la palabra, el aliento, la compañía, el testimonio y el ministerio de nuestro querido Gustavo. Sería extraño que estuviéramos aquí personas que no han sido tocadas por la fuerza de su palabra, porque es la palabra del Señor. Gustavo, desde la experiencia humana que vivió, siempre supo con un gran espíritu de disponibilidad ante el Señor, desde muy pequeño, dejarse interrogar, como él decía, interpelar por esa palabra, que situó siempre en el corazón de la vida de los seres humanos.

Aquí estamos personas de comunidades cristianas, sacerdotes, religiosos, obispos, pero también tenemos un pueblo fiel y amigos de Gustavo que no necesariamente están dentro de un horizonte estrictamente eclesial. Gustavo, desde muy pequeño, siempre estuvo en relación con personas de distintos horizontes y supo dialogar con ellas, reconocer en todo lo humano una presencia de lo divino. Hoy venimos todos, cristianos, amigos de la Iglesia e incluso algunos que pueden no compartir nuestra fe, pero que sintieron pasar por sus vidas la santa humanidad de Gustavo. Venimos a agradecerle a Dios y a la vida por su vida. Sabemos que cuando alguien marca nuestras vidas, lo único que nos queda es agradecer y vivir en gratitud. Eso es tener fe, no tanto creer en Dios, sino confiar en que Él cree en nosotros y, a través de su don gratuito de amor, nos deja llevar en el Espíritu hacia el servicio del sentido profundo que ese don nos otorga.

El don de la fe: Un mensaje de gratuidad

Ser cristiano es acoger el don, no crearnos nosotros imágenes de Dios que luego se convierten en prácticas e imaginaciones, de las que luego nos confesamos. Ser cristiano es acoger el don misericordioso de Dios en nuestras vidas, representado fundamentalmente por la entrega generosa de Jesús como don del Padre. Es dejarnos llevar por lo que Gustavo llamaba gratuidad del amor de Dios, lo que hoy el Papa Francisco, al firmar su encíclica sobre el Corazón de Jesús, llama también don gratuito. Si no somos amados gratuitamente, la vida no tiene sentido. Lo que Gustavo nos enseñó fue aceptar el don de la revelación, y si no era explícito, muchos de los que llegamos a ser ministros como él sentimos su presencia como un don.

En el Evangelio que hemos leído, Jesús, lleno de la alegría del Espíritu Santo, agradece al Padre por haber revelado estas cosas a los pequeños y no a los sabios y entendidos. Este es el fundamento de la opción preferencial por los pobres, que Gustavo tomó como camino en un mundo marcado por la injusticia, la miseria, la marginación, la dictadura y el desprecio. Tenemos el deber de humanizar a la humanidad con los sentimientos de Cristo. La opción por los pequeños, "nepioi" (νηπιοι) en griego, significa aquellos que no hablan. Cuando Dios les revela su amor, aprenden a hablar, a ser críticos, y a abrir horizontes en la historia.

Un compromiso con los más pobres

Gustavo, con su experiencia humana, supo acceder a todos, especialmente a los que más sufren. Bruno Mauri, su amigo marista, contaba que Gustavo fue arquero en su juventud y que, como Mariátegui, un pelotazo en la pierna le reveló una osteomielitis que cambió su vida. Durante sus años de colegio, pasó mucho tiempo en cama, y sus compañeros le llevaban los apuntes que luego él leía y resumía para ellos. Esta capacidad de sintetizar experiencias y convertirlas en sabiduría práctica fue clave en su vida. Gustavo entendió que la teología es un instrumento de la caridad y la solidaridad.

El Papa Francisco ha insistido en una Iglesia sinodal, que camina junto a los sujetos históricos, especialmente los pobres. No basta caminar juntos; debemos hacerlo ante el otro, ante el sufrimiento y los desafíos de la historia. Gustavo nos enseñó a caminar en zigzag, como Jesús, cambiando según las circunstancias y problemas de cada persona. La Iglesia no debe ser un movimiento lineal, sino uno que va y viene, afrontando complejidades con imaginación e inspiración divina.

El desafío de la realidad y la gratuidad del amor

A Gustavo le debemos frases que nos ayudaron a entender cómo movernos con la gente. Una de ellas es: "Qué bien estaríamos si no fuera por la realidad". Esta frase descoloca y nos recuerda que la realidad nos llama constantemente. La fe cristiana no puede predicarse como una religión que sólo nosotros entendemos, sino como un lenguaje vivo que se conecta con las experiencias humanas.

El amor gratuito de Dios, que Gustavo nos enseñó, nos recuerda que todo ser humano es hijo de Dios, aunque no lo sepa. Tenemos que reconocer a Dios en las ambigüedades y riquezas de cada persona. Gustavo, con su delicadeza y humanidad, llevó la opción preferencial por los pobres a una dimensión universal, aunque esto le costó muchos ataques. Sin embargo, su mensaje era "Evangelio puro", una teología arraigada en la vida de los pobres y en la comprensión del amor gratuito de Dios. Pese a las críticas, Gutiérrez continuó su camino con humildad y valentía, un testimonio que ha dejado un legado profundo en la Iglesia y la sociedad.

Legado de Gustavo Gutiérrez: Una fe que transforma

A Gustavo le debemos frases que nos ayudaron a entender cómo movernos con la gente. Una de ellas es: "Qué bien estaríamos si no fuera por la realidad". Esta frase descoloca y nos recuerda que la realidad nos llama constantemente. La fe cristiana no puede predicarse como una religión que sólo nosotros entendemos, sino como un lenguaje vivo que se conecta con las experiencias humanas.

El amor gratuito de Dios, que Gustavo nos enseñó, nos recuerda que todo ser humano es hijo de Dios, aunque no lo sepa. Tenemos que reconocer a Dios en las ambigüedades y riquezas de cada persona. Gustavo, con su delicadeza y humanidad, llevó la opción preferencial por los pobres a una dimensión universal, aunque esto le costó muchos ataques. Sin embargo, su legado es el de llenar el mundo de gratuidad, y esto, como la cruz del Señor, también nos costará. Pero recordamos que Jesús asumió la cruz no por la fuerza de los clavos, sino por su infinita misericordia.

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